Tres familias de refugiados rehacen sus vidas en la capital con la ayuda de una fundación

Proceden de Próximo Oriente, Ucrania y Venezuela y algunos de ellos están aprendiendo el idioma castellano para poder optar a un puesto de trabajo.

Los venezolanos Vivian y Jesús –izquierda– y los ucranianos Olha y Vitalii, en la sede de Cepaim. j
Tres familias de refugiados rehacen sus vidas en la capital con la ayuda de una fundación
J. Escriche

Tres familias refugiadas rehacen sus vidas en Teruel desde el pasado verano tras pasar, en algunos casos, por campos de refugiados. Llegaron entre julio y septiembre desde Siria –pasando por un campo de acogida en Líbano–, Ucrania y Venezuela. La guerra y la disidencia política les han conducido a la capital turolense, donde la fundación Cepaim se encarga de cubrir sus necesidades básicas y facilitar el aprendizaje del idioma castellano, en los casos de los expatriados sirios y ucranianos.


"Lo primordial –cuenta Bea Benito, coordinadora de Cepaim en Teruel– es formarles en el idioma, porque ese aprendizaje les ayudará a mejorar su capacitación profesional y a encontrar empleo. Sin conocer el idioma es imposible conseguir trabajo". La tarea es muy difícil para personas de idiomas no latinos, como los refugiados sirios y ucranianos.


Los niños se incorporaron a clases normalizadas en un colegio de la ciudad desde el primer día del curso escolar, tanto en el caso de los cuatro menores que llegaron de Siria (de 4, 8, 15 y 16 años) como en los dos llegados de Venezuela (de 5 y 10 años). La escolarización es, además, una vía de integración social para los padres, indica Benito.


El estado de salud de las tres familias es bueno, aunque todas habían pasado por auténticos calvarios. Olha y Vitalii Korol, de 38 y 40 años, llegaron de Ucrania huyendo de la guerra que padece el país desde 2014 con la ingerencia de Rusia. La pareja, que no habla una palabra de español, utiliza el traductor de Google de su teléfono móvil para explicar que "lo más duro" de su experiencia como exiliados en Teruel es el desconocimiento del idioma español, muy alejado del materno con el que ni siquiera comparte alfabeto.


Aunque Mira Iordache, la mediadora de Cepaim, sabe "algunas palabras de ruso", la comunicación es muy complicada. Mira explica que todos los refugiados reciben clases de castellano a diario. "Tienen muchas ganas y avanzan muy rápido", concluye. Cepaim anima a los exiliados a relacionarse con los turolenses para crear "redes sociales" que faciliten su integración laboral y social.


Vivian Florián y Jesús Marcano, de 35 y 38 años respectivamente, llegaron con sus hijos desde Caracas. Vivian, logopeda, explica que perdió su trabajo en la Administración por su discrepancia política con el partido del presidente Nicolás Maduro. Desde ese momento, señala que le fue imposible encontrar otro trabajo. El desabastecimiento, "mucho peor de lo que se cuenta aquí", terminó por conducirles al exilio.

Acogida calurosa

Por fortuna, su acogida en España ha sido mejor de lo que soñaban. Llegaron al país el 9 de agosto y el 23 del mismo mes estaban ya en Teruel bajo la tutela de Cepaim. "No esperábamos una acogida tan calurosa", explica Vivian. Les preocupaba el frío clima turolense, del que les hablaron al llegar al país, pero la logopeda dice que no hay para tanto. "O no ha llegado todavía o el frío es más llevadero de lo que pensábamos", concluye.


Tras la primera etapa de acogida, que oscila entre 6 y 9 meses, Cepaim apoyará a los exiliados para que busquen trabajo en la provincia. El responsable de la oenegé en Aragón, Vicente Gonzalvo, explica que tan importante como la atención y el acompañamiento del inmigrante es la concienciación de la población autóctona sobre el papel revitalizador que pueden jugar los recién llegados, especialmente en una provincia acosada por la despoblación como es Teruel.


Cepaim dispone de dos pisos de acogida –con 12 plazas en total– en Teruel y prepara un tercero. Según Gonzalvo, nunca saben "ni cuándo ni cuántos" expatriados pueden llegar y, además, el Gobierno los puede derivar "de un día para otro". La fundación se ocupa de la acogida de familias inmigrantes y su asentamiento en la provincia. Desde que en 2006 empezó el programa Senderos para atraer nuevos pobladores que atenúen la imparable despoblación del medio rural turolense, esta oenegé ha atraído a 25 familias.

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