El horno de leña de Cuevas Labradas vuelve a funcionar

Los vecinos cocerán estos días casi mil pastas en el antiguo fogón, recuperado para que las nuevas generaciones conozcan las costumbres de la población.

Vecinos de Cuevas Labradas cocieron pastas en el horno, encendido tras 15 años apagado.
Vecinos de Cuevas Labradas cocieron pastas en el horno, encendido tras 15 años apagado.
Jorge Escudero

Tras quince años apagado, en el antiguo horno de Cuevas Labradas vuelve a oírse el crepitar del fuego consumiendo leña de sabina. El Ayuntamiento de esta pequeña localidad, situada a menos de 15 kilómetros de la capital turolense y con apenas 80 vecinos, se ha propuesto mantener y difundir las costumbres del municipio. Para ello, ha organizado el encendido de este antiguo fogón coincidiendo con la visita en estos días de la Semana Santa de los hijos del pueblo que en su momento emigraron en busca de más y mejores oportunidades laborales.


La recuperación del horno de leña se convirtió ayer en un grato acontecimiento para la población. En él comenzaron a cocerse los casi mil dulces tradicionales con los que el Ayuntamiento obsequió a los asistentes y continuará haciéndolo el próximo 16 de abril, cuando Cuevas Labradas se convierta en la sede comarcal del Encuentro de Bailes.


Todos los vecinos colaboraron en el encendido del horno y en la elaboración de la masa para magdalenas, tortas finas, rolletes y mantecados. "Hemos puesto mucha ilusión en esta iniciativa. Para nosotros es una fiesta preciosa en la que recuperamos una parte de nuestra historia", declaró la alcaldesa de Cuevas Labradas, Lucía Castellote.


Tanto es así, que el Ayuntamiento no pierde la esperanza de que alguien decida a partir de ahora volver a hacerse cargo de la elaboración del pan en Cuevas Labradas. Al no contar con horno propio, es el panadero de la vecina población de Villalba Baja quien abastece a los habitantes, pero ahora se jubila y el municipio vuelve a tener un problema. "Sería maravilloso encontrar candidatos para gestionar un futuro multiservicio que, al mismo tiempo, estuvieran dispuestos a elaborar el pan", destacó Castellote.El consejo de los mayores

No ha sido fácil encender el horno. Estaba muy frío y, como todo, cocer las pastas a la antigua usanza también requiere de una técnica. Por eso, el Ayuntamiento ha recurrido a los más mayores de Cuevas Labradas para conseguir su objetivo. Ellos aún recuerdan cómo funcionaba este fogón tradicional del que salían los más sabrosos panes.


Uno de ellos es Severino Ibáñez, de 82 años, quien explica que toda su vida vio encendido el horno del pueblo. Orgulloso de haber colaborado ahora en la recuperación de esta infraestructura señaló ayer, con humor, que, aunque envidia a la juventud, "la experiencia es un grado y ha quedado demostrado en esta ocasión".


Ibáñez opina que las pastas de ahora ya no tienen el aroma a leña de las de antes. "Era todo ecológico y el sabor que tenían el pan y los dulces se ha perdido, por eso estoy muy contento y verdaderamente emocionado de ver arder de nuevo el horno", dijo.


Dos remolques de leña –una verde y otra seca– de 750 kilos cada uno ha preparado el Ayuntamiento para ir alimentando el horno en los próximos días. El fuego no se puede apagar, por lo que alguien tiene que estar pendiente día y noche del funcionamiento del mismo.


El horno, cuya bóveda es de ladrillo macizo y su suelo de piedra, se encuentra en buenas condiciones pues, como relata la alcaldesa, fue restaurado hace 20 años. La idea del Ayuntamiento es que este fogón se convierta en un recurso turístico más. Aunque la localidad sigue teniendo en la agricultura y la ganadería su principal pilar económico, la población mira desde hace algunos años al turismo como alternativa a los oficios tradicionales.


De hecho, Cuevas Labradas cuenta con dos casas rurales. Sus huéspedes acuden atraídos por el paisaje natural de la zona, recorrido por senderos, y por la posibilidad de conocer cómo se realiza la recolección de la trufa negra. "Tenemos mucho patrimonio y queremos aprovecharlo", afirma Lucía Castellote.


El colegio se cerró y los cinco niños que viven en la localidad estudian en Teruel. Pese a ello, los vecinos no desisten y siguen trabajando para recuperar población con la confianza de que un día pueda reabrirse la escuela.

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