Salcedillo, el pueblo más pequeño de Aragón, se queda en invierno con un solo votante

Un pastor jubilado es el único residente permanente con derecho a voto mientras que el resto de los 13 electores residen en su mayoría en Zaragoza de forma habitual.

Ángel Comas, el único de los 13 votantes de Salcedillo que vive en el pueblo todo el año.
Ángel Comas, el único de los 13 votantes de Salcedillo que vive en el pueblo todo el año.
Jorge Escudero

Solo uno de los 13 votantes censados en Salcedillo, el municipio aragonés con menos electores para el próximo 20-D, vive en el pueblo permanentemente. Cuando el invierno aprieta, el único residente con derecho a voto que se resiste a dejar su casa es Ángel Comas, un pastor jubilado de 76 años. El resto de los llamados a las urnas viven, en su mayoría, en Zaragoza y solo regresan los fines de semana y en verano. El panorama de extrema despoblación de Salcedillo no es un caso aislado sino que se repite en varios pueblos del entorno, como Bádenas, con 16 votantes; Allueva, con 21; Lanzuela, con 23; y Bea, con 24. La despoblación se ceba con la sierra de Cucalón, que concentra en 40 kilómetros de tortuosa carretera cinco de los nueve pueblos con menos de 25 electores de la provincia.


La única compañía de Ángel Comas cuando llega el frío es la de tres paquistaníes asentados en el pueblo que trabajan para un empresario de su misma nacionalidad residente en la vecina Allueva, una localidad que, en invierno, solo está habitada por una familia oriunda de Paquistán.


Los cuatro residentes viven en la misma casa de Salcedillo, propiedad del Ayuntamiento. Los inmigrantes asiáticos trabajan en el pastoreo y en la construcción. Uno de ellos, Muhammad Afazal, albañil, lleva 4 años en Salcedillo y planea traer a su esposa e hijos desde Paquistán. Hasta que ese momento llegue, se tiene que conformar con un viaje a su país cada uno o dos años, porque "los billetes de avión son muy caros", como aclara otro paquistaní, Muhammad Isheaq.


A pesar de la extrema soledad, Ángel Comas dice vivir "tranquilo y feliz" en el pueblo, al que llegó hace 15 años procedente de Alcañiz, cuando tras una ruptura matrimonial cambió su lugar de residencia y su trabajo –era camionero– por Salcedillo y el pastoreo. Dejó atrás una esposa y tres hijos, de los que solo uno mantiene el contacto con el padre. Ángel ni siquiera se plantea la posibilidad de cambiar de aires. "¿Dónde voy a encontrar más tranquilidad que aquí? Además, así, no discuto con nadie", argumenta. Explica que llegó al pueblo "de casualidad" en busca de trabajo y se quedó para siempre.


Reconoce que el invierno es largo y "duro" en la comarca del Jiloca debido al frío y al aislamiento, pero aclara que "con leña en la estufa se aguanta bien, y aquí leña hay mucha". Su única ocupación ahora que está jubilado es cuidar un huerto. Los viernes se desplaza a Utrillas para hacer la compra y los domingos a la vecina Segura de Baños para pasar el día festivo. "Allí acude mucha gente", explica el pensionista.


Los fines de semana, en temporada de caza, pasan algunos cazadores por el pueblo, que se anima también con los descendientes que viven en Zaragoza y que se desplazan a echar un vistazo a sus casas. En agosto, con las fiestas mayores, se reúnen treinta personas como mucho.


La evolución demográfica ha llegado a un punto difícilmente reversible. La pérdida de residentes ha sido continua desde los años treinta del siglo XX, cuando alcanzó un máximo de 170 habitantes. Los niños hace décadas que desaparecieron de sus calles. El último nacimiento en el pueblo se remonta a hace medio siglo.


El alacalde, Fermín Navarro, que no tira la toalla a pesar de los apuros demográficos. Recuerda que Salcedillo no es un caso aislado porque, con su entorno, configura "la zona más despoblada de la provincia de Teruel". Navarro considera que el municipio tiene recursos para salir adelante. Explica que dos empresarios viajaron al pueblo para estudiar sus posibilidades como abastecedor de una planta de biomasa, aunque finalmente el proyecto no cuajó.


El alcalde considera que "hay medios de vida" en el municipio, sobre todo en la explotación del bosque y la ganadería. Señala que si los inmigrantes paquistaníes se ganan la vida también lo pueden hacer nuevos pobladores españoles que quieran asentarse definitivamente y que engorden el escuálido censo electoral.

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