TERUEL

Los vecinos de Libros, hartos del peligro y las molestias que genera la travesía de la N-330

La carretera, que discurre encajonada entre las casas y el muro del río, registra un elevado tráfico de camiones

Dos años después de que los vecinos de Libros saliesen a la calle para quejarse del peligro que acarrea el paso de la Nacional 330 -con más de 200 camiones de gran tonelaje al día- por el casco urbano de la localidad, el balance de esta protesta es bien triste. No se ha realizado ni una sola mejora en la carretera y cuatro habitantes tendrán que pagar a la Subdelegación del Gobierno una multa de 60 euros por organizar aquella manifestación, que supuso cortar al tráfico la vía durante unos 20 minutos.


"Fue la única vez que hicimos una protesta, además, muy justa, y casi nos encierran a todos. Había más agentes de la Guardia Civil que manifestantes", recordó ayer Rafael Millán, alcalde de Libros desde hace 30 años. El primer edil de la localidad destacó que en el pueblo se han resignados con la situación. "No nos planteamos ninguna otra movilización. Somos muy pocos y así no se puede hacer nada", dijo.


Tomás Cerro, uno de los cuatro sancionados por la Administración y portavoz, asimismo, de los otros tres vecinos multados, denuncia que la Subdelegación les reclama el dinero después de que en abril de 2007 este organismo hubiera anulado el castigo. Este extremo ha sido negado por fuentes de la Subdelegación, que alegan que el recurso de los vecinos se presentó fuera de plazo, pese a lo cual se dejó temporalmente sin efecto el cobro de la cuantía a la espera de que culminara la tramitación de dicho recurso, desestimado finalmente.


Cerro ya ha anunciado que ni él ni sus paisanos están dispuestos a pagar la multa y que irán "donde haga falta" para defender su actuación aquel agosto de 2006. "No somos delincuentes. Ni levantamos barricadas ni alteramos el orden público. Se ha aplicado un artículo erróneamente y ese fallo debe subsanarse", indicó. El tráfico se cortó con el paso incesante por un paso de cebra de todos los vecinos, que llevaban pancartas exigiendo medidas para arreglar la carretera. Al parecer, la movilización no contaba con el permiso oficial necesario.


Sin aceras


Al llegar a Libros, la N-330, que une Teruel y Cuenca, discurre encajonada entre las casas de la localidad y el muro del Turia, serpenteando igual que el río. No tiene arcenes ni aceras con vallas que protejan a los peatones y estos pasean a un metro y medio de los camiones en circulación. Además del riesgo de atropello, los vecinos soportan ruidos a todas horas, polvo y contaminación.


Ni que decir tiene que los conductores de camiones detestan igualmente este estrecho tramo de la carretera, en el que se ven obligados a realizar complicadas maniobras si se cruzan con otro trailer. Desde la Asociación de Transportes de Teruel calculan que cada semana se rompen en la travesía urbana de Libros hasta 20 espejos retrovisores de camiones debido a la falta de espacio.


El problema es antiguo. Algunos vecinos recuerdan que fue en los años 70 cuando se iniciaron los primeros estudios para ensanchar la carretera o construir una circunvalación que sacase el tráfico fuera del casco urbano. Pero mientras estos planteamientos han quedado aparcados, el nuevo proyecto que toma forma, la construcción de una autovía entre Teruel y Cuenca, está atascado en la fase de declaración de Impacto Ambiental.