El pavimento de la Vía Perimetral de Teruel será sustituido por el Ayuntamiento con una inversión de 650.000 euros para corregir el deterioro prematuro provocado por la utilización de áridos de mala calidad en su construcción, aunque en su momento cumplían los requisitos legales y las condiciones establecidas en el proyecto. La obra, que permite la circunvalación del caso urbano por el borde este, se inauguró en 2008 tras una inversión de 16,5 millones de euros y tras un polémico proceso con modificaciones de proyecto para pasar de los dos carriles previstos inicialmente a cuatro.

El pleno municipal del próximo lunes incluirá la aprobación de una modificación presupuestaria que permitirá afrontar el reasfaltado de la Perimetral, con una longitud de 3,5 kilómetros. Las obras, que durarán un mes y medio, podrán comportar cortes puntuales del tráfico, parciales o totales.

La alcaldesa de Teruel, Emma Buj, explica que el pavimento inicial no ha dado los resultados de durabilidad previstos y la reparación comportará su completa sustitución. El mismo problema se dio en la autovía Mudéjar o A-23, donde también se utilizaron áridos de la misma procedencia -una cantera de Manzanera- y que, actualmente, no se aprovechan.

El concejal de Infraestructuras, Juan Carlos Cruzado, explica que los áridos empleados en la construcción se descomponen al contacto con la sal utilizada para combatir la acumulación de hielo y nieve. Se generan así grietas que amplían su anchura con las heladas.

El Consistorio dispone desde hace dos años de un informe que recomienda la renovación del pavimento, pero según indicó la alcaldesa no ha podido acometer la obra hasta hoy por su elevado coste y las precaria situación financiera municipal. “Si se hubiera hecho antes, hubiera comprometido la mayor parte de la inversión presupuestada”, ha dicho Buj. Las obras se iniciarán, previsiblemente, a principios de 2018.

El concejal de Tráfico, Jesús Fuertes, reitera la convicción de que la Vía Perimetral debería ser más utilizada por los automovilistas para descongestionar las principales arterias urbanas. Aunque el uso es creciente, se mostró “descontento” con los niveles de tráfico actuales.