MATARRAÑA

Luz verde a las balsas del Matarraña tres años después del pacto de La Fresneda

La CHE adjudica la redacción de los proyectos para hacer los depósitos de Val de Beltrán y Val de Figuera.

Paso de tortuga. Ese es el ritmo con que avanzan las obras del Pacto del Agua. Y da igual que sean de una magnitud tan grande como Yesa o representen, en comparación con el recrecimiento del embalse del río Aragón, una inversión minúscula. Las balsas del Matarraña, que se encuentran dentro de esta último tipología, han tenido que esperar tres años desde que hubo un acuerdo unánime para construirlas en vez de la presa de Torre del Compte hasta que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha adjudicado la redacción de los proyectos.


Y eso que el acuerdo, denominado de La Fresneda por haberse alcanzado en el ayuntamiento de ese municipio en junio de 2005, ha sido alabado hasta la saciedad como modélico dentro del siempre polémico debate hidráulico, ya que se gestó de manera espontánea y previa al debate de la Comisión del Agua, el organismo creado, entre otras cuestiones, para revisar y adaptar al siglo XXI el Pacto del Agua suscrito por los partidos políticos en 1992.


De hecho, el acuerdo de La Fresneda es heredero del pacto de Fabara de 1999, cuando ayuntamientos, regantes y ecologistas, ante los estragos de la sequía, lograron consensuar la construcción de las balsas de Val Comuna y La Trapa, en funcionamiento, aunque con problemas de filtraciones, desde 2005.


Con ese espíritu de diálogo y entendimiento, los mismos protagonistas, ayudados por la Iniciativa Social de Mediación impulsada por la Fundación Ecología y Desarrollo, sacaron adelante en La Fresneda un acuerdo para priorizar la construcción de otra serie de balsas y aparcar (aunque varios ayuntamientos siguen defendiéndolo) el proyecto del embalse de Torre del Compte, planteado en el curso del río Matarraña para almacenar unos 25 hectómetros cúbicos y que despertaba un importante rechazo por su impacto ambiental.


El acuerdo, que fue adoptado sin variaciones por la Comisión del Agua de Aragón para que su plenario lo aprobase prácticamente por unanimidad (hubo una abstención) en 2006, incluye seis obras hidráulicas: dos balsas laterales en el Matarraña, en el término municipal de Mazaleón, una tercera en el río Algars, otras dos en el Tastavins y un embalse de unos 7 hectómetros cúbicos en este último río.


El pacto fue saludado con auténtico alborozo tanto por la DGA como por la exministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, que se deshizo en elogios por la forma y la contundencia con que se había logrado el consenso sobre las necesidades hidráulicas en la subcuenca del Matarraña. El pacto fue ensalzado como el modelo ideal para intentar desatascar las obras del Pacto del Agua. Con ese grado de acuerdo, se vino a señalar, iba a ser mucho más fácil impulsar los proyectos de regulación y abastecimiento hídrico.


Desencanto y lentitud

La realidad, sin embargo, ha sido muy diferente. El desencanto llegó en 2007 e incluso se reflejó en varias iniciativas en las Cortes autonómicas de la oposición, que no prosperaron por la aplastante aritmética parlamentaria, para exigir la reprobación de Narbona ante su incapacidad para cumplir lo prometido.


Las fuertes críticas obligaron al ministerio de Medio Ambiente a presentar a finales de ese año un cronograma que ofrecía una previsión de plazos para las principales actuaciones. Pero las estimaciones volvieron a fallar. Y, nuevamente, no solo con los proyectos de mayor calado, sino también con el Matarraña. La CHE preveía licitar los proyectos en enero de 2008 y al final lo hizo en febrero, pero únicamente para dar el primer paso de dos de las seis obras previstas: las dos balsas de un hectómetro cúbico en Mazaléon: Val de Beltrán y Val de Figuera.


Esta semana, el ministerio de Medio Ambiente ha comunicado la adjudicación de la redacción de esos dos proyectos. El de la balsa de Val de Beltrán, planificada en la margen izquierda del Matarraña, lo redactará la empresa SERS con un presupuesto de 124.432 euros. Euroestudios se encargará de Val de Figuera, en la margen derecha, con un presupuesto de 115.228 euros. Ambas sociedades cuentan con ocho meses de plazo para terminar los proyectos.


Por lo tanto, y siempre y cuando no haya nuevos retrasos o parones, dos de las seis actuaciones del Matarraña, pese a contar con todas las bendiciones sociales y políticas, empezarán a estar en obras cuatro años después de que se alcanzará el necesario consenso sobre su ejecución. Demasiado tiempo y poca recompensa para un esfuerzo de diálogo y talante sin precedentes.