MEDIO AMBIENTE

Los invasores de Aragón

Decenas de especies exóticas han colonizado el ecosistema aragonés, causando a veces graves daños medioambientales y económicos. La DGA ha elaborado un manual de buenas prácticas para intentar frenar su avance y evitar que lleguen nuevos 'vecinos'.

Algunas son diminutas y otras miden varios metros de altura. Varía su atractivo, su utilidad y las consecuencias que acarrean. Solo tienen algo en común: vienen de fuera y amenazan el ecosistema aragonés.

 

Decenas de especies exóticas invasoras han colonizado campos y bosques en la Comunidad. Amenazan en algunos casos a especies autóctonas y causan en otros graves daños económicos. Esta semana, un congreso nacional celebrado en Zaragoza ha debatido sobre qué casos y cuáles no deberían integrar un futuro catálogo sobre estas variedades. La cita sirvió también para que el departamento de Medio Ambiente de la DGA presentara un manual de buenas prácticas sobre especies invasoras que acaba de elaborar.

 

Hay más plantas que animales, pero estos suelen ser especialmente dañinos. En la región aragonesa, el espacio más relevante lo ocupa el mejillón cebra, que ha puesto en peligro a especies como la margaritífera y que además causa enormes pérdidas económicas al atorar conducciones.

 

Otras especies resultan más coloridas, como la cotorra argentina, una de las mascotas más populares y que en ocasiones es liberada por dueños irresponsables. Ha formado grandes colonias en parques de Zaragoza como el del Tío Jorge. Desde hace seis años, es objeto de seguimiento y control por parte de los agentes forestales de la capital. Actualmente, hay localizadas 260 parejas reproductoras y 700 subadultos inmaduros.

 

El caso del galápago de Florida es muy parecido. Es habitual que, al ganar tamaño, sus propietarios lo dejen en libertad. Esto ha hecho que, por su voracidad y agresividad, haya desplazado de su ambiente a galápagos autóctonos.

 

Es diferente la situación del castor europeo o el del siluro, introducidos de forma voluntaria para conseguir un fin. El pez, por ejemplo, se ha instalado de tal forma en la práctica de la pesca deportiva que su erradicación, como reconocen los expertos, resulta inviable. "Tiene una sólida implantación", reconoció días atrás Manuel Alcántara, jefe del servicio de Biodiversidad del Gobierno de Aragón. Sí que se puede luchar, sin embargo, por "evitar que llegue a puntos más sensibles" de ríos y embalses.

 

Por otro lado, las plantas suelen ser menos beligerantes con las especies autóctonas, aunque su incidencia varía. Está por ejemplo el ailanto, un árbol que puede alcanzar los 30 metros de altura y que se importó de China por su valor ornamental. Es una especie muy competitiva, que llega a "alterar el ecosistema de los bosques mediterráneos al modificar la composición de los suelos", según aparece en la guía de la DGA.

 

Como explica el manual, solo entre un 5% y un 20% de las especies exóticas se convierten en invasoras. Por lo general, basan su 'éxito' en su agresividad, su fácil adaptación y su capacidad reproductiva. Aragón destaca por el elevado número de peces frente al menor de aves exóticas, por un lado, y la mayor repercusión del mejillón cebra frente a la menor de la flora alóctona. Entre las medidas que se deben tomar para evitar su propagación está evitar traer especies exóticas, limpiar el equipo antes de hacer senderismo, tener cuidado en el traslado de embarcaciones entre embalses y ríos y, en el caso de la pesca, desinfectar las artes.