ENTRE ZARAGOZA Y CALATAYUD

La reforma de la autovía de Madrid estará en un mes

La concesionaria ha completado los trabajos, a excepción de la ampliación prevista junto al polígono Centrovía y de los remates. La remodelación del tramo aragonés tenía que terminarse en junio, pero siguen en obras los 94 kilómetros entre Alcolea y Calatayud.

La reforma de la autovía de Madrid estará en un mes
La reforma de la autovía de Madrid estará en un mes
JESÚS MACIPE

La reforma de la autovía de Madrid será finalmente una realidad desde Zaragoza a Calatayud en poco más de un mes. Las empresas concesionarias han dado un ultimo acelerón para transformar el último tramo pendiente, en el entorno de Centrovía, y rematar la instalación de elementos de seguridad y señalización. Los conductores se librarán así de los desvíos y retenciones que han sufrido en el último año y medio aunque las afecciones se mantendrán en sentido Madrid porque las obras continuarán.


El Ministerio de Fomento pactó a finales de 2009 con las empresas que todo el tramo aragonés de la A-2 estuviera listo para su reestreno el pasado 30 de junio, pero no ha sido posible. Los 108 kilómetros entre Zaragoza y Calatayud lo harán con un trimestre de retraso, mientras que en los 94 que separan Calatayud de Alcolea del Pinar aún queda faena.


Fuentes cercanas al Ministerio de Fomento indicaron a este diario que el grueso de la remodelación, entre Calatayud y La Muela, está en servicio desde el pasado mes de junio, a la que se unió la ampliación en el entorno de la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza) a finales de julio. Las retenciones se han mantenido hasta el pasado fin de semana, ya que las máquinas siguen trabajando en el tramo junto a Centrovía. «En septiembre estará todo listo después de un año y medio de trabajo ininterrumpido», sentenciaron.


Las empresas adjudicatarias acabarán solo la primera fase del contrato con las obras, ya que también se encargarán de mantener la autovía hasta el año 2026. El Ministerio de Fomento les irá pagando en cómodos plazos, mediante una tarifa que se aplicará en función de los kilómetros y del número de vehículos que circulen por la infraestructura.


La A-2 se desdobló en los años 80 y no reunía las condiciones mínimas de una autovía moderna, por lo que se ha modificado de forma sustancial al igual que el resto de autovías de primera generación. En el caso del tramo aragonés, su reconstrucción se dividió en dos contratos, Alfajarín-Calatayud y Calatayud-Acolea del Pinar, a cargo de la unión de empresas formada por Ferrovial y Grupisa y la que constituyeron Iridium, Dragados, Intecsa-Inarsa y Imesapi, respectivamente.


Una transformación apreciable


La transformación que ha sufrido la A-2 es apreciable por cualquier conductor. La reforma se ha centrado en 90 de los 202 kilómetros que suma el tramo aragonés, en los que se ha cambiado el trazado (reducción de pendientes y mejora de radio y peraltes de curva, sobre todo), se han adecuado los carriles de aceleración y deceleración y reordenado los accesos, entre otras actuaciones.


Las adjudicaciones se firmaron a finales de 2007 y la 'puesta a cero' de la autovía se tendría que haber inaugurado dos años después. Sin embargo, las diferencias con las empresas y la renegociación de los contratos han alargado su puesta en servicio. De hecho, el presupuesto de las obras se ha disparado hasta sumar en Aragón los 378 millones de euros, ya que las modificaciones y mejoras respecto a lo proyectado han superado los 120 millones (un 46% más).


La renegociación con las concesionarias duró meses, ya que las empresas defendían que las mediciones y cálculos del anteproyecto no se correspondían con la realidad, por lo que el coste real era mucho mayor. Además, hubo que introducir mejoras por la entrada en vigor de nueva normativa desde la adjudicación, como la que afecta al asfalto (que se fabrica ahora con polvo de neumático) o a las barreras de seguridad (para proteger a los motoristas).


Fomento también aprovechó para incluir nuevas vías de servicio (como las de la zona de Plaza), la reparación de taludes agrietados y la sustitución de pretiles, entre otras mejoras. Las nuevas biondas de seguridad para proteger a los motoristas aún se estaban instalando hace unos días a la altura de Calatayud.


Mayor capacidad y seguridad


Las modificaciones y mejoras de trazado proyectadas se reparten por 43 puntos del trazado, en las provincias de Zaragoza y Soria. Una de las más notorias es la ampliación de la capacidad de la infraestructura con el tercer carril construido de forma casi ininterrumpida desde la Ronda Norte de Zaragoza hasta el alto de La Muela. Pero también se han suprimido curvas peligrosas, como las dos bajadas de La Muela o las del puerto de Morata.


La traducción inmediata es la mejora de la seguridad, como se indica en el propio proyecto: «La mejora del trazado de las curvas existentes aumentando su radio tendrá un efecto positivo sobre la reducción de la accidentalidad en el tramo debido a salidas de la vía». También se prevé que se reduzcan las colisiones al construirse un tercer carril para vehículos rápidos en el tramo previo a Morata, donde hay una fuerte pendiente, del 5,37%.


De hecho, la memoria recoge una relación de los accidentes ocurridos entre los años 2002 y 2006 y concluye que la mitad se debieron a salidas de la vía.


Pero para reducir la siniestralidad aún se deben acabar las obras, que han provocado numerosas molestias y retenciones desde el año pasado. Por ello, el alcalde de Calatayud, el popular José Manuel Aranda, urgió a Fomento a rematar al menos la autovía hasta Zaragoza porque también les tocará padecer de lleno las obras en el sentido contrario. «Estamos sufriendo muchos atascos, porque zonas ya abiertas al tráfico se cierran provisionalmente para pintar la señalización o instalar las biondas de seguridad. Es un descontrol del que no tenemos ni idea porque no nos han informado», añadió.