JUICIO POR EL CRIMEN DE FAGO

La juez de Jaca ocupó el lugar de Bidegáin en el coche y comprobó que no se veía nada en esa posición

El médico que se encontró con el asesino de Miguel Grima declaró que distinguió que no era Santiago Mainar "casi" con seguridad. Un guardia civil afirma que al cruzar un camino en mal estado el forestal dijo: "Cómo no lo iba a matar, mira como está esta pista".

Santiago Mainar instantes antes de que diera comienzo la cuarta sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Huesca
La juez de Jaca ocupó el lugar de Bidegáin en el coche y comprobó que no se veía nada en esa posición
JAVIER BLASCO

Acusaciones y defensa mantienen un tira y afloja para tumbar o probar (según el caso) las coartadas de Santiago Mainar, juzgado en la Audiencia Provincial de Huesca como presunto autor del asesinato del alcalde de Fago, Miguel Grima. Ayer cobró de nuevo relevancia el testimonio prestado por Iñaki Bidegáin, el médico vasco con casa en Fago que se encontró con el asesino instantes después de que lo hubiera matado y con el cadáver todavía en el asfalto, pero oculto por el coche del propio alcalde.

 

Bidegáin declaró el pasado martes que estaba "casi seguro" de que la persona a la que vio y con la que intercambió cuatro palabras no era Santiago Mainar. El médico contó que, tras parar a unos veinte metros del coche del alcalde, bajó la ventanilla y se acercó una persona con una linterna en la frente, que se quedó en la línea media entre las dos puertas laterales. Añadió que él giró la cabeza hacia la izquierda para preguntar si ocurría algo y que en ese momento vio los rasgos de la persona, la cual le dijo que siguiera su camino. Según su percepción, era un individuo de unos 40 años, 1,80 metros de estatura, delgado y de tez morena (Mainar mide 1,70 y tiene la tez blanca).

 

Durante la sesión de ayer, una agente de la Unidad Central Operativa puso en entredicho esta versión al recordar la reconstrucción de los hechos que la juez de Jaca ordenó efectuar para comprobar todos los extremos de este caso. "La persona que representaba a Mainar se quedó entre las dos puertas (como dijo Bidegáin y el propio acusado en su confesión) lo que implica girar cabeza. La juez se puso ahí y dijo que en esa misma posición no se veía nada", declaró. Bidegáin contó igualmente que la juez se había sentado en su posición y que, sin embargo, le había dicho que "sí se podía ver" a la persona.

 

Ayer, al abogado de la defensa, Marcos García Montes, le pareció -según dijo al término de la sesión- que en este proceso hay "cosas gravísimas" como que la jueza que investigaba el caso se metiera en el coche durante la reconstrucción de los hechos, "perdiendo su imparcialidad".

"La mujer no miró ni preguntó"

La funcionaria de la Guardia Civil también estuvo en la reconstrucción que se hizo con Elena Cáncer, la mujer del médico, y recordó que reconoció que vieron una persona y un coche, pero que ella "ni miró ni preguntó ni nada". "En ningún momento le preocupó", dijo la agente.

 

El presidente del tribunal, Santiago Serena, se interesó especialmente por la luz ambiental que había en la reconstrucción de los hechos. "La luz del vehículo de Bidegáin (situado camino hacia Fago), la del turismo del alcalde (hacia Majones) y el frontal de la linterna (del asesino)", explicó la agente de la UCO.

 

El comportamiento del matrimonio fue cuestionado también tanto por el abogado de la acusación particular, Enrique Trebolle, como por la acción popular, José María Viladés, aprovechando el interrogatorio que hicieron a tres guardias civiles del SEPRONA de Huesca, uno de ellos casado casualmente con una fagotana.

 

Este funcionario relató que sobre las 9.45 recibió una llamada de su mujer. "Me dijo que Miguel había salido de tarde el día de antes a una reunión y no había vuelto. Se lo comuniqué al cabo primero. Cogimos material y comenzamos la búsqueda".

"Buscábamos un accidente"

La patrulla, uniformada y en moto, salió de Jaca e hizo el recorrido hasta Fago rastreando la carretera y mirando por el borde. "Íbamos muy despacio y la mayor parte de pie. Buscábamos señales de rodadas, porque pensábamos en un accidente de tráfico y una salida de vía", manifestó.

 

Durante el trayecto, ni él ni sus compañeros vieron restos de cristales en el asfalto ni tampoco de rastros de arrastre de un cuerpo, en contra de lo que aseguró Santiago Mainar cuando dijo que pasó por ahí al día siguiente del crimen y vio señales como de un golpe de un jabalí contra un coche y un reguero de sangre que cruzaba la carretera. Estos elementos son los que, según explicó, luego utilizaría para "idear su ficción y acomodar su declaración con la realidad".

 

Los abogados resaltaron que los guardias civiles están habituados a buscar por carretera y que pasaron por el mismo lugar del crimen sin percatarse de nada.

 

Cuando llegaron a Fago sin haber encontrado al alcalde, había gente en la plaza. Entre las personas que mencionaron los agentes se encontraba Iñaki Bidegáin.

 

"¿Se dirigió a usted este último para hacerle algún comentario de algo que hubiera visto?", preguntó Trebolle. "No", respondió el agente. El letrado insistió: "¿Pero ustedes se dejaron ver por allí. Es decir, iban uniformados, en moto y con casco?". "Sí", dijo el guardia. "¿Y nadie les dijo nada?", reiteró. "No", confirmó.

 

Marcos García Montes, por su parte, interrogó a los funcionarios del SEPRONA sobre si alguna vez alguien les ha entregado escopetas que hayan encontrado por el campo. La respuesta de los tres fue negativa. El letrado quería demostrar con estas preguntas que la explicación que dio su cliente sobre el origen de la escopeta -dijo que se la encontró en el campo porque los furtivos suelen abandonar armas- es inverosímil e inventada.

 

La agente de la UCO, que transcribió la confesión de Mainar, destacó la naturalidad y tranquilidad con la que declaró y señaló que iba contando cronológicamente y de forma fluida cómo sucedieron los hechos.

 

Además, uno de los agentes de la Policía Judicial de Jaca contó que cuando iban con el detenido en un todoterreno al lugar donde dijo que encontró la escopeta pasaron por una pista impracticable en la que Grima había hecho unos arreglos y dijo: "Cómo no lo voy a matar, mira cómo está la pista". García Montes le preguntó si hizo constar en las diligencias ese comentario y el agente reconoció que "no", a pesar de que admitió que lo consideraba importante.