ELECCIONES AUTONÓMICAS EN 2011

La crisis pone en duda el relevo

La apuesta de Iglesias para que Almunia sea su relevo en 2011 puede cambiar por la crisis y la _presión de la ejecutiva estatal, donde la pugna entre Pajín y Blanco está pendiente del comité federal del 16 de julio.

La crisis pone en duda el relevo
La crisis pone en duda el relevo

TODOS los principales dirigentes federales, regionales, provinciales y locales del PSOE coinciden en que las circunstancias económicas, sociales y políticas deberían dejar sin efecto las declaraciones y las intenciones del presidente de la Comunidad Autónoma, Marcelino Iglesias, de dar paso a Eva Almunia como relevo en la candidatura a presidir el Ejecutivo de Aragón tras las elecciones autonómicas y municipales de 2011.

Desde que a finales de septiembre de 2008, el líder de los socialistas aragoneses anunciara su decisión de que no volvería a optar a un tercer mandato como presidente de Aragón, ha llovido mucho y las cosas han cambiado. Nadie se lo esperaba. Ni él ni sus compañeros de partido, aquí y sobre todo en la sede madrileña de Ferraz.

En estos momentos, su propuesta, Eva Almunia, no es una apuesta segura ni cuenta con un valor añadido de cara a los próximos comicios. Es un problema de contexto económico, social y político. Nada que ver con la valía personal y política como algunos quieren "vender" por eso de la pelea interna por el poder orgánico.

Iglesias sigue siendo un valor seguro, eso lo sabe todo el mundo, aunque pudiera perder las elecciones. Igual que es evidente que con la secretaria de Estado, los socialistas, según sus encuestas internas, lo tienen mucho más complicado para afianzar sus posibilidades de formar gobierno, ya sea con el PAR o con CHA e IU.

La verdad es que una cuestión de restos, en términos electorales, y de empuje para que los votantes socialistas no se queden en casa en la convocatoria a las urnas del 22 de mayo del próximo año.

Aspecto vital que no solo depende de que Iglesias sea el alter ego de Luis Fernanda Rudi. Mucho más fundamentales serán temas como la evolución de la crisis, la creación de empleo, lo que haga el Gobierno central ante la caída de la productividad, los recortes de las inversiones estatales, las hipotecas, los impuestos, los servicios públicos, las infraestructuras, las políticas sociales... Y muchos intereses de partido. Demasiados.

Es complicado de entender desde una perspectiva ciudadana el barullo interno del PSOE y las salidas de tono de José Blanco como ministro de Fomento y como número dos del socialismo español, por lo menos hasta ahora, incluso en Zaragoza y ante la presencia del propio Iglesias.

Es más. Blanco ha echado por tierra las aspiraciones aragonesas en la reapertura del Canfranc, en el impulso a la Travesía Central del Pirineo, el desarrollo de la autopista AP-68, el desdoblamiento completo de la N-232, la red regional de cercanías y en la construcción de nuevas infraestructuras.

En este contexto, resulta evidente que Iglesias genera más confianza que cualquiera. Y eso que en 1999 nadie daba un duro por él y sorprendió a todos.

Todo ha cambiado. Iglesias debe meditar si tiene que repetir como candidato. Y el PSOE si un grupo de desconocidos va a volver a reñir por las listas.