El compositor José María Ciria estrena una obra inspirada en las brujas del Pirineo

El músico de Benasque, con solo 32 años, ha creado ya más 20 piezas para solistas y grupos. La última, Taula’, fue interpretada en la Fundación March de Madrid.

El joven compositor benasqués define su lenguaje musical como radical y de vanguardia.
El joven compositor benasqués define su lenguaje musical como radical y de vanguardia.
Daniel Lisbona

José María Ciria es, pese a su juventud (32 años), una promesa de la composición musical, con más de una veintena de obras en su currículo. El pasado día 7, el prestigioso quinteto de metal Spanich Brass estrenó la última, ‘Taula’, en la Fundación March de Madrid, con muy buena acogida por parte de la crítica. La partitura está inspirada en las brujas de Laspaúles, 24 mujeres torturadas y ejecutadas en el siglo XVI, una historia cercana para este músico de Benasque que conoce bien el cruel episodio revelado por el cura de aquella localidad, Domingo Subías, tras hallar en 1981 más de 1.000 manuscritos durante las obras de rehabilitación de la iglesia. Casualmente, el párroco se estaba construyendo una casa en un terreno que resultó ser el escenario del ajusticiamiento de las mujeres, cuenta Ciria, impactado por "la irracionalidad de aquellos asesinatos".

Hojeando los facsímiles de las actas se topó con una hoja donde constaba el pago de seis sueldos por parte del Concejo de Laspaules para alquilar una mesa de torturas, una ‘taula’, en patués, que ha dado título a su composión. El subtítulo, ‘Llum táctil’, también en su lengua vernácula, hace referencia al contraste entre aquellos episodios tan crueles y el silencio y la luz de las noches de invierno en el Pirineo, "que casi te palpa la cara". "Esto ocurrió en febrero, y en mi cabeza estaba la imagen de Benasque, nevado y calmado en las horas nocturnas, con su densa serenidad, frente a la violencia contra aquellas mujeres", explica Ciria.

La música, reconoce el compositor, no puede por sí sola narrar ese episodio, a diferencia de las palabras. "Es un arte abstracto, sin ningún tipo de semántica". Su objetivo es construir "un territorio sonoro por donde camine el espectador, que lo interprete libremente", porque si quisiera contar una historia, añade, escribiría una novela. Además, él define su lenguaje musical como "bastante radical, muy de vanguardia".

José María Ciria lleva estrenando composiciones desde que empezó a estudiar en el Conservatorio de Madrid con 19 años. Él escribe partituras para otros, no las toca. "Se establece una interesante simbiosis con los intérpretes", dice, que en el caso de ‘Taula’ funcionó a la perfección. "Solo tuve que darles la partitura, sabía que lo iban a hacer bien".

Algunas de sus composiciones se han escuchado en escenarios internacionales, en Rusia o Suiza, y también en Aragón, en el Auditorio de Zaragoza. Su lugar de nacimiento es fuente de inspiración: las culturas precristianas del valle de Benasque o su condición de frontera. "Mi tierra me tira mucho y siempre hay cosas relacionadas con el románico o con la historia de la brujería, que me interesa mucho a nivel social y antropológico. Te das cuenta de cómo se llevó todo a ese nivel de irracionalidad, una lectura que podemos hacer hoy también con otros hechos".

Se fue de Benasque para estudiar en Madrid, pero ahora reside en Albacete, donde da clases de Análisis en el Conservatorio Superior de Música de Castilla-La Mancha. Su faceta creadora va más allá de escribir partituras. Se extiende a otras experiencias artísticas, como las instalaciones sonoras. Colabora con arquitectos o diseñadores para poner sonido a espacios, un aspecto que entronca con su papel de docente en el Máster de Arquitectura Efímeras de la Universidad Politécnica de Madrid

José María Ciria iba a clases de violín en la Escuela de Música de la Ball de Benasque, pero su aprendizaje fue casi autodidacta, cuenta. Hizo las pruebas y entró directamente en el Conservatorio Superior de Música de Madrid sin haber pasado por los anteriores grados. Allí estudió la carrera de Composición. Con 22 años recibió el Primer Premio para Jóvenes Compositores Fundación Fidah. Y con 23 realizó una estancia formativa y una gira de conciertos en Rusia. No limita su creación a la música, ya que con 25 años estrenó en ARCO una instalación multidisciplinar. Sus obras han sido interpretadas por ensembles y solistas en festivales de Rusia, Suiza y España. Además, se ha formado en diseño de experiencias e innovación en la escuela KaosPilot (Dinamarca).  

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