Berna González Harbour, periodista: "Vladímir Putin es un Hitler resucitado"

Periodista en el diario 'El País', fue corresponsal en Moscú. Su gran experiencia en periodismo de ámbito internacional le posibilitan una visión estratégica del momento actual.

Berna González Harbour en los jardines del centro Ibercaja Villahermosa de Huesca, donde impartió la conferencia 'El alma rusa'.
Berna González Harbour en los jardines del centro Ibercaja Villahermosa de Huesca, donde impartió la conferencia 'El alma rusa'.
Verónica Lacasa

Gran conocedora de la sociedad rusa y del proceso de transición política de los últimos 30 años en ese país, impartió en Huesca la conferencia ‘Alma rusa’ dentro del ciclo ‘Retos del siglo XX para el siglo XXI’, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en su sede Pirineos.

¿Quién es Putin y qué quiere?

Putin es el dictador más frío, desalmado, calculador, fratricida, hermético... que tenemos ahora sobre la faz de la tierra. Y, sobre todo, es peligroso. Quiere ampliar las fronteras de Rusia y someter al mundo a su dictado para poner sobre la mesa un nuevo tipo de imperialismo ruso.

¿Cómo se le puede frenar?

Con la fuerza. Es la única manera, no hay negociación posible. Él encuentra en el lenguaje bélico el aglutinante de su país, de la historia y la tradición rusas. Será crónico, como el conflicto entre Israel y Palestina y otros tantos.

¿Ni cuando Putin desaparezca?

No lo podemos saber. Para mí, que soy novelista de negra, la Rusia de Putin es la peor novela negra de nuestras vidas. Él cumple un papel que recurrentemente Rusia ha podido cumplir. En alguna época sale de ello y va hacia una mayor democracia pero es el papel que se arroga Rusia.

¿Hay peligro de guerra nuclear?

Sí. Ojalá no se produzca, ojalá sea evitable... Espero que Estados unidos y Europa estén preparando escenarios para evitarlo pero… hay peligro.

Si Trump siguiera gobernando en USA ¿habría Putin invadido Ucrania?

Yo creo que sí. Lo que es más dudoso es que Estados Unidos estuviera tan claramente posicionado para frenarle porque Trump, en esencia, era putinista. Se llevaba muy bien con los autócratas, hablaban un mismo lenguaje y en presencia de Putin incluso deslegitimó las informaciones de la CIA y de sus propios servicios de inteligencia. Asumía ese mismo tono matón y que socava las instituciones democráticas, como Putin. Esté se confió en la debilidad de Europa y de Estados Unidos, precisamente, gracias al avance de fenómenos como Trump o el Brexit. Creyó que lo tenía fácil e invadió. Por fortuna para todo el mundo civilizado se ha encontrado con Biden y no con Trump y con que Europa está en una posición muy firme para frenarle.  

¿Cuántos años estuvo como corresponsal en Moscú y qué encontró cuando llegó?

Desde 1990 a 1993. Viví la caída del comunismo, la implosión de la Unión Soviética, la democracia (caótica), su fracaso… El germen de lo que pasa hoy. Al llegar, encontré un régimen corrupto, un país destrozado. La gente hacía colas de muchas horas e incluso de días sin saber qué había al final. Veían una cola y se ponían, no sabían si habría huevos o tela de algodón

¿Cómo cree que está ahora?

Tengo amigos allí pero hace años que no voy. Ver a quienes rodeaban a Putin en la ceremonia de anexión del otro día, sus aplausos rítmicos, secos, sin entusiasmo... me recordaron al último congreso comunista de Ceausescu, el presidente rumano. Todo se veía forzado y él cayó un mes después. Aquello se me quedó grabado.

¿Qué paralelismos, si los hay, se pueden establecer entre la Rusia de Putin y la Alemania de Hitler? 

La Rusia de Putin ha recuperado imágenes completamente asociadas a la Alemania de Hitler: invasión, tanques, bombardeos… Nos creíamos ya en una sociedad cibernética donde la competencia se daba en la tecnología, la economía, la carrera por el espacio, la ciberguerra que la propia Rusia ejercitaba... y nos hemos encontrado con una estampa hitleriana. Putin es un nuevo Hitler que invade con tanques, anula la soberanía de otros países y se cree con el derecho de poseerlos ignorando su voluntad. El paralelismo es el de un Hitler resucitado.

Y el pueblo ruso ¿Tiene algo que decir?

Lo decía Sloterdijk, el filósofo, en una entrevista que le hice. En las autocracias, el pueblo renuncia a lo público porque no se lo cree y se vuelca en lo privado. Habrá gente más ignorante que sí abraza el nacionalismo ruso, pero las personas más capaces de formarse y pensar saben que lo público es intransitable, un terreno de una falsa democracia donde no hay una capacidad de asociación, de reivindicación.

Algún intento ha habido.

Y cuando ha surgido, la sociedad civil, la prensa libre han sido aplastadas, y con exhibición. Cuando Putin o las fuerzas de seguridad matan con polonio lo hacen para que vemos de lo que son capaces. Si quisieran matar secretamente lo harían. Eso anula la voluntad de organizarse.

¿Tiene la sociedad civil rusa nostalgia de la Unión Soviética?

Sí. Muchos sí en el sentido de que había un universo fijo, había certidumbres. Con la implosión del sistema se fueron al garete las seguridades de mucha gente, con un empleo,  sueldos muy humildes, una casa que compartían... Tenían esas certezas pero cuando llegó el capitalismo salvaje , lo hizo si ningún tipo de transición ni de colchones como los que tenemos en occidente con el estado del bienestar. Se derrumbaron esas certidumbres y hay un porcentaje de población que tiene cierta nostalgia de ese discurso de grandeza, de ser únicos, de esas seguridades. Pero también hay mucha gente que no. La propia estampida que estamos viendo refleja muy bien esa dualidad. En teoría, la inmensa mayoría de la población apoya esta guerra pero cuando ha habido que movilizarse han salido por piernas. Compran el discurso nacionalista porque hay que comprarlo pero a la hora de la verdad no hay un entusiasmo que se haya contagiado.

¿Cómo es el alma rusa?

Es la un pueblo destacado por su gran capacidad de formación, resistencia, grandeza geográfica, presa siempre de una languidez y una intelectualidad acentuadas. Es un alma con un pulso constante entre el derrotismo y la aceptación y, al otro lado, el impulso de invasión y el supremacismo.

¿Y la de Ucrania?

Siempre tuvo dos almas, una más prorrusa y otra más proeuropea pero en la medida en que Rusia ha ido asesinando, desarrollando guerras desde 2014 se ha acercado a Europa. Tiene cada vez una mentalidad más europea y no se deja avasallar. Ya sufrió las matanzas y hambrunas que provocó Stalin en los años 30, cuando murieron millones de ucranianos por culpa de los rusos. Esto es un conflicto para siempre y desde siempre.

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