Graciela Gil Romera: "La comunidad científica lleva cien años alertando del aumento de CO2"

Esta científica, investiga cómo el actual Cambio Global afecta al planeta de una manera irreversible, lo que implica incluir una perspectiva espacio-temporal amplia al estudio de los sistemas terrestres. 

Graciela Gil Romera.
Graciela Gil Romera.
Guillermo Mestre

Los modelos climáticos de hace millones de años ¿qué validez tienen ahora?

Los modelos climáticos del pasado sirven para darnos cuenta de que el aumento de temperatura actual no se está produciendo de forma natural.

Este incremento de temperatura que se produce y se prevé, estos cambios ¿afectan por igual a todo el planeta o tienen mayor incidencia en zonas más pobladas?

No tiene que ver con la población sino más bien con la latitud. Afecta de distinta manera en diferentes partes del planeta. En los trópicos se dará una reducción en la frecuencia de las lluvias o en la estacionalidad y eso tiene unas consecuencias. Pero en las latitudes altas del planeta un aumento de la temperatura tendrá una serie de consecuencias en la gestión de la fusión del hielo… Los cambios no serán unidireccionales.

¿Se puede defender la Tierra contra los cambios climáticos?El planeta se adaptará de formas imprevisibles y eso es lo que más pavor nos tiene que dar porque nos movemos en un territorio del que no tenemos registros, no tenemos nada en el pasado que sea exactamente análogo a lo que estamos viviendo ahora. El planeta afrontará los cambios de temperatura como siempre lo ha hecho. Otra cosa es cómo lo hará nuestra especie, que tiene un dependencia brutal de su medio. A mí me gusta hablar de cambio global. Una cosa es el clima y otra, lo que nosotros transformamos con nuestras actividades.

¿Cuándo empezó la actividad humana a interferir, a provocar este cambio global?

Hay muchísimo debate. Quienes se dedican a definir los periodos terrestres coinciden en que el momento está en torno a los años 50, cuando hay una transformación tan grande que dejas un registro en la Tierra, lo que se ve en los perfiles de suelo. Pero hay otra gente, también con muy buenas evidencias, que habla de que fue cuando el ser humano empezó a cultivar, en el Neolítico. Lo que está claro es que estamos atravesando un umbral, que nos acercamos un sitio del que no nos va a ser fácil salir si queremos revertir los cambios.

¿Está el hombre en peligro de extinción tal y como se han extinguido otras especies del planeta?

No me atrevería a decir eso... Nunca sabemos. Los neandertales no se extinguieron por un cambio climático sin más, fue un conjunto de cosas que todavía no se tiene claro. Lo que sí que parece obvio es que nuestra especie no puede seguir viviendo tan inconscientemente como hasta ahora con el consumo de recursos naturales.

Participó en el proyecto audiovisual ‘Píntate el cambio global’. ¿No está funcionando la razón para conseguir frenar el problema y por ello hay que apelar a la emoción?

La comunidad científica lleva alertando 20, 30 o incluso 100 años. Hace un siglo, con la Revolución Industrial, ya se sabía que estaba aumentando el CO2... Creo que apelar a las emociones siempre es bueno porque en los últimos años observo que hay una especie de ansiedad ambiental y, como individuos, nos dejamos llevar a una deriva de desesperanza realmente espantosa. Pero siempre será mejor una subida de dos grados que de tres, de un grado y medio que de dos... Hay cosas que ya no vamos a poder revertir pero muchas que sí, desde ejercer el voto hasta tu acción individual en miles de pequeñas cosas que yo creo que todas sabemos cuales son.

¿Plantar árboles? ¿Reciclar?

Plantar árboles no siempre es buena idea porque hay zonas donde nunca ha habido. Lo que podemos hacer es seguir luchando e intentar llevar la vida más coherente que podamos y esto implica renunciar a alguna comodidad para que el colectivo viva un poco mejor. En esto creo firmemente.

¿Quién es?

Doctora en Biología, su ámbito de investigación son los cambios globales en el pasado, como una de las maneras más eficaces para poder entender el actual y mitigar los cambios que puedan suceder en el futuro. Trabaja en diferentes lugares del planeta y ahora lo desarrolla en el IPE-CSIC de Zaragoza liderando un proyecto financiado por la agencia alemana de ciencia (DFG).

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