Los feriantes: "Desde la Guerra Civil no habíamos parado"

La familia Sada lleva cuatro generaciones dedicada a las atracciones de feria. Este ha sido un año perdido, pero no montar en su ciudad resulta aún más doloroso.

Carlos Sada, en la terraza del Palacio de Congresos con el recinto ferial al fondo. Este año estará vacío.
Carlos Sada, en la terraza del Palacio de Congresos con el recinto ferial al fondo. Este año estará vacío.
Rafael Gobantes

Desde la terraza del Palacio de Congresos de Huesca, una privilegiada atalaya sobre el recinto ferial, Carlos Sada observa con nostalgia el espacio vacío de 16.000 metros cuadrados donde cada San Lorenzo se instalan las casetas de tiro, las tombolas, las pistas de autos de choque y otras atracciones que garantizan emociones fuertes no aptas para personas con vértigo. Él es la tercera generación de una familia oscense de feriantes que por primera vez desde la Guerra Civil no podrá montar sus carruseles. Acaba de retirarse, pero su hermano y su hijo continúan con el negocio, por eso lamenta que este año el sonido de la feria también esté ausente en las fiestas de San Lorenzo.

Su jubilación, el pasado 12 de julio, se produjo a poco de comenzar lo que para la familia Sada es una de las citas más importantes del calendario. "Este año solo nos ha dado tiempo a hacer una feria, el 1 de marzo", antes de declararse el estado de alarma. Era en Mollerusa (Lérida). "Ya teníamos el sitio arreglado y pagado y nos llamaron para decirnos que no fuéramos, que la suspendían. Entonces optamos por traer el material a Huesca y meterlo en la nave, y aquí está desde un día antes del confinamiento. Luego nos fueron comunicando que suspendían las fiestas de los barrios de Huesca", lamenta Carlos Sada, que ha tenido un triste final de su vida laboral.

"Mi padre me contaba que había carruseles de madera en 1936 parados por la guerra, pero desde entonces hemos ejercido la profesión toda la vida. Ahora hemos tenido que diversificar". El hijo de Carlos Sada, cuarta generación de la saga de feriantes, se ha puesto a trabajar en otro sitio. Y su hermano compagina la actividad con el empleo en un taller durante el invierno.

"Mi padre me contaba que había carruseles de madera en 1936 parados por la guerra, pero desde entonces hemos ejercido la profesión todas la vida"

En una temporada normal recorren hasta 18 localidades con sus atracciones: Monzón, Binéfar, Fraga, Mora de Ebro, Huesca..., es decir, viajan por Aragón y Cataluña, principalmente. San Lorenzo supone una gran pérdida para ellos, pero además montan sus atracciones con motivo de las fiestas de los barrios de la ciudad y en invierno trabajan con sus carruseles en la plaza de San Antonio. "Este año nos queda, si esto se va calmando, negociar con el Ayuntamiento a ver qué se puede hacer, con la seguridad que sea necesaria", explica.

El negocio, a cero

El verano es la época dorada para los feriantes. "Tengo muchos amigos y compañeros en este negocio y lo están pasando regular", asegura, pues aunque haya ayudas para el pago de las cotizaciones de autónomos, hay muchos gastos que afrontar, como los seguros.

Y es que el negocio se ha detenido en seco. "En Huesca tenemos inmovilizados dos camiones y cinco remolques y hay que seguir pagando los impuestos y los seguros", relata Sada. Entre él, su hijo y su hermano llevaban cuatro atracciones. Hace un tiempo vendió una gran pista de autos de choque.

"Tenemos inmovilizados dos camiones y cinco remolques, y hay que seguir pagando impuestos y seguros"

La saga no acaba con ellos, otro de los Sada se jubiló el año pasado. Llegaron a trabajar en el negocio familiar los cuatro hermanos. La empresa celebró en 2012 su 70 aniversario. El negocio ya lo empezó el abuelo, que además era constructor de ferias, y lo continuó su padre, José Sada, que en 1991, al cumplir 50 años como feriante, recibió la parrilla de oro del Ayuntamiento por su contribución a las fiestas.

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