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Los trucos resuenan cada día con más fuerza en Chistau al calor de San Antón

Los vecinos del valle, junto a numerosos visitantes, celebraron en la noche del viernes al sábado una gran fiesta itinerante por varios pueblos rememorando una antigua tradición de los ganaderos.

Varias generaciones de vecinos del valle de Chistau se unen para hacer sonar sus trucos.

La celebración de San Antón se extiende por muchas localidades de Aragón pero si hay un lugar donde se vive especialmente es el Valle de Chistau, donde sus vecinos salen a la calle para hacer resonar los trucos (o cencerros, cuartizos, esquillas, caminés, talacas...) rememorando una antigua tradición que mostraba de esta forma el poderío de los ganaderos del valle y que fue recuperada hace unos años. Una fiesta en torno al fuego y al ruido que cada día atrae a más visitantes. 

La última edición fue especialmente multitudinaria, como reconoce Andrés Bielsa, alcalde de Saravillo, pedanía del municipio de Plan y punto de partida de la ruta itinerante nocturna de los trucos. Todo comenzó al anochecer en torno a la hoguera de San Antón, donde asaron carne para una cena que esta vez incluía huevos fritos, longaniza y cordero a la brasa, ensalada, caldo, pan y vino y que este año degustaron más de 200 comensales. Los adultos pagaron 6 euros y para los niños menores de 12 años es gratis.  "Se nos está disparando la participación cada año y muchos vecinos se involucran durante toda la semana en tareas como recoger la leña del monte para la hoguera y preparar una cena que al final no sabes cuánta gente va a venir", destaca. 

Tras degustar las viandas, sobre las 21.30 salieron a tocar sus trucos por las calles del pueblo para iniciar allí la ruta hacia Gistaín, donde el Ayuntamiento invitó a un quemadillo de vino con crespillos. La ronda, como dice la tradición, se repitió luego en otras localidades del valle donde los participantes fueron también agasajados con comida y bebida: San Juan de Plan (quemadillo de ron con torta), Plan (quemadillo de ron con torta también), Sin (vino y chocolate con torta) y, por último, Serveto (embutido y vino). Y durante todo el recorrido, hay mayorales vestidos como los ganaderos de antaño que encabezan la comitiva y que hacen sonar sus cuernos para marcar cuánto se tiene que empezar y dejar de tocar. La fiesta que se prolongó hasta cerca de las seis de la madrugada. 

Para Andrés Bielsa, uno de los momentos más emotivos de toda esta ruta es cuando tocan en la plaza de San Juan de Plan "porque es donde se consigue el mejor sonido y es cuando más trucos se juntan". Una tradición que recuperaron hace unos 25 años para prepararles una merienda en la hoguera de San Antón a los niños de la escuela y al profesor. "Entonces se empezó a tocar en el valle de una forma un poco improvisada y luego ya se hizo de una forma más organizada, pero el espíritu original se sigue manteniendo", explica.  

Las nuevas generaciones la han hecho suya "porque los jóvenes de los pueblos son los que demuestran más ganas y los niños pequeños también se vuelcan y llegan donde pueden, hasta que les vence el sueño y el cansancio". Además, los habitantes de los pueblos también han querido mantenerla viva pese a que los tiempos han cambiado mucho "porque antiguamente solo había trucos o cuartizos en las casas donde había tradición ganadera de ovejas, pero en los últimos 20 años mucha gente los ha comprado, sobre todo en Francia, y con unos tamaños que no son los que llevaba antes el ganado". 

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