Viaje al interior de una presa del revés

La CHE ofrece visitas guiadas durante todo el año para dar a conocer El Grado, cuya construcción supuso todo un hito en España al utilizarse el sistema de bóveda invertida.

Visitantes en una de las galerías de la presa de El Grado, cuya construcción empezó en 1955.
Visitantes en una de las galerías de la presa de El Grado, cuya construcción empezó en 1955.
José Luis Pano

La presa de El Grado, de 120 metros de altura, es uno de los ingenios más sobresalientes de la ingeniería hidráulica española. En su titánica construcción intervinieron 2.000 hombres (se tardaba tres días en pagarles), se emplearon 1.600.000 metros cúbicos de hormigón (el equivalente a 300.000 hormigoneras) y almacena 400 hectómetros cúbicos de agua (el 80% para regadío y el 20 restante para industria y abastecimiento) procedente del río Cinca y de su hermana mayor, la presa de Mediano.

Conocer estos datos y algunos secretos, como el curioso péndulo que registra las oscilaciones de los bloques de hormigón de la presa desde 1969, fecha de inauguración, está al alcance del interesado que lo desee. Solo tiene que ponerse en contacto con la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que dentro de su programa divulgativo organiza visitas guiadas a la presa a lo largo de todo el año. Se pueden realizar los martes, viernes y sábados, a partir de las 10.30. Tienen unas dos horas de duración y son gratuitas, aunque se precisa establecer grupos de al menos entre 7 y 10 personas (si algún grupo solicita ver la presa otro día, también es posible).

El recorrido comienza en el centro de recepción de visitantes, lo que en su día fue el chalé del ingeniero. Allí se conoce su despacho con útiles todavía de la época, como planos, rotuladores y reglas, una curiosa calculadora, los cascos utilizados por los obreros y fotografías de la construcción de esta presa y de la de Mediano -cuyos trabajos empezaron a comienzos del siglo XX-.

En este centro de visitantes, convertido en museo, se informa también sobre el trabajo de la CHE, de los más de 2.000 puntos de control de agua existentes a lo largo de la cuenca del Ebro, o de la historia de las presas (la más antigua, la zaragozana de Almonacid construida en el siglo I por los romanos).

La construcción de todas estas presas es similar a la de una bóveda, anclada en rocas en las cuencas más estrechas de los cauces de los ríos. Sin embargo, la de El Grado es genuina y supuso un hito para la ingeniería civil española, ya que "está construida al revés, es decir con bóveda invertida", explica José Antonio Rufas, encargado de realizar las visitas.

"Tras la construcción de Mediano había mucha necesidad de producir energía y se decidió levantar una segunda presa aguas abajo de este embalse. Los exploradores de la CHE recorrieron el cauce del Cinca pero se les acababa el río y no encontraban estribos de montaña para hacer una presa de bóveda. Así que se decidió utilizar una técnica que no se había empleado nunca y que pudiera soportar todo el peso del agua", cuenta Rufas.

La presa comenzó a construirse en 1955 y trece años después ya estaba terminada. En 1969, se inauguró. Durante la construcción hubo que crear un poblado para los trabajadores y una fábrica de hormigón para rellenarla con bloques de 15x15 metros y 1,5m de altura. Estos se fueron encajando unos a otros, un sistema también novedoso en la época. De hecho, estos bloques oscilan, tal y como queda registrado en los complejos sistemas de control que existen en la presa. Ello permite que puedan soportar perfectamente el peso del agua.

El circuito del agua

El visitante puede comprobar esas oscilaciones e incluso ver cómo la cal del agua del Cinca penetra en el interior de los muros, en la segunda parte de la visita, que recorre una de sus galerías (la presa tiene hasta tres kilómetros de pasadizos).

Caminando entre muros de hormigón se conocen las compuertas, los aliviaderos, las zonas de ventilación, el canal que aporta el caudal ecológico al río o el destinado para generar electricidad, o las medidas de seguridad, algunas de la época y otras más sofisticadas. Y es que, como recalca José Antonio Rufas, "la ingeniería sigue buscando métodos para mejorar los sistemas de control tanto del hormigón como de las rocas donde se asienta la presa. Las presas son elementos de seguridad nacional".

Los visitantes reaccionan con satisfacción y sorpresa por descubrir un mundo aparentemente oculto y conocer el circuito del agua. "Íbamos al santuario de Torreciudad y hemos visto esta presa tan impresionante y hemos realizado la visita. Nos vamos encantados. Nunca habíamos visto una obra así y tenía muchas dudas sobre los embalse que han quedado resueltas con las magníficas explicaciones", aseguró Antonio López, de Barcelona.

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