Futuros ingenieros que tienen premio

Alumnos del instituto Ramón y Cajal de Huesca han recibido una distinción del Colegio de Ingenieros por un proyecto para enfocar las crecidas del río Ebro a la lucha contra la sequía

Los alumnos oscenses posan
Los alumnos oscenses posan
Instituto Ramón y Cajal

A veces, un gran problema puede convertirse en una solución. Un grupo de alumnos del instituto Ramón y Cajal de Huesca han aplicado este razonamiento a las inundaciones sufridas el pasado mes de abril en la Ribera Alta del Ebro. Las crecidas del río podrían contener la manera de acabar con la sequía siempre desde un punto de vista sostenible. Un proyecto que les ha valido el premio nacional al Ingeniero de Canales, Caminos y Puertos del Futuro, una distinción que otorga el Colegio de Ingenieros y que les entregaron este lunes en Madrid.

Dirigidos por el profesor Arturo Sarasa, quien les imparte la asignatura de Tecnología Industrial I y II, 13 alumnos de primero de Bachillerato realizaron el estudio entre los meses de abril y mayo para llevar a la práctica la teoría que se les había inculcado en torno a los materiales y las energías renovables. Tras recibir el folleto con las bases del concurso, se animaron a participar y tras una puesta en común acordaron la concepción del proyecto que han denominado ‘El río Ebro, riadas en Aragón’ y que se ha llevado el premio al ‘Proyecto Más Sostenible’, frente a otras 16 candidaturas de todo el país.

Escogieron el tema a partir de las informaciones que más relevancia cobraron durante aquel periodo, “y en el HERALDO nos documentamos sobre lo que estaba sucediendo en la provincia de Zaragoza y vimos que era una posibilidad interesante”, explica Sarasa. Este equipo de trabajo se dio cuenta de que urgía evitar las inundaciones en un perímetro cercano al Ebro y conseguir agua para las épocas de sequía, y concluyeron que la mejor solución era “la construcción de un canal que llevara el agua hasta una presa. El objetivo era regular el caudal del río para poder utilizar el agua cuando sea conveniente y, a su vez, prevenir los grandes destrozos provocados por las sequías”.

Siempre, “de una manera sostenible y con tecnologías limpias”. Los alumnos contextualizaron la labor que habían desarrollado durante aquellas fechas la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y el Gobierno central. “Nuestro interés residía en que esa agua no se perdiera y se pudiera utilizar en épocas de sequía”, explica el profesor. Con este afán llevaron a cabo un estudio topográfico del terreno y situaron en la Ribera Alta del Ebro dos presas de contención con unos cálculos “aproximados, no somos ingenieros titulados”. Aunque más de un participante ya ha mostrado su inclinación a estudiar la carrera en un futuro cercano.

La teoría parece mucho más sencilla que la práctica: “Diseñamos la ubicación de las presas de contención, canales de alivio y un parque eólico para suministrar energía eléctrica. Para transportar el agua desde el río hasta el embalse desviamos el agua por un canal hasta una pequeña balsa donde se situará la instalación de bombeo”. Una de las presas se instalaría en el barranco de la Casa, a 26 kilómetros al noroeste de la capital aragonesa, “debido a que la zona está despoblada. Se trabajó con la vegetación, fauna y población para no dañar los ecosistemas buscando terrenos abruptos”.

El trabajo consta de 80 folios e incluye diseños, maquetas, bibliografías y referencias, un esfuerzo que bien vale un premio nacional y que supuso “una motivación extra para los chavales”. Estos son Miguel Fumanal, Alba Badía, Belén López, María Poblador, Jara Mateo, Loreto Sanz, Harold Tobón, David Ferrando, Gaizca Osa, Eloy Gómez, Cristina Bellón, Miguel Arias-Camisón y Alejandro Sainz. Acudió a la entrega de estas distinciones el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, lo que da muestra de su envergadura.

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