Ordesa busca desestacionalizar las visitas para evitar que más del 40% se concentren en julio y agosto

Otro reto del Parque Nacional en su centenario pasa por equilibrar la afluencia a los cuatro sectores (Ordesa, Pineta, Añisclo y Escuín) y que no se sature el acceso a la Pradera

Colas en el centro de visitantes de Torla para coger el autobús que sube a la Pradera de Ordesa
Colas en el centro de visitantes de Torla para coger el autobús que sube a la Pradera de Ordesa
Rafael Gobantes

El otoño es una de las mejores épocas del año para visitar el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. La nieve todavía no lo cubre y los bosques centenarios muestran una amplia paleta de colores. Sin embargo, solo un 11% de los aproximadamente 600.000 visitantes estimados a largo del año llegan en octubre y noviembre. La fuerte estacionalidad que sufre el espacio protegido se observa también en los datos de julio y agosto, que concentran el 42% de los turistas, y una de cada cuatro personas que se acerca a Ordesa lo hace en este último mes.

Esto se percibe también en las oficinas, centros de visitantes y puntos de información, diez en total repartidos por Torla, la Pradera, Escalona, Escuaín, Tella, Bielsa y Pineta. De las 258.827 personas que pasaron por ellos en 2017 (solo tres están abiertos todo el año), el 31% lo hicieron en agosto y el 17% en julio. Noviembre fue el año pasado el mes más flojo, con un 1%, por debajo incluso de otros en los que la nieve dificulta más las visitas a este espacio protegido de montaña.

Romper la estacionalidad y atraer más visitas a lo largo del año es uno de los retos que se ha marcado el departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad coincidiendo con el año del centenario. Según Pilar Gómez, directora general de Sostenibilidad, ya se está notando la promoción en la afluencia de este otoño. Así, se podría incrementar el número de visitantes, afirma, porque el objetivo es que Ordesa sirva "para ayudar a potenciar el tejido económico de su zona de influencia" y asentar población en el territorio. Un dato que, en su opinión, invita al optimismo es que cerca de un cuarto de los turistas que pasan por los centros de información proceden de fuera de España.

El otro gran reto es equilibrar la afluencia a los cuatro sectores del parque, evitando la concentración masiva en el valle de Ordesa, ya que este verano, en varias ocasiones, ha sido necesario cerrar el acceso al superar el cupo máximo de 1.800 personas establecido en el Plan Rector de Uso y Gestión.

El cierre no se aplica en los otros sectores, pese a que también tienen una limitación (en Pineta se fijó en 900 visitantes; en Añisclo, en 650; y en Escuaín, en 325), ante la dificultad de contabilizarlos al no existir una barrera como en la carretera a la Pradera de Ordesa.

Escuaín, en la cola

En todo caso, es este valle el que más presión humana soporta. Se lleva la porción más grande del pastel del turismo, con un 38% de visitantes en 2017; seguida del 32% del valle de Pineta. Añisclo es el tercero y, aunque su porcentaje de visitas ronda el 30%, en 2017 sufrió una brusca caída, al 22%, debido al cierre de la carretera. El desequilibrio se evidencia sobre todo en el sector de Escuaín, el pariente pobre del Parque Nacional, con un 6% de todas las visitas.

"Queremos fomentar los otros sectores, donde todavía puede haber más afluencia y donde los turistas tienen mucho para descubrir", afirma Pilar Gómez, y eso pasa, aclara, por la mejora de los accesos y la adecuación de zonas de aparcamiento. De ahí que la lista de inversiones del centenario contemple proyectos como el parquin de la entrada por Pineta, un cuello de botella, o un nuevo espacio de estacionamiento en Añisclo, que espera recuperar el tirón cuando en unos meses se reabra la carretera.

La directora general reconoce la existencia de un "desequilibrio", pero asegura que los sectores minoritarios "ya se están empezando a mover, notamos más afluencia en los puntos de información que tenemos en el resto de valles". Para incidir en ello se hará una campaña de promoción. "Nos lo piden las empresas de la zona y los municipios, que llevan dos años sufriendo la falta de visitantes por esa situación de la carretera", dice Gómez.

"El cierre de la Pradera no es una buena imagen"

Por su parte, los alcaldes del ámbito de influencia del parque se quejan de que durante muchos años se ha focalizado la inversión en el valle de Ordesa, donde se abrió el centro de visitantes y se reguló el acceso con transporte colectivo. El resto de sectores esperan que también en sus entradas se dispongan medidas similares para atraer a los turistas y resolver los problemas actuales.

Los ayuntamientos trasladaron esta inquietud al Gobierno de Aragón a principios de legislatura. "Nos pidieron que priorizáramos las inversiones, y de hecho, las del centenario están focalizadas a llevar servicios a otros sectores", asegura el alcalde de Bielsa, Miguel Noguero, representante de los municipios en la junta rectora. En esta estrategia se enmarcan los nuevos aparcamientos o el centro de visitantes de Escalona, desde donde se accede a los sectores de Añisclo y Escuaín. El Gobierno de Aragón está redactando este proyecto, que la Red Nacional de Parques Nacionales se ha comprometido a financiar. "Esto pondrá a Escalona en el mapa del Parque Nacional", afirma.

Noguero cree que debe haber más equilibrio entre las distintas zonas. "El valle de Ordesa está saturado muchos días y no es una buena imagen para los turistas que se tenga que cerrar la carretera porque no cabe más gente". Él sugiere que se informe de los posibles cortes a través indicadores en la carretera y que los visitantes puedan optar por otros destinos dentro del parque. "Hay que sacar la presión en ese punto", añade.

También apuesta por romper la estacionalidad. Con un aparcamiento asfaltado en Pineta, para poder limpiarlo en invierno, estaría garantizado el acceso, y con ello la posibilidad de hacer excursiones con raquetas y esquí de fondo, en una época en la que es más difícil llegar al sector de Ordesa, pues la carretera está muchos días cerrada por problemas de vialidad invernal.

En el de Escuaín, se esperan como agua de mayo nuevas inversiones. El alcalde de Tella-Sin asegura que últimamente se ha incrementado el turismo y se alarga la temporada más tiempo, pero el deficiente estado de las carreteras es un inconveniente difícil de salvar. "Este año, a finales de junio, fue el ayuntamiento el que tuvo que arreglar los baches", lamenta Feliciano Sesé. Uno de los puntos de atracción en esta zona son los miradores de Revilla, el mejor lugar de observación de quebrantahuesos y donde ha habido que asfaltar las cunetas para que los coches puedan aparcar.

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