"La mayoría de la gente de mi edad no conoce el conflicto del Sáhara"

Kentaui Mohamed-Salem tiene 21 años, es saharaui y vive en Huesca desde 2006 con sus padres de acogida.

Kentaui Mohamed-Salem, asentado en Huesca desde 2006.
Kentaui Mohamed-Salem, asentado en Huesca desde 2006.

Cada verano, decenas de niños saharauis llegan a las tres provincias de Aragón en busca de unas vacaciones lejos del pedregoso desierto del Sáhara, una tierra en conflicto desde hace más de cuatro décadas.

Kentaui Mohamed-Salem, que ahora tiene 21 años, fue uno de esos niños. Llegó a Huesca por primera vez en el verano de 2003 y repitió los tres siguientes. A partir de entonces, la casa de Juan José Ferrer y María Milagros Sanclemente, sus padres de acogida, se convirtió en su hogar. "Ya ha vivido más en España que encima de la arena", comenta Ferrer, que asegura que la decisión de que Kentaui se quedara en Huesca para continuar con sus estudios fue muy consensuada: "No fue una decisión unilateral, fue un acuerdo entre sus padres, nosotros y él".

La primera vez que llegó a España, lo que más le llamó la atención fueron los coches y los edificios altos. "En el Sáhara lo único que veíamos era algún Land Rover del ejército, y las casas allí son de una planta y de adobe". Además, al no estar acostumbrado a dormir en una cama, los primeros días se caía de ella. La naturaleza y la vegetación también sorprendieron al pequeño, que reconoce que cuando sus padres lo llevaban al parque las primeras veces, quería llevarse a casa una hoja de cada planta.

Su adaptación al nuevo país fue rápida, enseguida hizo amigos y tampoco tuvo problemas con el idioma. "Vino sabiendo solo unas pocas palabras en castellano porque en el colegio les enseñaban alguna canción en español, pero aprendió muy rápido", asegura su padre de acogida, que fue cofundador de la asociación, Alouda, de carácter provincial y de Estudios en paz, de ámbito regional.

En la actualidad, Kentaui o 'Kenta', como lo llama su círculo más cercano compagina sus estudios con el deporte. Juega a fútbol en la categoría Preferente y en septiembre se presentará a Selectividad. "Todavía no sé bien lo que quiero hacer, quizás Magisterio, pero la idea es quedarme en Huesca", apunta el saharaui, que reconoce que lo que más echa de menos son sus amigos y a su familia biológica, a la que no ve desde hace dos años. "Desde que me quedé aquí, volvía al Sáhara todos los veranos a estar con mi familia. Tenían un rebaño de cabras y ovejas y yo les ayudaba", explica Kenta, que si volviera ahora tendría muchos problemas para regresar a España. Por este motivo ha solicitado -aunque todavía la está esperando-, la tarjeta de apátrida, que le permitiría, al cabo de cinco años y si supera las pruebas, obtener la nacionalidad española.

"Los saharauis tienen el futuro suspendido"

La invasión marroquí de 1975 obligó a la población del Sáhara Occidental, hasta ese momento colonia española, a huir y establecerse en campamentos de refugiados cerca de la ciudad de Tinduf, un lugar que puede alcanzar hasta 50 grados centígrados en verano y en el que según ACNUR, viven unas 125.000 personas. De ahí procede Kenta, que lamenta el desconocimiento del conflicto entre los chavales de su edad: "La mayoría no lo conocen. Si me conocen a mí les suena algo, pero si no no".

"El conflicto del Sáhara con Marruecos es de los más largos que existe en los cajones de la ONU. Está estancado y no sé si va a tener solución internacional", dice el padre de acogida de Kenta. El desbloqueo de la situación pasa por el referéndum de autodeterminación cuya fecha de celebración fue fijada para febrero de 1992 y que nunca llegó a tener lugar. La dificultad para establecer un censo de votantes con garantías es una de las principales trabas. "Para falsear el resultado en el caso de que se celebrara, Marruecos ha integrado en el territorio a tres o cuatro marroquíes por cada saharaui”, asegura el joven.

"Estamos hablando de gente valiente, de gente que está esperando, en expectación. Si esto no cambia, tienen el futuro suspendido", comenta Ferrer. Una complicada situación que hace que, en ocasiones, los refugiados más jóvenes sean seducidos por las redes del narcotráfico o incluso por Al Qaeda sin más propósito que el de conseguir dinero para huir a Europa en busca de un futuro mejor.

Por ello Kentaui no entiende la postura de países como Italia ante la llegada de cientos de migrantes a sus costas. "Esa situación es muy difícil si no la vives. Estás en un país sin ninguna salida, en el que no puedes sacar adelante a tu familia. Los inmigrantes no vienen por gusto", defiende Kenta, que considera que la sociedad española está más concienciada y "sí que comprende que puede ayudar".

Por el momento, a Kentaui y a sus compatriotas, a los que separan casi 2.500 kilómetros, solo les queda esperar y seguir luchando para conseguir la libertad que tanto anhela el pueblo saharaui.

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