El tercer obispo más longevo del mundo sopla 102 velas en Huesca

Damián Iguacen fue prelado de Barbastro, Teruel y Tenerife, de donde es obispo emérito.

Damián Iguacen sopló las velas por su 102 cumpleaños.
Damián Iguacen sopló las velas por su 102 cumpleaños.
Obispado de Huesca

Toda una fiesta, que empezaba con una eucaristía en su honor, y tras la que no podía faltar una gran tarta coronada por el número 102. Hasta hubo una jota dedicada al protagonista de la velada. La ocasión lo merecía, ya que este lunes celebraba su cumpleaños Damián Iguacen Borau en el hogar Padre Saturnino López Novoa de Huesca, donde reside. Solo un obispo chileno y otro de Ecuador, ambos con un año más, superan actualmente en longevidad al prelado, que sí es el de más edad de España, como festejaba en compañía del resto de residentes del centro, algunos familiares y muchos amigos que ha ido haciendo a lo largo de su extensa y prolífica vida. “Agradezco mucho estos detalles tan espontáneos y tan llenos de delicadeza. Solo puedo decir gracias, gracias y gracias”, manifestaba al final de la celebración el propio obispo, visiblemente abrumado por el enorme protagonismo que había tenido en la jornada, ya que como confesaba en los días previos, no es partidario de fiestas y privilegios, acorde a su vocación de servicio.

Una cualidad que ha marcado toda su vida. Nacido en la localidad zaragozana de Fuencalderas, en 1941 fuera ordenado sacerdote del presbiterio de Huesca. Tras ello, fue párroco en diversos núcleos de Huesca. En 1970 fue nombrado obispo de Barbastro, y cuatro años después lo fue de Teruel. Una década más tarde, en el año 1984, se trasladó a Tenerife también como obispo, donde sirvió hasta 1991, cuando renunció a su puesto, convirtiéndose en obispo emérito. “Los recuerdos son todos buenos y positivos. Si hay algo negativo, con el tiempo le he sacado lo bueno”, asegura, con respecto a sus vivencias en todo ese tiempo, que dice recordar con “afecto y cariño”.

Desde hace varios años, ya retirado, reside de nuevo en Huesca, y a pesar de su avanzada edad, Damián Iguacen asegura mantener un buen estado de salud, que le permite seguir una marcada rutina, que comienza a primera hora del día, ya que mantiene su hábito de levantarse a las 7.30. “Me encuentro algo débil, lo normal para mi edad, pero yo no hago problema de eso, porque no me duele nada en particular, sí una sensación de aplastamiento, pero me encuentro bien”, explica el obispo. Y así lo corroboran las religiosas con las que convive en el centro oscense, que aseguran que conserva a la perfección el sentido del humor y la lucidez, que le permite incluso participar en las misas que se celebran en la residencia.

Y aunque ahora lamenta que la memoria le juegue alguna mala pasada, sus palabras mantienen el tono y la coherencia que le convirtieron durante su vida activa en todo un referente a lo largo del mundo, ya que dedicó gran parte de su vida a impartir ejercicios espirituales tanto en España como en Cuba, Argentina, Brasil, Italia y Francia, además de promover numerosas iniciativas en aspectos como la educación, la juventud, los enfermos o el patrimonio cultural de la Iglesia. Pero Damián Iguacén quita méritos a su amplia biografía, asegurando que Dios le ha correspondido, “dándome cosas que no merecía, y estoy muy agradecido”.

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