Los navateros de Sobrarbe salvan con nota el descenso por el Cinca

La bajada del caudal del río les obligó a emplearse a fondo para llevar las dos embarcaciones hasta la zona navegable.

Los navateros tuvieron que retirar a mano un gran número de piedras del río para acercar las embarcaciones a la zona navegable.
Los navateros tuvieron que retirar a mano un gran número de piedras del río para acercar las embarcaciones a la zona navegable.
Javier Navarro

Contra viento y marea y nunca mejor dicho. Los navateros de Sobrarbe salvaron ayer con nota un descenso por el Cinca que se complicó por la repentina bajada de caudal, que obligó a apartar a mano piedras de gran tamaño para que las embarcaciones llegaran a la zona navegable, y por una acción vandálica que amenazó con deslucir la fiesta ya que al llegar al río descubrieron sorprendidos que habían desaparecido dos remos y que alguien había soltado deliberadamente una navata.

Contratiempos que sortearon los navateros "con mucho esfuerzo", como destacó Dani Castillón, miembro de esta asociación que en 1983 recuperó una tradición que se remontaba al siglo XV_y que dejó de realizarse en 1949, cuando las navatas fueron sustituidas por camiones para el  transporte de la madera.

La jornada, muy soleada y con una temperatura que llegó a los 25 grados, empezó con la ofrenda floral en el monumento navatero de Laspuña y una misa oficiada en las orillas del Cinca por el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, que dio paso a un multitudinario almuerzo en la ‘placha’ ­–la zona junto al río donde se construyen las navatas– al que invitan gratuitamente los navateros a base de pan con jamón, longaniza y sardinas de barril.

El descenso del caudal retrasó alrededor de una hora la salida de las dos navatas, una de tres trampos (grupos de troncos) y otra de  dos. "Nos hemos tenido que emplear a fondo moviendo piedras pero al final entre todos hemos conseguido acercar las navatas hasta donde sale el agua de la central de Laspuña y allí el caudal ya subía y cogían flotación suficiente", explicó Dani Castillón.

Las embarcaciones fueron conducidas por doce navateros que son elegidos bajo dos premisas: que hayan colaborado durante los trabajos de preparación de las navatas, que arrancan en enero; y también que tengan autonomía para posibles contratiempos que surjan en el río. Y entre ellos suele haber huecos también para los jóvenes "porque lo que todos queremos es que las navatas sigan bajando por el Cinca muchos años más para seguir honrando a nuestros antepasados". Todos demostraron su destreza para llegar hasta el puente de Aínsa a las 13.45, donde una multitud les recibió con aplausos y gritos de ánimo. No obstante, desde la asociación agradecieron la gran presencia de público a lo largo de los doce kilómetros del recorrido.

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