El molino de la novela de la 'La lluvia amarilla' revive

De alto valor patrimonial y simbólico de la despoblación, el edificio del núcleo de Ainielle ha sido rehabilitado.

Imagen del molino de Ainielle, ahora rehabilitado
El molino de la novela de la 'La lluvia amarilla' revive

No dejaría de ser una pequeña y antigua construcción recóndita del Sobrepuerto, si no fuera porque pertenece a Ainielle, donde el escritor leonés Julio Llamazares sitúa el dramático relato de su despoblación en la novela 'La lluvia amarilla' a través del monólogo de Andrés, el último de sus habitantes.


"... Sombras espesas avanzarán como olas por las montañas y el sol, turbio y deshecho, lleno de sangre, se arrastrará entre ellas agarrándose ya sin fuerzas a las aliagas y al montón de ruinas y escombros de lo que en tiempos fue la Casa de Sobrepuerto...", se lee en sus primeras líneas de esta obra de 1988, que avanzan ya un relato tétrico y desolador. Uno de sus capítulos más dramáticos -el hallazgo del cuerpo de la mujer de Andrés, que se ha ahorcado-, se localiza en este molino que ahora rebosa vida tras haberse rehabilitado.


"La novela siempre ha sido un reclamo turístico total, raro es el día que vayas a Ainielle y no haya gente, han venido hasta japoneses", comenta José Miguel Navarro, técnico del Ayuntamiento de Biescas, quien subraya que este molino, pese a estar alejado del despoblado, "la mayoría de la gente también va a verlo, se nota que ese capítulo impacta".


Las obras han consistido en la sustitución integral de la cubierta, la limpieza y adecuación del interior y la colocación de una nueva puerta de acceso con tratamiento hidrófugo. Los trabajos han supuesto una inversión de 31.343 euros, aportados por el grupo leader ADECUARA con fondos de la DPH dentro del programa de mejora y valoración del patrimonio arquitectónico y medioambiental, y el Ayuntamiento de Biescas.


"El molino constituye una pieza singular y única dentro de la arquitectura tradicional. Es casi un milagro que haya llegado prácticamente intacto hasta la actualidad", dice Navarro. De hecho, este es el último de los molinos en pie de la zona, construcciones indispensables para el abastecimiento de la alimentación en el medio rural de antaño. Además, aunque no fue el caso del de Ainielle, "la mayoría de estos molinos, a principios del siglo veinte, aprovecharon la misma maquinaria que tenían para colocar un alternador y hacer luz para el pueblo", explica Navarro.


El molino se encuentra situado en la confluencia de dos barrancos, el del molino y el del Puerto, a unos 800 metros de las ruinas del casco urbano de Ainielle. Se accede a él por un sendero señalizado como PR que parte desde la iglesia del pueblo.


'La lluvia amarilla' se convirtió en obra símbolo de la despoblación. Solo en la zona de Sobrepuerto, en los términos municipales de Biescas, Broto y Yebra de Basa, se localizan los despoblados de Escartín, Otal, Basarán, Cillas, Cortillas y Sasa, además de Ainielle, atravesada por una red de senderos transitables de paisajes bucólicos. En todo Aragón, la cifra del número de despoblados siempre es controvertida según los listados que se consultan, pero se calcula que haya unos dos centenares en toda la Comunidad Autónoma.Patrimonio en el Sobrepuerto


"La rehabilitación del molino es una manera de recuperar un edificio de gran valor patrimonial, pero también de fijar la memoria de los pueblos y de las personas que los habitaron", sostiene Navarro.


En el mes de julio, las asociaciones O'Zoque de Yebra de Basa y Erata de Biescas, organizan una andada durante dos días para divulgar los valores naturales, culturales, históricos y antropológicos de este territorio, situado entre las comarcas del Alto Gállego y Sobrarbe.


Ejemplo de este apego de la gente local por preservar el patrimonio es el proyecto que, modestamente, ha iniciado la Asociación Erata de Biescas, que a través del trabajo de un grupo de voluntarios tratan de recuperar una majada, una antigua casa de refugio de pastores ubicada en las faldas del pico Erata, que da nombre a la propia asociación. "Se trata de poner en valor el patrimonio, y lo que hacemos es rescatar pequeñas obritas de arquitectura popular", explican desde la entidad.


"Al igual que los molinos, había muchas de estas casas pero están despareciendo, queremos rescatarla para que quede constancia de este tipo de forma de vida", dicen en la asociación, cuyos voluntarios realizan este trabajo en sus ratos libres, ahora suspendido durante la época invernal. Les gustaría adecuarlo como refugio para las personas que van al monte, y también aspiran a crear un minicentro de interpretación sobre el pastoralismo en la zona. Pero para continuar con este proyecto, habrá que esperar ya hasta la primavera.

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