​El Coso oscense se llena de toros y pequeños corredores

Los encierros infantiles congregan a cientos de niños cada mañana.

El final de la actividad tuvo lugar en la plaza de toros.
?El Coso oscense se llena de toros y pequeños corredores
Rosa Calvo

Armados con periódicos enroscados, como si de auténticos corredores de San Fermín se tratara, varios cientos de niños participaron este martes en el primer encierro infantil del programa laurentino, que recorrió el centro de Huesca, desde la iglesia de San Lorenzo hasta la plaza de toros. La actividad se repetirá de nuevo el próximo viernes día 14 a partir de las 11.30, organizado por las peñas recreativas.


Un gran toro hinchable que cubría por completo a sus portadores se convertía en la gran estrella, y tras él, seis de menor tamaño, pero más rapidez, que atravesaban la calle una y otra vez en todas las direcciones, revolucionando a la comitiva de pequeños corredores acompañados de sus padres, que recibían algún que otro golpe también, y que en muchos casos reclamaron que hubiera más de estos toros, ya que eran cientos los niños que recorrían las calles para tan pocos animales.


Los más valientes no dudaron en desafiar con sus carreras a los astados, mientras que otros más prudentes buscaban la protección que les ofrecían las piernas de sus padres ante las posibles embestidas, animados por una charanga, que mezclaba las canciones tradicionales de las fiestas laurentinas con algunas que recordaban a las celebraciones que se llevan a cabo en Pamplona, cuna de los encierros.


Uno de los peculiares astados, de piel manchada en blanco y marrón era el que más desafío presentaba, pues aparecía a toda velocidad, haciendo sonar su esquila, que decoraba con una pañoleta verde, acorde a la indumentaria de la mayoría de asistentes al acto.


La actividad finalizaba en la plaza de toros, donde los corredores se convertían en recortadores con más espacio para desafiar a los animales, aunque muchos ya exhaustos preferían sentarse en las sillitas que sus padres habían llevado hasta allí. Unos progenitores que buscaban la zona de sombra, aunque pasadas las 12.00, pocos eran los asientos que se libraban del intenso sol. Por eso, muchos recurrían a los veladores de los bares situados en la zona final del Coso, casi en la plaza de Santo Domingo, y degustaban en sus terrazas, protegidas con sombrillas, un vermú, previo en muchos caso a una vuelta por los diferentes puestos situados en la avenida Ramón y Cajal, los denominados ‘chiringuitos’.

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