Cientos de oscenses despiden al joven fallecido en Arguis

Familiares y amigos de Pablo Blasco destacaron en el funeral sus cualidades como buen amigo y estudiante y amante de la naturaleza y de la música

Con un emotivo aplauso cuando el féretro atravesaba el pasillo formado por sus compañeros del Infantil del Peñas Oscenses a la salida del templo, centenares de personas daban ayer el último adiós a Pablo Blasco, el joven de 14 años que  fue localizado a primera hora de la mañana del domingo sin vida en Arguis, después de haber sufrido una caída por un escarpado rocoso en la sierra de Bonés cuando salió a hacer unas fotos por los alrededores de la población. 


El multitudinario funeral se celebró en la iglesia de Santiago de Huesca, un templo que estaba a rebosar. Decenas de personas ocupaban los bancos, otros muchas se apoyaban en las paredes laterales para seguir la eucaristía, celebrada a las 16.00, y también hubo quien esperó a las puertas la salida del féretro y de la familia.


Otro de los momentos emotivos del entierro fue cuando varios compañeros del joven fallecido salieron al altar para leer los ruegos. Y es que había muchos jóvenes, compañeros de Pablo Blasco bien en el colegio San Viator bien en el Peñas, y muchísimos oscenses que conocían a la familia y quisieron acercarse para darles su apoyo en un momento tan duro. Fue a la salida de la iglesia cuando más gente se acercó a la familia para arroparlos y expresarles su pésame, besos y abrazos que se prolongaron durante cerca de media hora.


Amigo de sus amigos, compañero de sus compañeros, deportista, sensibilizado con el medio ambiente, estudioso y amante de la música fueron algunas de las frases con las que lo definieron en el funeral tanto el párroco que ofició la misa como el director del colegio San Viator quien, al finalizar la eucaristía, salió al púlpito para dedicarle unas palabras al joven que estudiaba en este centro y a su familia, muy vinculada también a él «desde hace tres generaciones», explicó, además de que la madre imparte clases de ballet y gimnasia rítmica en el centro. Glosaron la figura de este jovencísimo oscense que estaba muy vinculado también con la localidad de Arguis, donde la familia poseía una vivienda.


No faltaron alusiones en la homilía a la terrible pérdida que sufre la familia y amigos, «a la angustia indescriptible» por el fatal desenlace y al final «de una existencia que apenas había comenzado».