S. D. HUESCA

Luces y sombras en el estreno

Onésimo corrigió errores, el equipo cuenta con individualidades de calidad y el primer punto fuera de casa refuerza la moral.

Jesús Cabrero evitó en varias ocasiones que el Huesca saliese derrotado de Ponferradina.
Luces y sombras en el estreno
C. PASCUAL/EL OBSERVADOR

El inicio de la temporada del Huesca dejó muchas luces en su enfrentamiento ante la Ponferradina, pero también alguna sombra sin duda corregible con el tiempo. El resultado, la reactivación del juego en la segunda mitad y algunas actuaciones individuales constituyen las virtudes más rescatables. La falta de cohesión, cierta indolencia defensiva y la desubicación de algunos jugadores componen el capítulo menos lúcido.Para empezar siempre es interesante no perder. En el plano psicológico ayuda, sobre todo si toca arrancar fuera de casa. La resaca del vestuario coincidía en la tesis de que se supo sufrir, aunque ese argumento se hubiera desmontado con enorme sencillez solo con que el cuadro leonés hubiera tenido un pelín más de acierto en la primera parte. Ocasiones no le faltaron. En ese tramo del partido se vio a un Huesca especialmente endeble, pasivo en las basculaciones y cicatero en las ayudas, excesivamente generoso en las concesiones a un rival que le perdonó en veinte minutos de apabullamiento.

Quedó claro que Molinero no es lateral izquierdo, que Rico también sufre en el flanco derecho si el equipo no domina o no se junta, que Gilvan se desentiende del trabajo cuando toca correr hacia atrás y que Sastre es bueno donde es bueno y si no, se diluye. La conexión de Camacho con Roberto, al menos en este primer envite, también dejó mucho que desear. Se buscaron poco y mal. De hecho, cuando más lucieron uno y otro fue tras el descanso, cuando Onésimo retrasó la posición del aragonés al centro del campo. La separación en distancia y en labores les sentó bien. Veremos qué ocurre cuando Galán tenga el gatillo a punto.

El predecible empuje de la Ponferradina no sirve de excusa para el tremendo descontrol que vivió el Huesca del minuto quince al cuarenta. Los jugadores se decían a sí mismos -como confesó el técnico local después- que debían juntarse mucho más para no pasar los agobios que estaban pasando, que tenían que aguantar ese asedio como fuera.

Pero los errores están para corregirlos y el conjunto oscense así lo hizo. Cuando Camacho tapó la banda izquierda además de proyectarse en ataque, cuando Sastre recuperó el gobierno en su parcela natural, cuando el Huesca, en definitiva, recuperó la posesión del balón, todas las carencias anteriores ya no se dieron sencillamente porque no se estuvo expuesto a ellas. Volvieron las llegadas, apareció la improvisación de Víctor, la velocidad de Jokin, el instinto para el remate de Roberto?circunstancias que hicieron presagiar un gol que no llegó.

Esa reactivación de las señas de identidad del equipo azulgrana fue lo más esperanzador. El cambio de imagen tan radical disipó las sombras que dejó un primer tiempo deslavazado y poco comprometido.

Hubo nombres propios de gran valor, como la actuación general de Cabrero en la que había sido su casa. El meta de Bolea hizo todo bien, con aplomo, sin aspavientos, pero con gran seguridad. Fue el mejor del partido según la prensa leonesa, que le guarda un notable cariño. También hay que reseñar la labor de Corona, el titular de la retaguardia más expuesto al banquillo si se confirma la llegada de otro defensor. El de Lora del Río estuvo muy metido y mostró su cara más eficaz. Y eso que Mayor no fue un toro fácil ni para él ni para Ochoa.

Una de las ventajas de que goza Onésimo es la versatilidad de este equipo, que tiene más bazas de las que hemos podido ver hasta ahora. Jugadores como Galán, Gallardo, Vega, Navas, el propio Jokin? van a tener sus oportunidades para reivindicarse y demostrar que pueden ayudar mucho al grupo. También Roberto está en condiciones de lucir sus galones de goleador. El sábado dispuso de dos buenas ocasiones además de un tanto anulado parece ser que con justicia. 'Torreta' estuvo en la pomada y ese es el primer paso. Si percibe confianza en el entorno rendirá seguro. Es bueno, no obstante, que la responsabilidad de marcar esté diseminada. Eso ahorra presión a unos y a otros.