Aragón sigue sin concluir el mapa de zonas con peligro de aludes

La consejería de Interior valora terminar por fin este estudio, pendiente desde 1996. Solo existen mapas completos de Sallent y Ansó, publicados por el Instituto Geológico.

Aragón carece de un mapa de todas las zonas del Pirineo con más peligro de sufrir aludes. Desde que el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) abandonó esta tarea en el año 1996 por falta de apoyos económicos tras publicar los mapas de Ansó y de Sallent de Gállego y un borrador del Alto Valle del Ésera, el Gobierno de Aragón sigue sin completar este estudio.


Ahora, el departamento de Política Territorial, Justicia e Interior está valorando la posibilidad de terminar por fin esta catalogación, aunque tampoco ponen fecha ya que todo dependerá de la disponibilidad económica.


Los mapas de aludes son importantes no solo para conocer las zonas con más peligro para los montañeros, sino también para prever posibles daños en todo tipo de infraestructuras (carreteras, pistas forestales, estaciones de esquí, tuberías de centrales hidroeléctricas, torres eléctricas, edificios, defensas...).


El IGME, tal y como explicó en una jornada técnica de nieve y aludes organizada por el Instituto Cartográfico de Cataluña, intentó formalizar a principios de los años 90 acuerdos para establecer una línea de investigación a largo plazo sobre aludes que conllevara la realización de mapas de riesgo. Para ello, contactaron con el Instituto Nacional de Meteorología y con la DGA, además de los responsables de estaciones de esquí, la Federación Aragonesa de Montaña, la Universidad de Zaragoza, refugios de montaña, Guardia Civil, Protección Civil e incluso la Brigada de Alta Montaña, pero no fue posible llegar a ningún acuerdo.


Sin embargo, el Instituto Geológico decidió seguir adelante con el proyecto y para ello incorporó a una becaria licenciada en ciencias geológicas, que trabajó en ello desde 1993 y hasta 1996 ayudándose de fotos aéreas, observaciones del terreno y encuestas a la población.


Aprovechando un estudio que se estaba llevando a cabo por aquel entonces con financiación europea y del Gobierno de Aragón sobre el medio físico en el Pirineo, se cartografiaron dos zonas con peligro de aludes (Ansó y Sallent de Gállego) y se publicaron fichas informativas. Aunque se programó un estudio similar del Alto Valle del Ésera (Benasque), la cartografía no se finalizó. Además, por encargo de la dirección general de Turismo, se realizó en 1996 un estudio de riesgo de aludes en la estación de Panticosa.


El trabajo quedó interrumpido entonces y pese a que el IGME ha intentado en varias ocasiones formalizar convenios para seguir con este proyecto, no se ha logrado la financiación para fijar una línea de actuación a largo plazo, única forma de conocer los verdaderos riesgos de los aludes.


Sobre este asunto, fuentes del departamento de Política Territorial, Justicia e Interior del Gobierno de Aragón aseguraron esta semana que están estudiando encargar la elaboración de un mapa completo de todo el Pirineo como una medida más de prevención. Este estudio, aclararon, supondría una inversión muy importante ya que, entre otras cosas, habría que encargar fotografías aéreas del terreno, además de encuestas a los vecinos de la zona y establecer también una red de observadores que fueran aportando información a una base de datos.


Con todo, también recordaron que el Gobierno aragonés tiene en marcha desde hace ya 12 años diferentes programas que poseen como objetivo anticiparse a la caída de avalanchas. Uno de ellos es el convenio que anualmente firma Protección Civil con la Federación Aragonesa de Montaña (el último asciende a 44.000 euros) para el sostenimiento de la red de alerta meteoro-nivológica, la renovación del material de comunicaciones utilizados en los refugios de la FAM y la actualización de la señalización estacional sobre riesgo de aludes.


Además, señalaron que tiene planes de emergencia en todas las estaciones de esquí que permiten detectar sistemáticamente los riesgos de aludes para los usuarios de los centros invernales. Gracias a estos planes, están establecidos los mecanismos de avisos y los protocolos de actuación ante cualquier incidencia.