Heraldo del Campo

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Esa raza rústica (todavía) en peligro de extinción

La cabaña de la roya bilbilitana, todavía considerada en peligro de extinción y avalada por su adaptabilidad, cuenta con 32.024 cabezas, la cifra más baja desde 2010.

Un ganadero atiende a sus ejemplares en la exhibición de animales en la feria de Mara.
Un ganadero atiende a sus ejemplares en la exhibición de animales en la feria de Mara.
J. Macipe

Alo largo de la historia, muchos animales han sido utilizados para ser símbolos, por ejemplo, de características como la astucia, la valentía o la cobardía. En el caso de la rusticidad –entendida como las características heredables que tiene un animal para adaptarse al medio que le rodea– la imagen debería de ser la de un ejemplar de oveja roya bilbilitana. Se trata de un animal de color pardo-rojizo en el vellón –royo– con unas inconfundibles manchas blancas en la cabeza (careta) y en las pezuñas (calcetines) y la otra parte de su nombre se debe a que es raza indígena originaria de la Comunidad de Calatayud.

En el último censo disponible en el Ministerio de Agricultura, el de 2022, la cabaña de esta raza contaba con 32.024 cabezas. Es el número más bajo desde el año 2010, cuando se apuntaron 22.564, pero más que las 12.000 que se recopilaron en 2001 y lejos de las 45.224 que se alcanzaron en 2016. Toda una montaña rusa. Su permanencia a día de hoy, además de su indudable capacidad de adaptación, también se sustenta en la razón que casi la lleva a desaparecer: el tono de su lana. "A mí es un animal que me gusta por el color que tiene", confiesa Francisco Monge, que a sus 65 años acumula más de cuatro décadas al frente de su rebaño en Jaraba.

En el caso de la rusticidad la imagen debería de ser la de un ejemplar de oveja roya bilbilitana

"No son negras, es un color teja. No hay otra igual. Su rusticidad, para este terreno, como Mara, que es monte, aprovechan todo lo que hay y las hace más resitentes", indica Javier Peiro Ruiz, presidente de la Asociación de Ganaderos de Ovino de Raza Roya Bilbilitana (Agrobi), fundada en 1999 y que acumula 62 socios. La distribución de este animal se centra principalmente en el suroeste de la provincia de Zaragoza (16.666 cabezas), La Rioja (6.511), Guadalajara (3.906) y Soria (3.012), aunque se extiende hasta Teruel, Cuenca y Toledo.

Para Víctor Miguel, veterinario de Oviaragón y secretario técnico de Agrobi, es una raza ovina "que se adapta muy bien a los climas muy áridos" y que "exprime" los recursos a su alcance. En este caso, subraya su función en la "limpieza de montes" y asume que "cada vez queda menos gente joven para tomar el relevo", aunque puntualiza que es un sector "que se está profesionalizando y haciendo más rentable en los costes de alimentación y reproducción".

Una vida con la roya

Para Francisco Monge, el próximo enero será un hito: se jubilará. "Para la zona de Jaraba siempre ha sido la más habitual. Una vez metí blancos y los quité, me parecen todos iguales", relata este ganadero, que empezó con 230 animales, llegó a tener 700 y hoy suma 550 que cederá a su hijo. En estos años, valora que, aunque la dedicación tiene que ser la misma, la situación ha cambiado a mejor. "Ahora hay más posibilidad para echarles, antes no había una perra. Cuando era joven y las encerraba, tenía una hora y cuarto hasta el pueblo en burro. Ahora con el Land Rover estoy en 15 minutos".

También considera que los medios son mejores, como el agua o la limpieza, pero incide en que la jornada "es de ocho de la mañana a ocho de la tarde", a lo que se suman pocas fiestas "y los imprevistos". Su hijo, también Francisco y de 36 años, defiende que quiere seguir "porque es lo que me gusta y lo que he visto en casa desde siempre".

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