Postureo político y el papel clave de Europa
La nueva política, la que sacrifica la gestión y busca llegar al poder desacreditando al contrario, se impone en una España bloqueada a la espera del resultado de una investidura que se prevé fallida y de conocer el precio que piden los independentistas por decidir quién duerme en la Moncloa. Nunca se llevó tantas palabras en viento. Tan difícil es formar Gobierno que se deja el futuro del país en manos del prófugo Puigdemont que reclama, para empezar a hablar, una ley de amnistía de la que sería el principal beneficiado. Anestesiados unos, indignados otros, sufrimos las consecuencias de un postureo político donde todo vale por un voto, cueste lo que cueste, y aunque lo paguemos a escote entre todos.
Mientras la tensión entre el PP y PSOE se dispara; mientras se cierran bocas echando del partido a militantes incómodos, miramos tanto hacia dentro que olvidamos que estamos en una Unión, y que las líneas básicas para el futuro del país se fijan fuera.
Las explicó Ursula von der Leyen en un discurso del Estado de la Unión eclipsado por el ruido político interno. Cuestionó las subvenciones a coches eléctricos chinos que quitan ventas a las empresas europeas, confirmó el apoyo a Ucrania y la ampliación de la Unión, anunció un pacto por la migración legal y castigos para quienes trafiquen con seres humanos... Y habló de economía, un día antes de que el Banco Central Europeo subiera los tipos de interés por décima vez. Porque el coste de las hipotecas, de la luz y del gas se fija en Europa; y aunque algunos la perciben lejos, está muy cerca.
