entrevista 

Carmelo Quintana: "Sirves a la sociedad para el bien de los ciudadanos"

​El fiscal zaragozano, de 72 años, acaba de jubilarse en el Tribunal Supremo después de una dilatada carrera profesional.

El fiscal Carmelo Quintana, con el escrito lauditorio que le dedicó Fidel Cadena.
El fiscal Carmelo Quintana, con el escrito lauditorio que le dedicó Fidel Cadena.
Oliver Duch

El fiscal Carmelo Quintana, zaragozano de 72 años, ejercía en el Tribunal Supremo desde 2008. Se jubiló en agosto entre numerosos elogios. 

¿Qué se siente al jubilarse tras toda una vida como fiscal?

He pasado toda mi vida ligado a la Fiscalía. Mi padre era magistrado y no me planteé otra vocación. Cuando aprobé la oposición se celebraba el cincuentenario del Ministerio Fiscal y descubrí sus atractivos. Opté por la carrera fiscal en lugar que la judicatura, como mi padre. Tuve la suerte de aprobar con 24 años y estuve en destinos como San Sebastián, Tarragona, Zaragoza y Madrid. Estoy muy satisfecho y orgulloso. Sirves a la sociedad para el bien de los ciudadanos.

Lleva quince años en el Tribunal Supremo, ¿alguno de sus hijos le ha seguido en su vocación?

Tenemos seis hijos, pero ninguno me ha seguido en la carrera fiscal. Eso me preocupa. No sé si ha sido por el ritmo de trabajo o por la competencia dura con la familia de mi mujer, porque tienen la empresa Colchones Relax y allí han entrado tres.

¿Qué ha supuesto para su carrera haber llegado al Supremo?

Profesionalmente, ha sido muy interesante llegar al Supremo, donde hace falta el conocimiento técnico y sin valoraciones personales para emitir un informe. No he sentido presiones. Estaba en un grupo de 16 fiscales, con el fiscal de sala que es el aragonés Fidel Cadena. Uno hacía una propuesta como ponente del informe y luego pasaba a votación.

¿Cómo convivió con su compañero Fidel Cadena de jefe?

Muy bien. Tiene una preparación tan buena que es difícil cambiarle su opinión. Tiene una cabeza privilegiada. Llevábamos los martes las propuestas de las causas y buscabas sentencias, pero él podía improvisar un fallo más acertado a bote pronto. En mi jubilación me dedicó un escrito muy emocionante que guardo.

¿Cómo fue para la Fiscalía del Supremo el juicio del ‘procés’?

Para la Fiscalía ha sido el momento de más prestigio de toda mi vida profesional, con nuestros compañeros (los aragoneses Fidel Cadena y Javier Zaragoza, Consuelo Madrigal y Jaime Moreno). Hicieron un trabajo ímprobo y obtuvieron un resultado muy importante para los intereses del Estado. Luego no les dieron los puestos que les propusieron, hubo un cambio radical y pasaron de ser los mejores de la carrera a quedarse allí...

¿Qué opina de la independencia y autonomía de la Fiscalía?

La institución de la Fiscalía General del Estado no es del Gobierno y nos regimos por la independencia y la legalidad. En el artículo 2 de nuestro estatuto dice que estamos integrados en el Poder Judicial con autonomía funcional. Me he considerado muy cercano a los magistrados porque la Fiscalía es la postulante y los jueces son los que deciden, pero la mentalidad es muy próxima.

¿Son tan independientes los fiscales como los jueces?

Creo que sí. He llevado temas con consecuencias políticas por los implicados, pero no he tenido presiones en ningún sentido.

¿Qué sintió al ser el fiscal del tema de la discapacidad y que ellos mismos le premiaran?

Lo cogí cuando se planteaba presentar demandas de incapacidad, que debían hacer los padres contra sus propios hijos. Eso incomodaba a las familias. Yo facilité el camino y me lo agradecieron. Hace poco me emocioné, en el Colegio Agustinos, cuando una señora me lo recordó al ir con su padre. Ahora el giro (legal) ha sido importante.

En el expediente del ‘procés’, usted participó en el caso de una testigo que no contestó a preguntas del fiscal.

Fue en el juicio del ‘procés’ y fue doña Eulalia Reguant, que no era diputada en ese momento. El presidente Manuel Marchena le dijo que si no contestaba se abriría un proceso penal. Luego la eligieron diputada autonómica (por la CUP) y tuvo que celebrarse juicio en el Tribunal Supremo, aunque generalmente solo ven recursos. Fue la única vista oral que he tenido allí. Fue condenada (una multa de 13.000 euros). 

También le tocó acusar a la número dos de Podemos por una agresión a dos policías.

Sí, a Isabel Serra y el juicio fue en la Audiencia de Madrid. Nos llegó el recurso y era un tema de pruebas porque ella era de una asociación contra los deshaucios. En uno de esos casos había cierta tensión y al entrar los coches de policías les titaron macetas, piedras y de todo. Ella se dedicó a insultar a las mujeres policías y se les quedó grabada su cara al acusarla. Fue condenada.

¿Cómo vivió la diferencia de los juicios en Zaragoza y los casos del Supremo?

Es una perspectiva muy distinta porque aquí (en Zaragoza) la función del fiscal, fundamentalmente, es calificar los hechos. El juzgado te dan traslado del sumario, lees los hechos y tienes que extractarlo, hacer un relato y ver si son constitutivos de derecho o no, que para mí es lo más importante. El fiscal acusa si tiene que defender a la sociedad, pero también puedes pedir el archivo del sumario. No tiene obligación de acusar. En el Supremo te llega una sentencia dictada y te tienes que plantear si es correcta o si apoyas el recurso de alguna de las partes.

¿Llevó un caso de Carles Puigdemont sobre una acusación sobre la tasa del agua, pero no fue acusado?

Fue cuando era alcalde de Gerona, antes de ser presidente de la Generalitat. Era por la tasa del agua y si había desviado dinero para hacer un museo. Aunque administrativamente chirriaba el caso, el dinero se había invertido en algo público y no había beneficio personal.

¿Cómo valora el efecto Puigdemont al negociar una amnistía para un futuro Gobierno del PSOE?

Después de haber vivido el juicio (del ‘proces’) al lado de Fidel (Cadena) parece que todavía tenemos una fidelidad a la carrera por encima de nosotros. Se están haciendo estudios de que cabe la amnistía de la Constitución, pero una cosa es que técnicamente puedan hacerse unos determinados equilibrios y otra es que haya unos personajes que merezcan el que se haga eso.

¿El trato del presidente de la Federación Española de fútbol, Luis Rubiales, a la jugadora de la selección puede acabar en los tribunales?

Ya está en manos de la Fiscalía. Técnicamente, si lo hace una persona anónima, dar un beso inconsentido puede considerarse un delito leve y una infracción penal. Quien lo recibe de manera desagradable podía acabar con una petición de disculpas, pero debe haber algo más de mar de fondo y ha colmado con su paciencia.

¿La Justicia en Aragón sigue siendo el patito feo de la Administración?

El tema informático se ha notado bastante su evolución y eso puede agilizarla. Pero el problema son los retrasos en la Justicia. Hay varios temas pendientes, como darle en la jurisdicción penal la instrucción al fiscal, que hubo un intento fallido. No se la daba la trascendencia que tenía su figura y no debe depender siempre del juez.

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