Llegan los votantes y corren los rezagados

En las oficinas de Correos de Paseo de la Independencia se mezclaban dos tipos de clientes: los que estregaban su voto y los que todavía lo estaban solicitando.

Álvaro Lobo mientras introduce su voto en el sobre correspondiente.
Álvaro Lobo mientras introduce su voto en el sobre correspondiente.
Guillermo Mestre

En el edificio de Correos de Paseo de la Independencia, los clientes no tenían que esperar mucho. Pese a que todas las ventanillas estaban constantemente ocupadas, las pantallas apenas tardaban un par de minutos en anunciar el turno del siguiente. Álvaro Lobo aprovechaba la pequeña pausa para terminar de rellenar su documentación en una de las mesas. Mucho antes de cerrar el sobre, ya había decidido a quién iba a apoyar en estas elecciones. Se sumaba así a las miles de personas que habían optado por el voto por correo para el 23-J, aunque él no iba de nuevas. "Ya voté así en las últimas elecciones", comentó. Los rumores de un posible fraude electores no eran más que humo para él: "Creo que en España eso no puede pasar, si ocurre, será un episodio muy pequeño".

Jorge García coincidía con él: "Yo no me creo esos bulos, es un método muy fiable". Para él, igual que para muchos otros, toda la campaña venía acompañada de indecisión. Pero no sobre a quién votar, sino dónde pasar el día de las elecciones. Él no venía a depositar su voto, sino la solicitud. "Como no sé si voy a estar o no, he venido de último momento por si acaso", explicó. También venía ‘in extremis’ Javier Serrano, quien no había podido acudir antes al estar de viaje en el extranjero. Él pensaba pasar la fiesta de la democracia "de fin de semana", aunque afirmó que llevaba mucho tiempo haciendo uso de este método y probablemente lo hubiera repetido de todas formas este año: "Es por comodidad, así no tengo que hacer filas".

No obstante, las vacaciones sí han influido en la mayoría de votantes, que no querían trastocar sus planes de verano por la fecha de las elecciones. Es el caso de Ángel Faci y Guillermo Alastrue, dos jóvenes de 20 años que acudían juntos a depositar sus votos. A pesar de que ya habían participado en las autonómicas del 28 de mayo, no querían perderse sus primeras elecciones generales. "Teníamos ya las vacaciones planificadas y estaba todo cogido -lamentaron-, era esto o no votar". Ellos también mostraba una confianza plena en el sistema del voto por correo. "He escuchado alguna cosa por ahí, pero creo que son todo mentiras", contó Alastrue.

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