La campaña y la cesta de la compra

La duda aún reside en conocer qué tipo de campaña van a protagonizar los aspirantes a presidir la DGA y los ayuntamientos aragoneses. En qué lugar van a quedar las promesas imposibles y los discursos ampulosos y en dónde los problemas reales de los ciudadanos, que en buena parte discurren por las penurias económicas y la falta de servicios. No se trata de recitar la serie de deseos que jamás se cumplirán sino de articular soluciones, por ejemplo, con la cesta de la compra: sería bueno que nuestros próceres se emplearan a fondo para ofrecer salidas ante la subida anual del 22% del arroz, del 25% de la harina, el 27% las legumbres y el 30% la leche. Que no nos ofrezcan una clase magistral teórica de administración pública sino cuáles van a ser los resortes para poder afrontar una inflación subyacente que se dispara frente a la comparativa con el aumento del IPC; cuál va a ser su política fiscal; cómo van a ayudar realmente a que los servicios públicos sean accesibles y de calidad. Hasta ahora, lo que tenemos se limita a la proyección de la Arcadia feliz, con cientos de millones de supuestas inversiones en Aragón que habrá que comprobar si se acaban materializando y la sensación de una pugna con cierto sabor a Pimpinela que ofende, a veces, la inteligencia. Decenas de miles de aragoneses salieron a la calle el Día de San Jorge y exhibieron civismo y sensibilidad por la cultura en los actos festivos. Un ejemplo de respeto a los símbolos y una vocación de unidad, la que sería bueno que mostrasen los partidos en esta campaña en beneficio del desarrollo de Aragón.