Compagina la investigación de la enfermedad de Parkinson con la atención de los pacientes. ¿Qué se encuentra en la consulta?Personas que refieren síntomas como lentitud, torpeza o problemas para caminar. Aunque muchos tienen temblor, un 30% de ellos no lo presentan. Y tanto ellos como sus familiares requieren más información sobre la enfermedad y su evolución.

Arrojemos, pues, algo de luz.La principal enfermedad neurodegenerativa es la demencia tipo alzhéimer, cuyo síntoma principal es la afectación de la memoria. La segunda es el párkinson, que afecta a un 1% de los mayores de 60 años. Hay en torno a 150.000 casos en España, aunque probablemente haya muchos más sin diagnosticar. No hay cura, pero se ha avanzado en el tratamiento sintomático lo que ha mejorado la calidad de vida. Además, aunque hay un porcentaje bajo en jóvenes, se vincula con la edad avanzada.

¿Está afectando por tanto el envejecimiento de la población?Está aumentado su frecuencia. Con una población tan envejecida harán falta más neurólogos y geriatras. Ojalá podamos así frenar estas enfermedades y, si no lograr la cura, sí conseguir un alivio sintomático importante.

¿Descarta lograr algún día la cura definitiva?Llegará en algún momento. Muchos grupos de investigación estamos dedicando esfuerzo en ello, por lo que esperamos conseguirlo en un futuro no muy lejano. Una de las claves está en empezar a trabajar con personas que aún no han desarrollado la enfermedad, pero que por determinadas características tienen más riesgo de tenerla.

¿Cómo actúa la enfermedad?No se sabe por qué hay una zona concreta del cerebro inicialmente afectada donde se pierden neuronas que contienen un neurotransmisor que se llama dopamina. Eso conlleva a las manifestaciones principales, que son motoras, como temblor, rigidez y lentitud. Luego se descubrió que también pueden aparecer síntomas no motores, entre ellos aspectos cognitivos, que en algunos casos pueden progresar a demencia.

Junto con el doctor José Obeso, director del centro HM Cinac, lidera un proyecto pionero de investigación para luchar contra el párkinson. ¿En qué consiste?A día de hoy, en la práctica clínica, se trabaja con una terapia de ultrasonidos de alta intensidad que, guiados con una resonancia, hacen una pequeña lesión en el cerebro y permiten mejorar los síntomas motores. Pero además investigamos su aplicación mediante baja intensidad (LIFU, por sus siglas en inglés), sin generar lesión, permitiendo abrir la barrera hematoencefálica, una estructura que limita el acceso al cerebro de determinadas sustancias con potencial terapéutico.

¿En qué fase se encuentra?Hicimos un ensayo, una fase muy inicial de seguridad, y demostramos que se puede hacer una abertura transitoria en esa barrera, que se vuelve a cerrar pasado un día, una semana como máximo, lo que permite repetir el proceso.

¿El objetivo es introducir una medicina a través de esa abertura?Eso es. Solo con los ultrasonidos ya vimos mejoría, aunque fueron pocos pacientes y no había control de un posible efecto placebo, pero en estudios previos en animales se vieron efectos positivos. Ahora se trata de ver cuál es la mejor molécula que podemos aplicar.

¿Cuándo creen que tendrán el fármaco adecuado?Este tipo de procesos son lentos ya que son dos terapias en investigación (los ultrasonidos y el fármaco), y requieren aprobaciones obligatorias que hay que superar. Esperamos tenerlo en un año y medio aproximadamente.

¿Qué aplicaciones tendrá?Se trata de aplicarlo en fases precoces para evitar que se vayan acumulando las proteínas que derivan en la muerte de neuronas y frenar así la progresión de la neurodegeneración. Es decir, reducir la prevalencia de estas enfermedades y, en definitiva, mejorar la calidad de vida.