La Agencia Espacial y el surrealismo

Una delgada línea roja separa las medidas sociales de las electoralistas. Si imperara el sentido común, el interés general se impondría a la imperiosa necesidad de captar voluntades en una campaña electoral eterna. Pero el Gobierno se equivoca y la oposición tampoco acierta. La mesura está en el término medio, y los dos se enrocan en los extremos a pesar del agotamiento económico, del incierto final en Ucrania y de la guerra energética que maneja el sátrapa Putin, que se juega a los dados el futuro de Europa.
El más crudo invierno se acerca y se extiende como la pólvora en las comunidades de vecinos el miedo a la pobreza energética. Derrama va, derrama viene, se queda corta la nómina para pagar la hipoteca, la compra y la energía. Demasiados gastos para tan poco sueldo. ¿Dónde está el pacto de rentas? Por ahora solo los funcionarios se verán, al menos parcialmente, compensados. Reparte el Estado viajes gratis en Cercanías y Rodalíes con 700 millones que pagamos entre todos. También los de Teruel, a los que solo mira el Gobierno cuando le falta un voto.
Poco se acuerda Pedro Sánchez de la España rural al descentralizar sedes y repartir iniciativas con futuro a un año de las generales. El sueño de la Agencia Espacial se aleja de Teruel porque carece de AVE y de vuelos internacionales. Surrealismo puro. Alucinaría el calandino Luis Buñuel al ver los delirantes ejercicios de incoherencia que caracterizan a este Gobierno. Porque más oscuro que las pinturas negras de Goya pinta el futuro del proyecto. Ni lo entiende Javier Lambán, ni los demás aragoneses tampoco.