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El Aragón más despoblado solo ve florecer la marihuana

Los traficantes labran enormes extensiones de terreno y vigilan sus campamentos con técnicas paramilitares importadas de países del Este de las que aprenden los autóctonos.

Desmantelada en Mequinenza una plantación de marihuana
Desmantelada en Mequinenza una plantación de marihuana
Guardia Civil

La despoblación, uno de los grandes problemas de Aragón, se ha convertido en una enorme oportunidad de negocio para los grandes traficantes de marihuana. En sus tierras despobladas, agrestes, boscosas, aisladas y mal comunicadas, los narcos han encontrado un oasis para sus macrocultivos. Ninguna de las tres provincias se libra de sus garras. Desde Roda a los Monegros, en Huesca, hasta Villarluengo o el pantano del Arquillo en Teruel, pasando por Mequinenza o Fayón en Zaragoza, todos los terrenos valen mientras tengan agua cerca y puedan crear sus propias balsas de riego.

De pocos años a esta parte, el patrón de estos cultivos se repite: zonas forestales alejadas de núcleos urbanos, poco transitadas o intransitables directamente, fuera de caminos convencionales, con vegetación entre la que puedan disimular sus plantaciones y campamentos para vivir meses y una zona alta para poder vigilar.

El teniente Moreno, jefe de la sección de investigación criminal de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Zaragoza, explica que el principal cambio que han notado es que las organizaciones que montan los cultivos están integradas por extranjeros. Ante el elevado número de albaneses detenidos, admite que hay un «alto porcentaje» de esta nacionalidad pero puntualiza que «no es la única». «La tónica común es que son extranjeros», asevera.

Al preguntar por la presencia de mafias que dominen el negocio en Aragón, el teniente asegura que no han detectado que los detenidos pertenezcan a alguna organización que los haya introducido de manera ilegal en España y use el    tráfico de personas para trabajar la marihuana. «Eso no se puede acreditar y además supone un largo tiempo de investigación», dice.

Una barca de la Guardia Civil con marihuana incautada.

Fayón

El 13 de septiembre la Guardia Civil detuvo a un albanés que vigilaba un cultivo de 2.600 plantas en un terreno de 3.000 metros cuadrados al que solo se podía acceder por barca o un camino casi intransitable.

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Se han intervenido 8.200 plantas de marihuana y 10 kilos de speed  en una importante operación policial, que se ha saldado con 12 detenidos de nacionalidad albanesa y española. Cinco de ellos han ingresado en prisión.

Roda de Isábena

Las tres macroplantaciones estaban en lugares recónditos, donde no llegan los coches. Las plantas se talaron, se metieron en bolsas y se sacaron a mano con la ayuda de cuerdas para destruirlas.

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Desmantelada en Mequinenza una plantación de marihuana

Agüero

Una banda albanesa cultivó miles de plantas de marihuana a cielo abierto en un bosque de Agüero donde vivieron durante meses.    La Policía descubrió 17 explanadas de droga en lugares casi indetectables.

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Cultivo de marihuana en Mequinenza.

Mequinenza

La Operación Mariapilatos de la Guardia Civil se saldó con    cuatro albaneses detenidos y 2.656 plantas arrancadas. Vivían en tiendas de campaña con electrodomésticos que alimentaban con placas solares.

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Porque la dificultad y el riesgo que los agentes corren para desarticular    estos grupos es enorme, sobre todo, teniendo en cuenta lo complicado que es que no los detecten en su terreno. Además, suelen ser agresivos, como los cuatro albaneses arrestados en la operación Mariapilatos de Mequinenza, en la que la Guardia Civil halló 2.656 plantas en 4.600 metros cuadrados de bancales.

Cepos, armas y cañones

Explica que usan mecanismos de defensa e instalan cepos de caza para que cualquier persona ajena a la plantación caiga.Y si son fuerzas de seguridad o algún enemigo, ganar tiempo para huir. «En Cataluña han encontrado sistemas de trampeo con armas de fuego y cañones», dice. En lo que el teniente es categórico es en asegurar que, hasta ahora, no puede determinar si estos traficantes tienen formación militar o paramilitar.

"En Cataluña se han encontrado sistemas de trampeo con armas de fuego y cañones"

La Guardia Civil de Zaragoza, en las últimas operaciones, tampoco ha detectado que los narcos  contaran con la colaboración de paisanos, como sí ha ocurrido en Huesca. La operación Tridente llevada a cabo por la Policía Nacional de esta provincia ha revelado que el sistema ha evolucionando y los aprendices se han convertido en alumnos aventajados de los albaneses, hasta ahora al frente de las plantaciones en la provincia. De los 12 detenidos, solo tres eran de esta nacionalidad. Otro era de origen marroquí y el resto, españoles autóctonos.

En este caso, el cabecilla es un    español vecino de Huesca. El hombre, que regentaba una tienda de cáñamo en la capital oscense, tenía dos lugartenientes que no se conocían entre ellos. Uno, de Albania, se dedicaba al control del cultivo. El otro se encargaba de la distribución y venta de speed, cristal y cocaína, con la tienda como cuartel general y jóvenes policonsumidores como camellos. El dinero obtenido con estos trapicheos se destinaba a financiar las plantaciones de marihuana.

El albanés dirigía un grupo integrado por otros dos compatriotas así como españoles residentes en la Ribagorza que se ganaban la vida como agricultores o ganaderos en la zona. «Los albaneses se introducen en la población, se mezclan con pastores y dueños de huertos que les facilitan el acceso a los lugares más recónditos», explica Clara Pérez, jefa delegada de la Policía Judicial de Huesca.

Residentes en pequeños pueblos de la comarca eran reclutados por su conocimiento del lugar; algunos eran dueños de tierras cercanas a los cultivos. El trabajo del oriundo es controlar la zona e informar de la presencia de extraños. Esta vigilancia entorpeció mucho la investigación.

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