entrevista

Paula Ortiz: "Mis grandes amigas son las de mi infancia"

Zaragoza, 1979. Filóloga, doctora en Historia del Arte y profesora de la Universidad de Barcelona. Directora y guionista de cine, tv. y publicidad. ‘De tu ventana a la mía’ (2011) y ‘La novia’ (2015) la colocaron en la élite del cine español. Ha rodado en Venecia 'Across de River and into the trees' (2021), basada en la novela homónima de Hemingway

Paula Ortiz, con 3 años, en Zaragoza
Paula Ortiz, con 3 años, en Zaragoza
P. O.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

La recuerdo como una época ávida, los sentidos ávidos: los ojos miraban las luces, los olores, los sonidos, resonancias, músicas... llegaban con una fuerza única. Todo lo buscaba con avidez y calaba en mí con una intensidad gigantesca.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Una poesía que me hacía reír era ‘Pedro Calabacín’. Recuerdo perfectamente decenas de poemas de Gloria Fuertes que me hacían reír.

¿Qué le hizo llorar?

Saberme la princesa destronada cuando llegó mi hermano; la primera muerte de la familia, una hermana de mi abuela que se llamaba María. Y el miedo a no encontrar sentido a muchas cosas.

¿Qué era en el patio del colegio?

Me recuerdo allí, sobreviviendo, jugando, bailando. Viviendo. Siempre fui un ser social. Y lo sigo siendo.

¿Se sentía rara, especial, diferente?

Por supuesto. Creo que todos nos hemos sentido así alguna vez. Yo notaba una excesiva hipersensibilidad, cierta tendencia a la melancolía a veces, y ver que nunca era suficiente. Y pensaba que no era normal. De hecho, cuando pedía un deseo a una estrella, le pedía ‘ser normal’. Ahora lo pienso y me digo, ¿qué será eso de ser normal?

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Durante todo el curso de 4º de EGB unas niñas me encerraban con una compañera en el baño. Aquel ejercicio de poder y cierta crueldad infantil me marcó y enseñó ciertas cosas.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Leer cuentos. Cantar y bailar.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Muchos. Todos físicos. Mis caderas. Mi nariz. Ser pequeña.

¿Cuál fue la calle de su infancia?

La calle del Centro del barrio de Casablanca de Zaragoza.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gustaba de Zaragoza?

Lo que más, los ríos. Me siguen gustando. Vivir en una ciudad con tantos ríos, y un canal. El pegajoso calor de Zaragoza en verano es lo que menos me gustaba.

¿Cuál es el episodio que con más frecuencia vuelve a su memoria?

Uf, muchos... Algunos alegres. Otros tristes. Otros durísimos. Uno alegre fue el día en que la profesora de coro me pidió que cantara sola y me sonreía mientras cantaba; otro, cuando un profesor de pintura y dibujo en el colegio me enseñó a ver que las montañas de lejos son azules. Esa idea ha marcado todo mi trabajo. Hay que saber mirar.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?

Claro. Todos hemos dejado cosas sin hacer. Echo de menos haber hecho más danza.

¿Tenía mucha conciencia política?

Gracias a mis padres, sí.

¿Qué imagen tenía de Felipe González?

Era ‘EL PRESIDENTE’. Como si siempre lo hubiera sido y siempre lo fuera a ser.

¿Era religiosa?

No tuve educación religiosa. No he comulgado, por ejemplo. Mis padres, cuando tenía 8 años, me explicaron que debía ser yo quien decidiera creer y en qué.

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado, la sensación de mala conciencia?

Bueno, como a todos, lo prohibido, lo malo, lo que no se debe hacer, está latente en nuestra cultura y nuestra educación; pero, desde siempre, me hace sufrir más el hecho de no cumplir con las responsabilidades adquiridas en conciencia que ningún pecado católico.

¿Qué manía forjó claramente en esos años?

Una que mantengo es que, cuando estoy con mucha presión, necesito colonia de bebés. Eso se forjó en la infancia, cuando mi madre me ponía pañuelos con colonia cuando me subía la fiebre.

¿Vivió algún episodio que retrate el clima moral de la época?

Recuerdo ver gritar a mujeres. Reírse de los diferentes. Marcar a los que en clase "no tenían dinero" o "sus padres estaban en el paro". Esas frases, esas marcas, esos actos de señalamiento que siguen hoy...

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?

Me gustaría decir: "Nada". Pero no es cierto. Influía mucho. Sobre todo, en mi adolescencia.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte?

A los 8 años. Cuando murió esa hermana de mi abuela, María. Entré en un gran momento de pensamiento existencial donde no entendía por qué tenía que ocurrir algo así, por qué había un final en la vida... por qué entonces nacíamos y para qué... Ahí estaba yo a los 8 años.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Contando cuentos en un instituto, con mi amigo Daniel.

¿Hizo alguna locura o disparate que le guste recordar?

Creía que ‘La historia interminable’ era real. Quería entrar en ‘Fantasía’. Para ello, una amiga y yo hicimos todo tipo de acciones inconfesables que todavía nos provocan ataques de risa a las dos.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

Katharine Hepburn.

¿Y el primer chico que le hizo temblar de emoción?

Un niño llamado Ulises. Él lo sabe. Ojalá lea esto.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

"Quisiera ser tan alta como la luna...". Aquí sigo cantándola.

¿Qué libros o películas le deslumbraron?

De muy niña: ‘La historia interminable’ (libro y película). ‘ET’. ‘Cinema Paradiso’. Los cuentos de Ítalo Calvino para niños. Los cuentos de Perrault. La poesía de Alberti.

¿Qué personalidad nacional o internacional fue para usted una referencia poderosa?

Jane Campion, la directora de ‘El piano’.

¿Quiénes fueron sus grandes amigas?

Las que siguen siendo mis grandes amigas, que hoy son además grandes matronas y médicas, y grandes apoyos: Marta, Cristina y Yolanda. Hemos vivido juntas toda la vida, con todas sus curvas. Hemos reído y llorado, han traído al mundo a mi hijo, han cuidado de mi madre... Por eso y mucho más, ellas son las grandes amigas.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué es lo que caló en usted con más fuerza?

Una cosa que me dijo mi padre un día que yo estaba llorando porque creía que no sabía suficiente para un examen y no sabía qué hacer, y me dijo: "Haz lo que quieras, lo que tú consideres, yo confío tanto en ti...". Esa confianza ha sido mis raíces y mis alas.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Muy pronto le dije a mi madre: "Yo lo que quiero es contar cuentos..." y aquí seguimos...

¿Por qué estudió Filología Hispánica?

Para saber cómo habían contado los cuentos los narradores y narradoras universales. Para subirme a sus hombros de gigantes.

¿Hay algún defecto o debilidad que detectara en su infancia y que aún no ha logrado superar?

Uf, muchísimos: mi desorden, mi caos, mi verborrea, mi preocuparme antes de tiempo...

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a qué día volvería?

A una tarde de verano, una cualquiera, al atardecer, en Villahermosa del Campo (Teruel), cuando todavía vivían mis abuelos, y mis tías abuelas... y ellas hablaban y hablaban en la terraza mientras cosían, mi padre y mi madre leían un libro, y mi hermano y yo nos íbamos cuesta abajo con la bici al río.

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