iglesia católica

"Si no fuéramos nosotras, sería una puerta más que cierra en el pueblo"

Ana Loriente y Reyes Agraz se estrenaron el pasado sábado como animadoras de la comunidad de Castejón del Puente, en Somontano de Barbastro. 

Ana Loriente y Reyes Agraz se estrenaron el pasado domingo como animadoras de la comunidad en Castejón del Puente, una pequeña localidad de apenas 300 habitantes de Somontano de Barbastro. Allí hasta ahora tenían un párroco que daba misa todas las semanas, pero desde ahora será sustituido cada 15 días por estas dos seglares.

El propio obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, acudió a la celebración a explicar esta novedad a los fieles y a presentar a Ana y Reyes ante la comunidad. "La acogida ha sido muy buena y muy entrañable por parte de todos", señala Ana Loriente. Tanto ella como su compañera Reyes llevaban tiempo vinculadas a la Iglesia en Barbastro como catequistas, en campamentos de las parroquias... hasta que hace tres años les propusieron ser animadoras de la comunidad. 

Empezaron en Secastilla, luego se cortó la actividad por la pandemia y ahora han asumido su nuevo destino en Castejón del Puente. "El sacerdote no puede estar presente, no llegan a todos lados porque tienen muchos pueblos a su cargo", señala.

Según apunta, allá donde van son "muy bien recibidas". "Si no fuéramos, sería una puerta más cerrada en el pueblo, como cuando cierran las escuelas. Para ellos es una manera de juntarse, en algunos sitios los vecinos casi solo se ven el domingo en misa", observa. Para ellas, la experiencia es "extraordinaria": "Nos aporta mucho, no sabría cómo explicarlo... Recibes más de lo que das, por el cariño y lo agradecidos que están", recalca Ana.

Antes de cada celebración, reciben un guión de la diócesis, lo preparan, lo complementan... "Siempre vamos antes de la celebración para ver con la gente del pueblo los cantos que vamos a hacer o si alguien quiere leer las lecturas. No es llegar e irte", dice.

Según apunta, de momento no están encontrando problemas por el hecho de ser mujeres, una figura distinta a la que tradicionalmente se ha puesto siempre detrás del altar. "Al principio a veces notas que puede haber alguna reticencia, pero nunca hemos tenido ningún problema. Al contrario", asegura.

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