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Alberto Hernández: "Las consecuencias psicológicas de la covid no han aflorado todavía"

El presidente en Aragón del Teléfono de la Esperanza advierte del duro trecho que espera.

Alberto Hernández, en la Fuente de los Incrédulos.
Alberto Hernández, en la Fuente de los Incrédulos.
Marcos Cebrián

La esperanza, en este caso, se encuentra al otro lado del teléfono. Solo hay que marcar nueve números. El psicólogo Alberto Hernández Díaz preside el Teléfono de la Esperanza en Aragón.

¿La covid marca una era distinta, significa un antes y un después?

Estamos ante una frontera desconocida, ante una crisis global. Afecta a toda la sociedad sin distinguir edad, situación socio-económica, estado de salud previo…

La prestigiosa psicóloga María José Ochoa advierte que el daño psicológico, aunque no se percibe superficialmente, existe.

Ni se percibe superficialmente ni se habla de él, como todo tabú. Las consecuencias psicológicas de la covid no han aflorado todavía; pero aflorarán.

¿Cómo las divisan desde la atalaya privilegiada del Teléfono de la Esperanza?

Se divisa un grave problema desde el inicio de la pandemia, pero ha ido evolucionando. En un primer momento, solo se hablaba de encierro, de incertidumbre económica, del daño que sufrían las personas más vulnerables. Después llegó el síndrome de la cabaña, los problemas de salud. Qué decir de los fallecidos. Multipliquemos por diez el número de fallecidos y obtendremos las cifras reales de afectación directa del dolor.

La diabólica ecuación de la aflicción…

Pasemos al terreno económico: efectos sobre el trabajo, igual en precariedad que en pérdida de trabajo. No podemos olvidar a las personas mayores, que se han deteriorado en el confinamiento tanto física como emocionalmente. O niños y adolescentes, que no podían ver a los amigos. El número de divorcios también representa un indicador bastante fiable de la problemática surgida con la covid.

Y ustedes, al otro lado del teléfono…

El Teléfono de la Esperanza es una vacuna eficaz contra el malestar emocional ocasionado en todo este tiempo por la covid.

¿Llama más o menos gente durante la pandemia?

Llama más gente. Además, han aparecido nuevos perfiles. Antes llamaban por soledad, por incomunicación, ansiedad, depresión. Ahora, la covid ha agravado estas situaciones.

Dibuje usted los nuevos perfiles.

Durante el confinamiento aparecieron más conflictos en las relaciones interpersonales. También se han incorporado personas de otros sectores. Me parece muy significativo el número de cuidadores que nos llamaban, personal de primera línea, como médicos y enfermeros, sobre todo en el inicio de la pandemia, cuando la incertidumbre gravitaba sobre todos nosotros.

¿Qué les contaban personas tan bien formadas como médicos o enfermeros?

Llamaban en estado de ‘shock’ y desbordamiento emocional ante la enorme demanda de pacientes que tenían que atender por la covid. También era muy significativo el miedo al contagio en el desarrollo de su labor.

¿El Teléfono de la Esperanza también ha evolucionado con la covid?

Claro. Nos hemos tenido que adaptar a la nueva situación.

La nueva normalidad…

Somos 80 voluntarios en la sede de Aragón, en Zaragoza. Ochenta personas que de forma altruista dedican al menos 20 horas al mes para atender en el teléfono cualquier problemática que nos llegue. Con la covid, al restringirse la movilidad, en un tiempo récord se puso en marcha una centralita virtual que nos permitió atender desde nuestros domicilios durante las 24 horas del día. Ese teléfono no comunica nunca.

Siempre dan respuesta…

Es necesaria la mesura, el sosiego. Nos movemos a impulsos, no atendemos a la racionalidad: la gente aplaudía a los médicos desde los balcones, pero no atendía las normas que nos daban aquellos a quien aplaudíamos. Por eso ya vamos por la sexta ola...

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