entrevista

Alberto Quílez: "Los niños con altas capacidades no dejan de ser niños"

Profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación en Huesca (Unizar), Alberto Quílez (Alcañiz, 1982) desarrolla su recientemente reconocido proyecto de altas capacidades en el Colegio Corazonistas Moncayo de Zaragoza.

Alberto Quílez prepara su doctorado en Educación.
Alberto Quílez prepara su doctorado en Educación
José Miguel Marco

Su proyecto ‘Aula de desarrollo de capacidades’ ha obtenido el Premio a la Excelencia Educativa para Alumnado Superdotado y con Altas Capacidades. ¿Cuál es el perfil de estos alumnos?

Es muy diverso. Unos van muy bien en clase, pero otros... su rendimiento académico no es tan bueno. No obstante, sí que podemos observar ciertas características en casa y en el colegio, como un desarrollo del lenguaje temprano y una capacidad de razonamiento y abstracción superior, que hace que se interesen por cosas más profundas, fuera de lo común para su edad, en aspectos emocionales, científicos... También se pueden observar ciertas conductas disrruptivas de conducta, obsesión, aburrimiento, la frustración no la llevan nada bien.

Y cuando surge la sospecha... ¿qué hacemos?

Acudir a los equipos de orientación de los centros. Solo ellos pueden hacer la evaluación de cara a una institución educativa. No sirve un psicólogo externo.

¿Qué métodos se utilizan?

Tradicionalmente se evalúa el coeficiente intelectual, que debe ser superior a 125-130, pero hoy sabemos que hay que fijarse también en los aspectos relacionados con la regulación emocional y la creatividad. Podemos tener un alumno que destaque por encima de la media en muchas habilidades, pero también los hay que pueden tener un perfil extraordinario solo en un área: artística, matemática y tecnológica...

¿Regulación emocional?

Otra característica en estos alumnos es que podemos verlos muy maduros a nivel cognitivo, son muy listos, muy inteligentes, pero presentan un desfase con respecto a lo que es la madurez emocional, al fin y al cabo siguen siendo niños. Imagínese que adelantamos al niño uno o dos cursos –es una buena medida, pero no siempre funciona–. Debemos tener en cuenta su madurez, sus inquietudes, su sociabilización, cómo va de amigos... no puede primar solo la cuestión académica.

¿Es complicado detectar las altas capacidades?

Cuesta mucho. En España, los orientadores deberían tener una ratio de entre 250 y 300 alumnos, pero, en realidad, tienen más de 1.000. Y, con los recursos disponibles,toca elegir entre todo el abanico de alumnos que pueden necesitar apoyo educativo especial, no solo de altas capacidades. Entonces, piensas: ¿cómo voy a dejar de hacer la evaluación psicopedagógica de los más vulnerables?

¿Cuántos alumnos de estas características se nos ‘escapan’?

La OMS dice que deberían representar un 2,3% de los niños escolarizados. Hay expertos que hablan de entre un 7% y un 10%. En España, fijándonos en ese 2,3%, estamos entre el 0,47% y el 1,5%.

Pero estos chiquillos tienen poca visibilidad social...

Sí, están al otro lado. Hay colegios de Educación Especial y los centros pueden solicitar un aula para alumnos TEA (Trastorno del Espectro Autista), pero no existe la posibilidad de pedir un aula de altas capacidades. En Aragón, tenemos el programa ‘Desarrollo de capacidades’ de la DGA, que, desde la inclusión, atiende a todas las capacidades, y en el que se enmarca nuestro proyecto.

¿Y en qué se basa el éxito de su proyecto?

Trabajamos con un grupo de 13 niños de 8 a 16 años. Cada uno tiene su curso y clase de referencia, pero –una o dos veces por semana– salen a un aula especial para recibir un enriquecimiento curricular. Todos comparten la misma programación didáctica, son tareas muy flexibles y pensadas, que, independientemente de la edad y conocimientos, pueden resolver a través de las propias habilidades en las que destacan. Buscamos motivarlos, ponerles la cosas un poco más difíciles, ya que están muy acostumbrados a resolverlo todo de forma rápida;y ninguna de nuestras actividades se resuelven en una sesión, como mínimo necesitan tres, así aprenden a esperar y a pedir ayuda. A ninguno hemos tenido que explicarle cómo se trabaja por proyectos.

Supongo que queda mucho trabajo por hacer...

Sí, pero no solo con alumnos de altas capacidades, sino en la atención a la diversidad en general.

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