jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

Cabezonería

Sánchez e Iglesias saludándose tras la investidura
Sánchez e Iglesias saludándose tras la investidura
Efe

A una semana de Nochebuena seguimos sin saber cómo nos recomendarán que celebremos la Navidad. Y ya no nos sorprende. A salto de mata, improvisación tras improvisación, llevamos nueve meses (mal)viviendo una descontrolada pandemia que se afronta de 17 formas distintas bajo el paraguas solo semántico de un estado de alarma que solo sirve para lo que el Gobierno de Pedro Sánchez quiere.

Se carga de nuevo a las comunidades con la responsabilidad de modular el plan para las fiestas que se aprobó el 2 de diciembre, en una concesión graciosa que se arroga el ministro Salvador Illa cuando varias autonomías ya hacían uso de ella por eso de la cogobernanza. Aragón ya había anunciado su intención de limitar los días para visitar a familiares (no a los allegados) fuera de la Comunidad.

Motivos tiene y más que suficientes el Gobierno para estar preocupado. Mientras Alemania, Países Bajos e Italia se blindan ante la covid, aún a costa del desgaste que supone, media España ha decidido relajar restricciones.

Criticaba ayer la oposición el "excesivo triunfalismo" en la gestión de la pandemia y la falta de liderazgo de Sánchez. Será por culpa del peaje que ha de pagar al gobernar en coalición sofocando un incendio tras otro por la cabezonería de su socio. Resignada a perder la Navidad y convencida si se consiguen salvar vidas con ello, solo espero un reparto justo y equitativo de las vacunas y de los fondos europeos. Que Sánchez lo negocie con las autonomías. Sería lo más justo en virtud de esa cogobernanza que tanto practica.

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