tribunales 

Condenan a prisión al abuelastro de una niña que sufrió abusos de los 6 a los 13 años

La Audiencia de Zaragoza impone al octogenario una pena de 12 años de cárcel, otros ocho de libertad vigilada y 10.000 euros de indemnización. 

El acusado en la sala de la Audiencia de Zaragoza el pasado día 4 durante el juicio.
El acusado en la sala de la Audiencia de Zaragoza el pasado día 4 durante el juicio.
Oliver Duch

La sección primera de la Audiencia de Zaragoza ha condenado a una pena de 12 años de prisión al acusado Zoilo Santiago Amarillo, un argentino de 80, por un delito continuado de abusos sexuales a la nieta de la que entonces era su mujer (se separaron), desde que la niña tenía 6 años hasta los 13. La sentencia da la razón a la víctima (ahora tiene 19), que confirmó detrás de un biombo su denuncia. Los hechos se produjeron en el domicilio de los abuelos, en el barrio de La Almozara, donde se instaló la madre de la niña con sus tres hijas al llegar desde Argentina a la capital aragonesa.

El fallo determina que los abusos sexuales se produjeron mientras el acusado mantuvo el matrimonio con la abuela de la víctima, desde diciembre de 2005 hasta finales de 2012. Valiéndose de su superioridad, Zoilo empezó a tocarle los pechos, las nalgas y la vagina «prácticamente a diario» cuando la niña tenía 6 años. Después pasó a que le hiciera felaciones continuadas, siempre cuando la madre y la abuela de la menor se encontraban fuera de casa. El fallo incluso da por probado que el abuelo intentó hacer una penetración vaginal a la niña cuando tenía 9 años, y que fue interrumpido cuando estas llegaron al domicilio.

La Audiencia de Zaragoza impone, además de la pena de cárcel, que reclamó el fiscal y la acusación particular, la letrada Noelia Liroz, otros ocho años de libertad vigilada que se cumplirán posteriormente y una indemnización a la víctima de 10.000 euros por su responsabilidad civil.

La chica reconoció en el juicio que no contó nada hasta tener 13 años, cuando su abuela y el acusado se separaron. Cuando estudiaba segundo de bachillerato, la joven se lo contó a un profesor del Programa de Integración Escolar (PIE) del instituto Ramón y Cajal, quien recordó en el juicio cómo le reveló lo sucedido.

El presidente de la Audiencia, Alfonso Ballestín, ponente del fallo, no le da credibilidad al acusado, que dijo que todo obedecía a «una película que se hicieron ellas» –respecto a las tres hermanas– por su separación de la abuela. Da verosimilitud a la víctima por el apoyo de los dictámenes de una psicóloga, los peritos del IMLA (Instituto de Medicina Legal de Aragón) y su profesor.

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