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El espíritu emprendedor trata de sobrevivir en plena pandemia en Aragón

Mientras algunos negocios cierran por la crisis, otros dan sus primeros pasos pese a la incertidumbre. Los emprendedores Andrea Salillas, de la pastelería La Tartuela, Elena Burriel, de Calzados Alicia, Salvador Climent, de Paragón Technologies, y los tres veterinarios de Clínica Ohana cuentan su experiencia.

Arriba (de izq a drcha), Andrea Salillas, en La Tartuela, y Elena Burriel, de Calzados Alicia. Abajo (de izq a drcha), Salvador Climent, de Paragón Technologies, y los tres veterinarios de Clínica Ohana.
Arriba (de izq a drcha), Andrea Salillas, en La Tartuela, y Elena Burriel, de Calzados Alicia. Abajo (de izq a drcha), Salvador Climent, de Paragón Technologies, y los tres veterinarios de Clínica Ohana.
Toni Galán/José Miguel Marco/C. I.

En una crisis algunos saben aprovechar las oportunidades para reinventarse o buscar nuevos nichos de mercado. La recesión que ha traído la pandemia de covid en el mundo está empezando a provocar un goteo de cierres de negocios, que se espera aumente cuando los expedientes de regulación temporal (ERTE) dejen de sujetar el empleo.

Sin embargo, el espíritu emprendedor sobrevive por vocación o por necesidad. En Aragón había 100.713 autónomos en agosto dados de alta en la Seguridad Social, 138 menos que el mes anterior, una caída del 1%. En este saldo de altas y bajas sigue habiendo quien se atreve a emprender.

"Esto nos demuestra que tenemos pasión por emprender y realizar nuestro sueño", asegura Mayte Mazuelas, la presidenta de ATA Aragón. Pese a la "incertidumbre" económica actual se muestra "contenta de que esta ilusión no la haya matado el covid". Los negocios tienen que ir "amoldándose a esta nueva situación".

Los viveros de empresas han subido altibajos estos meses, pero comienzan a recibir nuevos inquilinos. La pandemia se ha llevado por delante algunos proyectos y otros emprendedores han vuelto a casa a teletrabajar, pero afirman que han sido los menos. Empieza a ponerse en marcha "gente que empezó a emprender antes del confinamiento, en febrero o principios de marzo, y que han querido lanzarse", explican desde el CIEM, vivero gestionado por Init para el Ayuntamiento de Zaragoza. En estos casos son emprendedores que buscan "un espacio que tuviera un acompañamiento"

Ideas en el confinamiento

La misma percepción tienen en la vecina La Terminal. Su gerente, Karen Díaz, explica que ahora en septiembre han empezado a entrar seis proyectos de golpe, en su mayoría de menores de 30 años. "Jóvenes a los que se les ha ocurrido emprender durante la pandemia como ingenieros, arquitectos o fotógrafos", señala. "Hay muchas herramientas para facilitar el emprendimiento", añade desde la incubadora y aceleradora municipal, gestionada por la consultora Hiberus Tecnología en colaboración con Ibercaja.

"Estamos recibiendo proyectos, no igual que antes, pero con una caída no muy significativa", añade Javier Val, director de Emprendimiento de CEOE. En lo que va de año han atendido a 150 personas, de las que habrían salido unas 24 iniciativas, una cifra similar al ejercicio pasado. "Emprender es posible. La gente se sigue montando cosas, pero el que emprenda tiene hacer números serios", asegura. Cree "peligroso" pensar solo en la tarifa plana, sobre todo, si requiere una mínima inversión.

Y hay que hacer más números. "Si siempre ha sido importante el plan de negocio, ahora es más importante y con la posibilidad de dibujar distintos escenarios. Estás dibujando un viaje pero no sabes a dónde va a llegar", añade. Díaz cree que, al final, el riesgo para un emprendedor es el mismo y destaca el apoyo que suponen los viveros para ofrecer formación en emprendimiento y mentorizaje. "A nadie se nos enseña a emprender, llegas y te faltan un montón de herramientas", apunta.

Para los que ya están en marcha, Val explica que hubo dos etapas desde el inicio de la pandemia. En marzo, los negocios buscaban estrategias "para parar el golpe" causado por la paralización de la actividad por el confinamiento. "En julio y agosto ya hubo gente que se planteaba cerrar o traspasar", reconoce, sobre los que no pudieron superar el parón de actividad. Compara la situación con la crisis de 2008 cuando "para el primer golpe estaban preparados, pero para la intensidad".

Entre los perfiles del emprendedor en la pandemia ve, como en 2008, a "personas que habían desarrollado actividad laboral por cuenta ajena, que tenían ‘know how’ y habilidades que tenían por alternativa el autoempleo". Sobre todo, si pueden contar con alguna indemnización o ayuda.

Díaz da prioridad a los negocios por internet. "Si es un proyecto digital, adelante. No hay barreras y se puede internacionalizar". En los tradicionales "hay que tener en cuenta todas las limitaciones que tenemos ahora, aunque no dejan de surgir oportunidades". Val recuerda para los próximos meses que "estamos jugando en un campo embarrado y va a durar un tiempo".

EMPRENDEDORES COVID

"Era imposible saber lo que iba a pasar, pero decidí tirar para adelante"
Andrea Salilla, en  La Tartuela
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Andrea Salillas | Abrió la pastelería La Tartuela en Fuentes de Ebro en julio

"Era imposible saber lo que iba a pasar, pero decidí tirar para adelante"
La emprendedora Andrea Salillas llevaba más de un año preparando la apertura de La Tartuela, un proyecto que, más que un negocio, para esta vecina de Fuentes de Ebro significaba la consecución de su sueño: dedicarse a la repostería creativa. Sin embargo, como ha ocurrido en otros tantos casos en todo el mundo, la joven tuvo que paralizar sus planes tras la llegada de la pandemia.
Aunque la apertura de su negocio estaba programada para marzo, finalmente el obrador abriría sus puertas en julio. "Cuando llegó la pandemia ya había realizado una gran inversión y había comprado la mercancía. Era imposible saber lo que iba a pasar a partir de entonces, pero decidí tirar para adelante, no me quedaba otra", reconoce.
"A pesar de las dudas o el miedo, no perdí la ilusión que he tenido desde el principio. En todo momento he contado con el apoyo de mi familia, que ha sido fundamental", admite. En su caso, la repostera ha decidido lanzarse a la piscina del emprendimiento desde cero y en solitario, algo que ha complicado el proceso: "Lo más difícil ha sido el papeleo y el tema de las normativas… para eso he contado con el apoyo de una gestoría". Una faceta autodidacta que ha acompañado a la aragonesa desde que tiene uso de razón.
Formada en farmacia y anatomía patológica comenzó a interesarse en la pastelería creativa allá por el año 2013. "Empecé por casualidad viendo vídeos en internet. Pronto empezaron a pedirme que cocinase tartas para eventos de familiares y amigos. Era un hobby que cada vez cobraba más importancia en mi vida", relata. Así, a pesar de que contaba con un trabajo estable en un sector completamente diferente, decidió que tenía que dar un cambio a su vida: "Pensé, o lo hago ahora o ya no lo haré. Siempre he tenido fe en que todo iba a salir bien".
Salillas utiliza una crema muy conocida en el sector de la repostería creativa, conocida como crema -o ‘buttercream’- de merengue suizo. "Se trata de una crema muy suave, dulce pero no en exceso, y que ofrece un equilibrio en la boca que te permite disfrutar de cada bocado de otra manera", asegura. En base a esta técnica, la repostera realiza todo tipo de tartas personalizadas.
"También preparo pastel de queso, galletas personalizadas y ‘cupcakes’, aunque lo que más éxito tiene son las tartas infantiles", añade. Si bien es cierto que la pandemia se ha llevado por delante buena parte de las celebraciones, muchas personas encuentran en estos dulces una bonita forma de sorprender a esa persona tan especial, sobre todo, a los más pequeños de la casa: "Les encanta tener una tarta con su personaje favorito, es un detalle muy especial y totalmente personalizado". Por C. Ivars

"A pesar de la pandemia, tenemos que tratar de seguir adelante"  
Elena Burriel, de Calzados Alicia
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Elena Burriel | Calzados Alicia acaba de inaugurar su quinta tienda

Aunque la historia de calzados Alicia no es reciente, la primera de estas zapaterías abrió sus puertas allá por el año 1965 en el zaragozano barrio de Las Fuentes -donde cuenta con dos establecimientos en la actualidad-. Elena Burriel, que encarna la tercera generación de su familia a cargo de la empresa, decidió abrir las puertas de su quinto establecimiento el pasado 5 de octubre, en La Almozara.
"Mis abuelos tuvieron una tienda muchos años en esta misma calle, justo en la acera de enfrente. Llevábamos tanto tiempo detrás de una apertura en esta zona que cuando surgió la oportunidad no podíamos dejarla pasar, ni siquiera por la pandemia", asegura. Hoy son muchos los vecinos que recuerdan con cariño la tienda original y a sus fundadores, Alicia Sancho y Agustín Burriel.
A pesar de la larga trayectoria de la empresa, la innovación y la necesidad de renovación constantes también constituyen todo un reto a la hora de tratar de mantenerse en pie en un momento tan complicado como el actual. Una constante que se ha mantenido viva desde el inicio de esta saga familiar de vendedores de calzado.
"Mis abuelos llegaron a Zaragoza desde Allueva, en Teruel, como tantos aragoneses de la época, para buscarse la vida", afirma. Y aunque entraron en el sector del calzado por casualidad, pronto se convirtió en su pasión: "Mi abuela, que hoy tiene 83 años, siempre soñó con ser dependienta. Por eso, cuando les llegó la noticia del traspaso de una zapatería decidieron vender todo lo que tenían y empezar de cero, juntos. Después tomó las riendas mi padre, Tomás Burriel, que aún sigue al frente. Y también forma parte del equipo mi hermana Esther".
"Me he criado en estas tiendas, he pasado horas y horas jugando entre cajas en el almacén", admite. Tras terminar Administración y Dirección de Empresas (ADE) se centró en el negocio familiar. "Nunca me desvinculé del todo, trabajaba como dependienta los veranos y los fines de semana. Eso me ha permitido conocer la empresa desde la base", explica.
Actualmente, esta empresa da trabajo a una docena de personas, una plantilla que, en palabras de Burriel, "casi forma parte de la propia familia". "Cuando se produjo el cierre por la pandemia reconozco que no sabía por dónde empezar a gestionar la situación; no solo por mí sino por todo el equipo, me sentía responsable".
Sin embargo, poco a poco la incertidumbre y el miedo dejaron paso a ilusiones renovadas y a la necesidad de seguir adelante, algo que su familia siempre había hecho. "Es cierto que la gente se sorprendió mucho cuando anunciamos la nueva apertura en un momento como el actual. A pesar de la pandemia, la vida sigue. Tenemos que tratar de seguir adelante", resume. Por C. Ivars

"Como ingeniero no podía llegar más alto, necesitaba algo más"
Salvador Climent, de Paragon Technologies
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Salvador Climent | Paragon Technologies empieza a dar sus pasos

Salvador Climent (41) y Cherie Climent (31) son los fundadores de Paragon Technologies, una empresa centrada en la búsqueda de soluciones tecnológicas basadas en la ingeniería aeroespacial para mejora de la habitabilidad de espacios reducidos. Tras 12 años trabajando en Seattle en la industria aeroespacial, este ingeniero zaragozano sintió que era el momento de dar un giro a su vida y de volver a casa.
"Como ingeniero ya no podía llegar más alto. Trabajaba para SpaceX, considerada la empresa del mundo en la que es más difícil entrar, pero necesitaba algo más", reconoce el aragonés que, durante más de una década, ha trabajado en el diseño de aviones, satélites y cápsulas espaciales para empresas como Boeing o emprendedores como Elon Musk.
Así, junto a su mujer, Cherie, licenciada en legislación medioambiental, decidieron regresar a la capital aragonesa hace un año para fundar su propia empresa. "Queremos mejorar la calidad de vida de aquellos que habitan en espacios pequeños intentando reducir el impacto humano en el medio ambiente", afirma Climent.
Su primer proyecto gira en torno al diseño de muebles tecnológicos basados en el uso de materiales de la industria aeroespacial: "En este caso trabajamos en un mueble que se expande, pero no nos limitamos a un tipo de producto". Un primer proyecto muy dirigido al mercado internacional. "En Estados Unidos. vivíamos en un piso de 40 metros cuadrados y pagábamos 2.500 euros al mes. Mucha gente vive situaciones parecidas y creemos que este producto va a tener gran aceptación. No va a ser barato, pero sí rentable", admite.
Por otro lado, Climent reconoce que su estancia en EE. UU. ha sido fundamental para tomar esta determinación: "Los salarios allí son mucho más altos, pero es necesario para poder costearse una universidad. En España llegué a ser ingeniero gracias a la Administración. En cierto sentido, sentía que debía volver a casa y devolverlo de alguna manera", dice.
‘Paragon’ es una palabra inglesa que proviene del griego y significa ‘ejemplo de excelencia’. "Eso, unido al hecho de que llevase la palabra Aragón nos hizo pensar en que era el nombre acertado", asegura el ingeniero. Pusieron en marcha la empresa en febrero, un mes antes de la pandemia. "Hubo problemas con ciertos proveedores y suministros y se ralentizaron bastantes cosas", recuerda. La Terminal, donde cuentan con su oficina, permaneció cerrado unas semanas y teletrabajaron. "Nos dimos cuenta de que el hecho de que la gente pasase más tiempo en casa podía ser beneficioso para nosotros pues la gente pudo detectar carencias en sus hogares y valorar estos detalles de otra manera", concluye. Por C. Ivars

"Teníamos un largo recorrido profesional y ganas de crecer"
Teresa Manero, Carlos Tabuenca y Rosa María Sánchez, de Clínica Ohana
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Carlos Tabuenca | Clínica veterinaria Ohana cumple cuatro meses

"Teníamos un largo recorrido profesional y ganas de crecer"
​Carlos Tabuenca (32), Teresa Manero y Rosa María Sánchez (36), son tres veterinarios aragoneses que decidieron lanzarse a la piscina del emprendimiento y abrir su propio centro veterinario hace tan solo cuatro meses, en plena crisis del coronavirus. La clínica veterinaria Ohana, palabra hawaiana que significa ‘familia’, abrió sus puertas en Santa Isabel el pasado 25 de mayo, aunque sus fundadores llevaban varios meses trabajando en el proyecto.
"La llegada de la covid-19 fue como un auténtico jarro de agua fría", relata Tabuenca, que reconoce que durante las semanas previas a la apertura vivieron problemas de abastecimiento y tuvieron que hacer frente a diversos gastos adicionales en materia de protección sanitaria.
Sin embargo, ni siquiera la pandemia mundial pudo con el sueño de estos tres veterinarios. "Esta situación nos obligó a retrasar la fecha de apertura prevista y a aplicar una serie de restricciones que nos dificultaba el trato familiar y cercano que queríamos demostrar hacia nuestros clientes y pacientes", añade Tabuenca.
En Ohana dan servicio a todo tipo de animales, desde perros, gatos o pequeños roedores hasta todo tipo de aves. "Nuestra intención es seguir formándonos para ampliar nuestros servicios y poder abarcar otras especies, así como especialidades de diagnóstico en imagen y tratamientos novedosos", asegura Manero.
"Trabajábamos juntos desde hacía tiempo, pero decidimos montar nuestra propia clínica porque queríamos evolucionar, no solo por nosotros mismos sino también por los animales, se lo merecen después de todo por el cariño incondicional que nos aportan", asegura la veterinaria, que cree que la innovación y la aplicación de nuevas técnicas es una de sus mayores fortalezas.
Del mismo modo, además del tratamiento clínico convencional, cuentan con otro tipo de servicios como Urgencias 24 horas, vacunación, desparasitación o identificación animal así como servicio de hospitalización, peluquería o servicio de naturopatía -o medicina natural animal- de la mano de preparados artesanales no farmacológicos elaborados a partir de la maceración, en agua, de flores maduras de diversas especies vegetales silvestres que cuentan con diversas aplicaciones para el tratamiento ansiedad, miedo, estrés, etc.
Y aunque reconoce que eso de montar tu propio negocio es algo que, a priori, puede resultar impactante -sobre todo con los tiempos que corren-, el hecho de haberse encontrado y de contar con el apoyo de sus familiares y entorno más cercano fue un aliciente. "Teníamos un largo recorrido profesional y muchas ganas de iniciar una etapa que nos hiciera crecer, por lo que creímos que era el momento adecuado de dar el salto", resume. Contaron con el soporte del Sacme de CEOE Aragón. Por C. Ivars

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