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José Luis Melero: "Aprendí a leer en las páginas de HERALDO"

El escritor aragonés manifiesta la trascendencia de este medio, con el que se siente absolutamente identificado.

Aragón
Melero se introduce en las páginas de HERALDO delante de un quiosco de Independencia.
José Miguel Marco

Hablando el otro día con el escritor Martínez de Pisón, subrayaba su itinerario diario en Barcelona hacia el quiosco en busca del ejemplar de HERALDO, su costumbre de leerlo todos los días, sea en el formato que sea.

Es un hábito común a quienes nos sentimos aragoneses. También es mi caso. Recuerdo que mi abuelo Nicolás Rivas nació el mismo año que HERALDO, en 1895. En su casa estuvo HERALDO desde que nació hasta que murió en los años 80. También está en casa de mi padre, José Luis Melero. Acaba de cumplir 90 años y lo sigue leyendo todos los días.

¿Cómo fue su primer contacto con las páginas del periódico?

A muy temprana edad. Siempre estaba en casa de mi abuelo y de mi padre. Aprendí a leer en las páginas de HERALDO. Y ahí sigo. Lo he leído todos los días de mi vida.

¿Todos, todos, todos...?

Todos, todos, todos. Perdón, rectifico. Menos cuando antiguamente no salía los lunes.

¿Y cuando se marcha lejos de España en sus viajes?

Entonces, mi padre los guarda todos y, cuando regreso, los leo por orden, de uno en uno, día a día.

¿Qué valora de forma especial?

Por encima de todo, su vocación aragonesa, su defensa de los intereses aragoneses desde 1895. No es un periódico local ni provincial, sino de todo Aragón. Y, por supuesto, su defensa tenaz de asuntos esenciales, como la oposición al trasvase, su apoyo al Canfranc o a los regadíos. Los regadíos, desde los tiempos de Joaquín Costa, que, por cierto, fue colaborador destacadísimo del periódico.

¿Qué firmas buscaba y busca?

Qué decirle... Me apasiona Aragón. Hubo series como ‘Aragón, pueblo a pueblo’, de Alfonso Zapater, o ahora ‘Aragón es extraordinario’, de Pablo Ferrer. En cierto modo, se vertebra Aragón desde un periódico. Históricamente, siempre hubo firmas extraordinarias. Desde las críticas de cine de José Luis Borau; las de música, de Eduardo Fauquié; las de política internacional, de Fabio Mínimo.

¿De quién ha sido ávido lector? 

Continuando con las firmas, qué decir de las colaboraciones de Francisco Umbral, o la importantísima colaboración de Ramón J. Sender en su exilio en los Estados Unidos, que los jóvenes de entonces leíamos con tanto interés. Y ahora, también. Leo todas las firmas actuales, todas sus secciones. La opinión, las noticias del Zaragoza, la política, las esquelas... Porque hay que leer el periódico de tu tierra para conocer tu tierra.

Usted pasó de lector de HERALDO a colaborador.

Publiqué mi primer artículo en 1978 y 42 años después continúo escribiendo.

En su biblioteca, ¿cuántos ejemplares de HERALDO guarda?

Tengo 35.000 libros. Entre ellos, los HERALDO de días muy significativos: las copas del Real Zaragoza, las movilizaciones contra el trasvase... También, los almanaques publicados en los años 30.

De los años 30... ¿Dónde los encontró?

En librerías de viejo, buscándolos con la misma pasión con que todos los días busco HERALDO.

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