viticultura

Colores que anuncian la (buena) vendimia

Los viñedos han cambiado el color de los campos aragoneses. Es momento del envero, el anuncio de que la vendimia está cerca.

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Viñedo de la Denominación de Origen Cariñena, que comienza la cuenta atrás para la vendimia.
D. O. Cariñena

La vendimia está cerca. Lo anuncian los viñedos cuyos frutos ya han comenzado a tomar el color que avisa a los viticultores de que comienza la cuenta atrás para que se inicie la recolección.

Es el momento del envero, un término muy vitivinícola (aunque también se utiliza en el olivar) que procede del latín ‘en’ y ‘variare’, es decir, cambio de aspecto. Es lo que está sucediendo ahora en los campos aragoneses, que presentan la cara más vistosa y llamativa del ciclo biológico de las vides. Las uvas cambian de color para demostrar que se encuentran en pleno proceso de maduración. Las tintas dejan atrás ese tono verde intenso que provoca la clorofila de la planta para ir tornando hacia un rojo que terminará siendo azulado o incluso negro, en función de las variedades. También lo hacen las blancas, que irán mudando su aspecto hasta lograr su característico amarillo o dorado.

Durante el envero, en el que también juegan papel determinante la climatología o la situación geográfica, no solo se produce una explosión de color en el viñedo, sino que, además, aunque no es visible, la uva comienza a acumular azúcares, ácidos y aromas y compuestos fenólicos que determinarán el color, el aroma, el sabor y la estructura de los vinos que con ellas se elaboren.

Pero este momento es también un aviso para los viticultores. En cuanto comienza, los viticultores y la bodegas comienzan a tachar días en el calendario porque, según los expertos del sector, en unos 45 y 50 días después (aunque hay quien habla de dos meses) será el momento óptimo para comenzar la vendimia. Eso sí, como siempre sucede en agricultura, este periodo no es pura matemática, así que puede dilatarse o reducirse en función de los caprichos del clima, de sus lluvias y de sus temperaturas.

Con la mirada puesta en estos colores, los consejos reguladores de las cuatro denominaciones de origen aragonesas -Cariñena, Campo de Borja, Calatayud y Somontano- comienzan a echar cuentas. Reconocen que las cifras son orientativas y que pueden variar a lo largo de todo el mes de agosto, ya que no serán sus últimos días (en el caso de las variedades más tempranas) cuando comiencen a verse los vendimiadores en las tierras de cultivo. Pero las estimaciones de cosecha realizadas hasta ahora apuntan a una "buena producción", aunque es cierto que no todas las zonas vitícolas pueden decir lo mismo.

En Aragón se espera una cosecha que rondará los 140 millones de kilos de uva, una cifra muy superior a la del pasado año, aunque la referencia nos da una idea real de la situación. La vendimia será mejor, pero también porque con la que se compara es una campaña "desastrosa" (la de 2019) en cantidad por los estragos que provocó en el viñedo una "extrema sequía".

Prevén un incremento de producción las denominaciones zaragozanas, es decir, la de Cariñena, la de Campo de Borja y la Calatayud, pero no así la única situada en la provincia oscense. En Somontano prevén un descenso de hasta el 25% si se compara con la recogida un año antes, aunque entonces también fue la única que consiguió escapar de los efectos de la falta de lluvias y recogió una buena producción.

En lo que todos los consejos reguladores coinciden es en que sus preocupaciones no están tanto en la cantidad de vino que podrán producir tras la próxima vendimia, sino en cómo se comportarán las ventas en un año marcado por la incertidumbre en los mercados como consecuencia de la pandemia, pero también del‘brexit’ o de los caprichos arancelarios del presidente estadounidense.

Habrá que esperar hasta finales de agosto para que la vendimia sea visible en los campos de Cariñena. Será entonces cuando comenzarán a recogerse las variedades más tempranas, porque el grueso de la recolección no comenzará hasta septiembre y será en la segunda quincena cuando tome fuerza. Y habrá una vendimia "buena". Es la previsión que maneja el consejo regulador de la Denominación de Origen Cariñena, que estima que los primeros estudios técnicos realizados adelantan que en sus más de 14.000 hectáreas podrían recogerse 89 millones de kilos de uva.

La cifra puede parecer más espectacular de lo que es si se compara con la que del pasado año. Entonces, esta denominación, la más grande y antigua de Aragón, tuvo que conformarse con apenas 57 millones de kilos de uva. Si se vuelve la mirada hacia 2018, la cantidad prevista este año se queda muy corta, porque en aquella campaña los viticultores de la D. O. llenaron las bodegas con más 109 millones de kilos. Por eso desde el consejo regulador recuerdan que ni la una ni la otra son producciones habituales, por lo que prefieren poner las estimaciones de este año frente a frente de la media de esta denominación. En ese caso, la vendimia estimada en este 2020 es casi un 8% superior. Que se cumpla o no dependerá "del clima durante el mes de agosto". Porque, como señala el secretario del consejo, Claudio Herrero, se cogerá más si llega algo de lluvia siempre que no sea de forma copiosa, pero podría ser menos cantidad si las temperaturas son muy elevadas y el calor muy intenso.

Aún satisfechos con el volumen de uva que se espera recoger, en la D. O. Cariñena reconocen que la cosecha será menor que la que se esperaba en el mes de mayo. "Entonces se preveía que podríamos alcanzar hasta los 115 millones de kilos". Las lluvias ayudaron a la brotación, allá por mediados de marzo. El crecimiento de los pámpanos fue rápido e impulsado por las cálidas temperaturas de abril y mayo, así como por la abundante pluviometría que continuó acompañando al cuajado final. Pero esas constantes precipitaciones fueron también el mejor caldo de cultivo para una de las plagas más temidas en el sector: el mildiu, enfermedad provocada por un hongo que puede llegar a provocar una importante merma en la producción. Así ha sucedido en algunos viñedos en los que los tratamientos preventivos llegaron tarde y donde la cosecha podría reducir hasta un 50%. En cualquier caso, señala Herrero, «es una buena vendimia, media alta, en la que se espera además una gran calidad a tenor de la buena sanidad que presenta el viñedo».

Las lluvias han sido también la cara y la cruz de los agricultores de Campo de Borja. La denominación situada a los pies del Moncayo y conocida y reconocida como el Imperio de la Garnacha espera recoger este año alrededor de 28 millones de kilos de uva, "que podrían ser hasta 30 si el verano termina bien para el cultivo", señala el secretario del consejo regulador, José Ignacio Gracia. Una cantidad notablemente superior a esos "menos de 20 millones de kilos" que se vendimiaron en los campos de esta denominación el pasado año, caracterizado por "una extrema sequía".

Lluvias "bien distribuidas"

Y como ha sucedido en Cariñena, las lluvias "intensas y bien distribuidas" han propiciado un buen cuajado tanto en secano como en regadío, pero han obligado a los viticultores a emplearse a fondo para evitar males mayores con el mildiu. "Ha habido sangre, sudor y lágrimas", explica metafóricamente Gracia, para insistir en el esfuerzo realizado por los agricultores organizados en atrias, agrupaciones para tratamientos integrados en agricultura, que gestionan el 98% del viñedo de Campo de Borja. "La lucha integrada es muy eficaz, pero hay que estar atentos desde que aparecen las primeras manchas porque si se actúa tarde la incidencia es muy alta", explica el secretario de la denominación. Tan temido es el mildiu que, como recuerda Gracia, en cuanto aparecieron los primeros síntomas, "todo el mundo dejó lo que estaba haciendo y se dedicó en cuerpo y alma a combatir la plaga". Por eso, asegura que «la incidencia «será pequeña» en los viñedos de Campo de Borja, donde la vendimia comenzará a finales de agosto para las variedades blancas (moscatel y chardonnay), pero no será hasta septiembre cuando se recojan las tintas, especialmente la garnacha. Si satisfechos están con la cantidad, también con la calidad, porque el viñedo apunta buenas perspectivas, que incluso podría mejorar si el verano "se queda seco e incluso sopla un poco de cierzo".

Buenas expectativas son las que maneja también el consejo regulador de Calatayud. Ya se intuían en plena floración, cuando los viñedos de esta denominación presentaban "un aspecto increíble, con gran número de racimos y un buen cuajado", señala su presidente, Miguel Arenas. Sus primeras estimaciones apuntan a una cosecha superior a los 12 millones de kilos, una cifra que supone un incremento del 35% respecto a la de 2019. También en esta D. O., la más joven de España y una de las últimas del país en comenzar la vendimia (no se iniciará hasta finales de septiembre), las lluvias han sido una bendición del cielo que han hecho que las cepas vuelvan a recuperar vigor y se hayan olvidado de la sequía que han soportado durante las últimas campañas.

La única con menos cosecha

Somontano está viviendo un 2020 complicado. Al impacto que han supuesto la crisis sanitaria y el estado de alarma en sus ventas (muy orientadas al mercado nacional y el canal horeca) se suma ahora una cosecha que se verá mermada por las adversidades climáticas.

Sus viñedos han tenido que soportar heladas, pedrisco y "muchísima lluvia", por lo que sus previsiones, «que son más una ligera aproximación», detalla el secretario del consejo regulador, Francisco Berroy, apuntan a una vendimia hasta un 25% menor a la del pasado año en el que se recogieron 20,8 millones de kilos. Es cierto, recuerda Berroy, que la D. O. oscense es la única que verá reducida su producción esta campaña, pero también fue la única que consiguió un aumento considerable el pasado año.

Las cifras finales se conocerán a mediados del mes del agosto, cuando los viticultores de esta zona comiencen la recolección, en la que se espera, eso sí, una buena calidad, porque el viñedo presenta una gran sanidad, especialmente en el secano.

Incertidumbre por la covid

Con más o menos producción, en lo que coinciden las cuatro denominaciones aragonesas es en que esta es una vendimia rodeada por la incertidumbre que esta generando la crisis sanitaria. No se refieren tanto al temor de contagios entre los trabajadores del campo, porque la mayor parte de la recolección se realiza de forma mecanizada, lo que reduce notablemente la mano de obra necesaria. Y cuando es imprescindible el trabajo del vendimiador, estas denominaciones apenas disponen de temporeros, ya que emplean a trabajadores de la zona "que están con nosotros durante todo el año", señalan los representantes de los cuatro consejos reguladores.

La incertidumbre está en el mercado. "Estamos expectantes", señala José Ignacio Gracia. Y casi utilizan las mismas palabras tanto Berroy, como Herrero y Arenas, porque a las denominaciones les resulta casi imposible predecir cómo responderán sus ventas tanto en el exterior como en el mercado nacional, en el que los rebrotes no permiten volver completamente a la ‘nueva normalidad’, con lo que se resiente el canal horeca y el turismo.

Añade también incertidumbre el desenlace final del interminable ‘brexit’ y el rumbo que tomen las impredecibles decisiones de Trump y sus continuos aranceles a las producciones españolas.

Sin fiestas y con el recuerdo a las víctimas de la covid

No habrá pisado de uvas, ni exaltación del vino, ni los primeros mostos brotarán de la Fuente de la Mora, una fiesta declarada de interes turístico que se realiza cada septiembre en la D. O. Cariñena para celebrar la vendimia.

Los agricultores y bodegueros de las cuatro denominaciones aragonesas no festejarán en las calles este año los actos institucionales con los que se da la bienvenida a la época de recolección de la uva. Lo impone la situación sanitaria que vive el país y que impide, por motivos de seguridad y para evitar la propagación del coronavirus, la realización de actos como con los que se celebran en cada Fiesta de la Vendimia de cada D. O. y que atrae a cientos de participantes.

"Nos veremos en 2021", asegura José Ignacio Gracia, secretario del consejo regulador de Campo de Borja. Y lo repiten los representantes de las distintas denominaciones aragonesas, que insisten en que "por responsabilidad y en cumplimiento de las medidas sanitarias este año no habrá ninguna celebración".

Lo que sí habrá es un recuerdo a "los miles de fallecidos que el coronavirus ha causado en España". Un homenaje que será visible desde este año en el Paseo de las Estrellas de Cariñena -en el que lucen las huellas de distintas personalidades del país-, donde el 27 de septiembre se añadirá una nueva placa para no olvidar el golpe de la pandemia y sumarse "al dolor de tantas familias afectadas". 

viñas Borsao

Las cifras

Cariñena
La denominación más grande y antigua espera vendimiar este año alrededor de 89 millones de kilos de uva, lo que supone un incremento del 7,9% respecto a la media de los últimos 10 años. La D. O. Cariñena, que engloba sus caldos bajo la marca ‘El Vino de las Piedras’ se extiende por 14.183 hectáreas repartidas por 14 municipios. En la denominación están integrados 1.464 viticultores y 35 bodegas.

Campo de Borja
Conocida como el Imperio de la Garnacha, esta denominación prevé que su cosecha rondará este año los 28 millones de kilos, una cifra sensiblemente superior a la de la campaña anterior cuando la extrema sequía no permitió alcanzar los 20 millones de kilos. Sus viñedos más antiguos datan de 1203 y de las 4.000 hectáreas que tiene ocupadas por garnacha, más de 2.000 tienen edades comprendidas entre 30 y 50 años.

Calatayud
Situado en altura (algunos de ellos a más de 1.000 metros) y dispuestos en su mayoría en vaso, el viñedo que integra la Denominación de Origen Calatayud se extienden por nada menos que 46 municipios. Aunque es la última en comenzar la vendimia y queda todavía mucho verano por delante, denominación del ‘viñedo extremo’ espera recoger en torno a unos 12 millones de kilos de uva de gran calidad.

Somontano
La única denominación oscense asegura que todavía es pronto para realizar previsiones, pero estima que los golpes del clima (heladas, pedrisco y constantes lluvias) mermarán su vendimia este año. A los pies del Pirineo, la D. O. Somontano, que aglutina 4.000 hectáreas de viñedo entre el llano y la montaña ocupadas por 15 variedades de uva, espera una producción que podría rondar los 15 millones de kilos.



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