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"Me entrego a Aspanoa porque me lo pide el corazón"

Miguel Casaus deja la presidencia después de 15 años.

Aragón
Casaus, lleno de argumentos en sus manos.
Oliver Duch

Después de tres lustros, el próximo sábado Miguel Casaus cesará como presidente de la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón (Aspanoa).

Se va.

Me voy, pero no me voy...

Aclárese antes de empezar.

Quiero decir que el sábado próximo dejaré de ser presidente de Aspanoa, pero seguiré apoyando a la asociación. Como un voluntario más, pero continuaré.

¿Por qué lo deja?

Entiendo que una organización como esta debe tener una alternancia. Los tiempos cambian más que los hombres. Las asociaciones deben estar vivas, actualizadas. Además, hace tres años encontré a un padre afectado que enseguida quiso colaborar. El próximo presidente se llama Gabriel Tirado.

¿Saben quién va a ser el próximo presidente antes de celebrarse la asamblea?

Solo hay una lista, integrada por 13 personas. Por tanto, está claro quien va a ser presidente. Gabriel Tirado es una persona preparada y activa. Tiene 42 años. Tuvo un hijo que padecía cáncer, pero afortunadamente el hijo ya se ha recuperado. Mi hijo no tuvo la misma suerte...

Vaya...

Mi hijo Pedro Miguel falleció en 1979 a causa de un meduloblastoma, esto es, un tumor en la médula. Apenas resistió seis meses. En esos tiempos, la esperanza de supervivencia no superaba el 40 por ciento. Ahora, cuatro décadas después, la supervivencia de un niño oncológico supera el 80 por ciento.

Magnífica noticia, Miguel.

Afortunadamente, la oncopediatría ha evolucionado muchísimo. Haber promovido la investigación ha sido una de las grandes satisfacciones de estos años en la presidencia de Aspanoa. En Aragón apenas había investigación en esta materia, pues el cáncer infantil supone menos del uno por ciento del cáncer total. Es parecido, pero no exactamente igual que el cáncer.

¿Por qué se volcó con Aspanoa?

Me entregué y me entrego a Aspanoa porque me lo pide el corazón. Esa es la razón esencial.

Lo que no se hace con el corazón no merece la pena...

Desde luego. Aspanoa nació en 1988, nueve años después de que falleciera mi hijo. Mi esposa se enteró de la creación de la asociación y me animó a colaborar. El primer presidente fue Félix Tolosana, que estuvo 16 años; yo he estado 15.

No tengo palabras para la labor que desarrollan.

Es mucho el esfuerzo, pero merece la pena. Somos 3.200 socios. Tenemos la sede en Duquesa Villahermosa, un piso de acogida en Zaragoza para los padres junto al hospital, una casa en Almudévar para respiros de familia y campamentos. Tenemos neurosicólogo, musicoterapeuta, fisiterapeuta, psicólogo, trabajadora social y un equipo itinerante que hace llegar a las zonas rurales el servicio de psicología. Manejamos un presupuesto de 742.000 euros. Hay que pelear mucho para conseguirlo.

Además, han desnudado el costado más solidario del fútbol.

Eso fue una idea de Javier Planas: traer a La Romareda a los mejores equipos de veteranos de España. En los últimos 25 años, han pasado el Real Madrid, el Barça, la selección española... Se reúnen más de 20.000 personas en el estadio, una cifra extraordinaria. El fútbol puede ser maravilloso. En nuestro caso, ha sido un altavoz extraordinario. Sin ninguna duda, nos ha servido de gran apoyo en nuestra labor. Además, la recaudación del partido de veteranos es una fuente de financiación esencial para Aspanoa.

También les respalda la gente de la cultura.

Artistas plásticos, escritores, todos... Si se es transparente, la sociedad suele responder.

Le veo feliz y satisfecho en el momento del adiós.

He hecho todo lo que estaba en mi mano y, aunque no me quede en ningún cargo, seguiré defendiendo la iniciativa de Aspanoa.

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