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Ancianos que viven solos en Zaragoza: "Me preocupa que no me vengan a atender"

Más de 53.000 personas mayores de 80 años viven solas en Aragón. Recluidas en sus hogares y sin poder recibir visitas de sus allegados, esperan que el estado de alarma no se alargue en el tiempo.

Magdalena Micolau, de 92 años, en su casa de Zaragoza.
Magdalena Micolau, de 92 años, en su casa de Zaragoza.
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Los ancianos son uno de los grupos de la población más vulnerables ante el covid-19. En Aragón  -con una esperanza de vida que alcanza ya los 83,45 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística- más de 53.000 personas mayores de 80 años viven solas y, de ellas, las mujeres representan casi el 70%. Recluidas en sus casas y sin recibir visitas tras las medidas extrordinarias impuestas por el Gobierno ante el estado de alarma en el que nos encontramos, estas personas siguen con mucha atención las noticias que les llegan a través de los medios de comunicación y esperan que esta situación excepcional no se alargue en el tiempo.

Magdalena Micolau, de 92 años y con achaques de salud (con movilidad reducida y problemas respiratorios que le obligan a dormir con una bombona de oxígeno), lleva dos años sin poder salir a la calle. Para ella este lunes es, a efectos prácticos, como otro lunes cualquiera. Esta mañana ha acudido a su domicilio del centro de Zaragoza una trabajadora del servicio de ayuda a domicilio del Ayuntamiento (una de las prestaciones sociales domiciliarias que ofrece junto a la teleasistencia y la comida elaborada a domicilio a personas dependientes). A partir del martes y hasta el viernes, cuenta con otra persona a nivel particular para las tareas de limpieza, compra y comida. "Está dos horas por la mañana. Los fines de semana no viene nadie", explica.

Magdalena no tiene miedo al coronavirus ("difícilmente lo cogeré por contagio", dice), pero sí le inquieta poder quedarse sin ayuda. "Me preocupa que no me vengan a atender. Si alguien no viene, aquí me quedo. Sola no puedo salir. Si no vienen, ¿qué hago? Ese es el único temor que tengo. Que no me fallen las personas que me atienden", señala. No obstante, la mujer con la que cuenta para las tareas domésticas tiene previsto acudir mañana a su domicilio. "Además, está el servicio de teleasistencia. Cada pocos días me llaman para ver si estoy bien", añade.

Al mismo tiempo, esta anciana vive la expansión del virus con tristeza y pena. "Nadie había vivido algo semejante. Dicen que el estado de alarma es para 15 días; confío que termine en ese periodo", afirma.

Recomendación de las amigas

A quien le ha fallado la ayuda doméstica es a Conchita Camón, de 90 años y que vive sola desde hace muchos años. "Tengo una persona particular que acude tres días a la semana durante tres horas. Desde hace cinco días, no quiere venir porque dice que se puede poner en peligro al ser yo una persona mayor y que salgo a la calle", explica. 

Ante esta situación, Conchita va a echar mano de sus amigas para que pueda asistirle una auxiliar de ayuda a domicilio. "Parezco una estudiante, con todo revuelto. En una habitación he puesto un cartel con un letrero que dice 'el rastro'; ahí meto las cosas que me sobran", dice con humor. "Me encuentro bien de salud. No tengo miedo al coronavirus. Hay comida en la nevera y si se alarga esta situación, saldré a comprar con el andador", comenta.

"Me encuentro bien de salud. Tengo comida en la nevera y si se alarga esta situación, saldré a comprar con el andador"

El tiempo de reclusión en casa lo pasa leyendo, hablando con sus amigas ("todas están malas; tienen más de 90 años") y con su hijo médico que vive en Mallorca y viendo las noticias por televisión. "Me horroriza pensar de dónde ha salido el virus y cómo se ha extendido. Es raro, ¿quién lo ha traído?", se pregunta.

"A una residencia no quiero ir"

Por su parte, Feliciana Ibáñez, de 91 años, vive sola pero cuenta con ayuda todos los días durante varias horas -tanto del Ayuntamiento (dos horas a la semana) como particular-. "Tengo una invalidez tremenda. No puedo salir de la cama ni vestirme sin ayuda. Con una chica me arreglo muy bien. De momento, va a seguir viniendo, pero es libre de hacerlo. Si me falla no sé lo que haré porque a una residencia no quiero ir", explica.

De momento, no está asustada ante la propagación del virus  y lamenta no poder salir un poco a la calle y ver a su hijo. "Parece como si nos hubieran secuestrado. No creo que sea necesario tantas medidas; como que un policía te pueda parar por la calle. Aunque ahora no hay remedio y cada uno tenemos que poner de nuestra parte", subraya Feliciana, que se informa de la evolución del coronavirus por televisión y radio. "Estoy sorprendida de que en cuatro días haya pasado todo esto en China, Europa... Nos ocultan algo; es intuición", sostiene.

"Parece como si nos hubieran secuestrado. Aunque no hay remedio y cada uno tenemos que ponder de nuestra parte"

Mientras, el Ayuntamiento de Zaragoza está evaluando la situación de los 5.500 usuarios del servicio de ayuda a domicilio con el objetivo de evitar posibles contagios de los usuarios y proteger la salud de las trabajadoras (unas 700), según informan desde el consistorio. Se trata de dilucidar cuáles de estos servicios son imprescindibles por el grado de dependecia y cuales se pueden reducir o suprimir de forma temporal. "En los casos en los que se tenga que mantener el servicio, se hará extremando las medidas de higiene y seguridad", insisten fuentes municipales, que informan de que este lunes por la mañana ya habíann recibido llamadas de usuarios pidiendo que no acudieran las empleadas a sus hogares (no les consta ningún caso al revés).

Estas trabajadoras son  auxiliares de ayuda a domicilio que, además de las tareas domésticas, elaboran menús semanales, ayudan en el aseo, llevan acabo gestiones varias con los suministros y facturas, hacen labor de acompañamiento y detectan casos de aislamiento social y familiar, entre otras funciones.

Asimismo, el Consistorio zaragozano ha ampliado su servicio de comida elaborada a domicilio para personas dependientes, que realiza a través de la Fundación La Caridad, tras el cierre de los 31 centros de convivencia de mayores. Las personas que iban a comer a dichos centros pueden apuntarse de forma voluntaria (ya lo han hecho 60).

Por su parte, el Gobierno de Aragón va a reforzar el teléfono gratuito de atención a mayores, que empezó a funcionar en junio pasado, tras el incremento de llamadas de los últimos días. Desde el Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales han avanzado que también se pondrán en marcha otros recursos para atender a las personas de más edad y se les dará directrices para que lleven de la mejor manera posible esta situación de excepcionalidad. Se trata de estar pendientes de ellas y en contacto.

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