Relojes de torre

Los antiguos relojes de las torres de los pueblos son un patrimonio que debemos valorar y conservar.

Maquinaria del reloj de la torre de La Puebla de Valverde (Teruel).
Maquinaria del reloj de la torre de La Puebla de Valverde (Teruel).
Antonio García / Bykofoto

En el Museo Diocesano de Barbastro nos recibe, junto a la entrada, la maquinaria de un reloj antiguo: es el ejemplar más destacado de los que fabricó Francisco Coll Marqués, relojero de Lascellas, y perteneció a la torre de la catedral de esa ciudad, desde donde marcó el tiempo cotidiano a lo largo de casi todo el siglo XX. Es una pieza preciosa, espléndida, restaurada en 2010 porque en Barbastro se tuvo la sensibilidad suficiente para no dejar que se perdiera esa bella y humilde parte de su historia.

Me cuenta José Francisco Coll, perteneciente a una saga de relojeros cuyas obras se encuentran aún en las torres de medio Aragón, que primero se fabricaron relojes «de herrero», completamente manuales, pero que luego su bisabuelo introdujo los relojes mecánicos, inspirándose en los modelos franceses, y que incorporó sucesivas mejoras para hacerlos más exactos en su funcionamiento y más cómodos en su manejo. En los años cincuenta, sus sucesores fabricaron unidades para muchos de los pueblos de colonización. Los descendientes de esos maravillosos artesanos publicaron en 2014 un librito que compendia el trabajo realizado por la relojería de Lascellas y tratan, sobre todo, de llamar la atención sobre la importancia de estas piezas; no solo de las que hizo su familia, sino de los antiguos relojes mecánicos en general, pues son un patrimonio singular que a menudo se pierde cuando, al ser restauradas las torres, se sustituyen por otros electrónicos. Esas maquinarias son joyas: alcaldes, párrocos, conoced su valor y conservadlas.

Marisancho Menjón es historiadora y escritora