Nigüella y las casas colgantes sobre el Isuela

Esta población vecina de Mesones de Isuela cuenta con un magnífico parque ribereño y exhibe un singular casco urbano, con pronunciadas cuestas y edificaciones en el mismo cortado.

Carlos Gutiérrez, frente a las casas 'colgadas' de Nigüella.
Carlos Gutiérrez, frente a las casas 'colgadas' de Nigüella.
Laura Uranga

Carlos Gutiérrez es de Nigüella, y aunque su profesión lo tiene actualmente destinado en Algeciras, aprovecha las vacaciones para volver a casa; se involucra en todo lo que puede para dar a conocer su pueblo. "Fastidia un poco la situación en la que está Nigüella, claro. Hay poca gente, y pocas perspectivas de mejora, pero merece la pena que se conozca. Y no solo las casas en el cortado, ¿eh? También la luz, y los colores del otoño junto al río, aunque cada época tiene lo suyo".

Carlos hace esta afirmación en el camino que desciende al parque bañado por el Isuela, el parque del Molino; desde ahí se pueden ver las casas del pueblo sobre el risco, en una imagen que recuerda –salvando las distancias, pero sin desmerecer en absoluto al referente– a las famosas edificaciones colgadas de Cuenca. Las aguas se trajeron al pueblo en 1979, y desde entonces se asfaltaron muchas calles y caminos. Antes se bajaban estos escalones con las caballerías, que subían cargadas al pueblo. "Eran básicamente de uso agrícola; aquí había pera de agua, pera de Roma, ajos… todas las familias tenían también manzanas, y el trueque funcionaba mucho. También venían los intermediarios de los grandes mercados de fruta. Siempre hubo uva, pero luego se pasó al cereal porque Europa no dejaba producir; ya sabes, la política agraria comunitaria", apunta Carlos.

El pueblo ha sentido en carne propia el ninguneo de las circunstancias. A finales de este verano –la cosa siguió con el otoño ya entrado– una avería dejó sin teléfono fijo al pueblo durante varias semanas. El alcalde, Luis Brusil, expresó su malestar ante los medios de comunicación cuando se cumplían tres semanas y media de la contingencia. Aunque acabó subsánandose, el suceso es uno más entre los muchos que azotan al entorno rural en Aragón; soluciones al ralentí cuando hay pocos afectados, aunque sea todo el núcleo habitado el que se quede sin un servicio tan básico, especialmente fundamental para los moradores más veteranos, que no siempre se manejan bien con los teléfonos móviles o sufren los efectos de malas coberturas en sus domicilios cuando las calles son intrincadas.

Al mal tiempo, buena cara

En Nigüella saben disfrutar de sus fiestas. San Vicente –a principios de noviembre–, San Lorenzo en agosto y San Antonio en 13 de junio son las principales citas. Los miembros de la peña La Pezonería se han distinguido muchos años en la animación de los festejos; su curioso logotipo es un porrón que vierte su contenido en un pozo, y cuenta una historia del pueblo; unos nigüellanos se estaban bañando en un pozo del río Isuela y alguien comentó: ¡Qué bien se estaría con un porrón de cerveza! De ahí salió la expresión ‘pozo porrón’, usada localmente para indicar que no se está interesado en un tema.

Carlos recalca que sus compueblanos son muy participativos en las actividades, tanto los vecinos como los hijos del pueblo en la diáspora. "En el parque del Molino se celebra además la fiesta del trabajo el 1 de mayo, con un concurso de ranchos por grupos, se han llegado a juntar hasta 150 personas. Hay columpios, tobogán, piedras de molino como mesas, hasta matas de caquis tenemos. En esta época es un lugar perfecto para disfrutar cuando el termómetro no baja mucho; de hecho, cada fin de semana y festivo viene bastante gente, el paseo vale la pena. Los críos se lo pasan de maravilla, el río no lleva peligro ahí, puede hacerse brasa en una caseta". En marzo pasado se celebraron los 107 años de edad de Bienvenida Andrés, nacida en Nigüella, todo un caso local de longevidad extrema.

Paseando junto al Isuela, Carlos se encuentra con Adolfo Molinero en su pequeño tractor. Adolfo tiene 78 años y lleva más de 60 años de faena. Aunque el paisaje que le rodea es idílico, Adolfo pone el dedo en la llaga que le duele. "Lo mío ha sido mucho trabajo en el campo; he cultivado de todo, cereal, melocotón, manzana… también he llevado ganado. Ahí sigo, llego a donde llego. La juventud se va, y me parece muy bien, pero la tierra que yo tengo se queda muerta, es la pura verdad. Oímos mucha ‘música’ de que hay que mirar por los pueblos, pero... tontada todo, hablan de la despoblación y hasta sonríen. Yo no me río".

Los recuerdos en verso de Carmen García Benedí sobre la vida en el pueblo

La obra ‘Cultura popular de la Comunidad de Calatayud’, escrita por José Ángel Urzay y publicada en 2006 por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, recoge unos versos de la nigüellana Carmen García Benedí. He aquí un extracto: "Cómo retengo en mi mente/recuerdos de aquel pasado/del pueblo donde nací/que jamás podré olvidarlo. Este pueblo es Nigüella/sobre un cabezo cortado/lo construyeron los moros/ y sirvió de fortaleza/para los que allí lucharon. En el fondo del abismo/el río y sus verdes prados/con una bonita huerta/muy rica por su arbolado. ¡Ay, fuente de los dos caños/si tú pudieras hablar!/¡Cuánto habrías de contarnos!/Nos servías de cita/a muchos enamorados. Cómo recuerdo aquel mozo/sobre su caballo blanco/conversando con su novia/y su caballo abrevando. El famoso lavadero/donde yo tanto he lavado. De esto que estoy contando/¡Cuántos años han pasado! También recuerdo a los hombres/que en calurosos veranos/en plena recolección/para recoger el grano/andaban por los caminos/por el sudor empapados/provistos de una alforja/con el botijo de barro/para remojar las gargantas/resecas de polvo y tama. Estos fueron mis abuelos/mis padres y mis hermanos. Con un sombrero de paja/para protegerse del sol/segando de tajo en tajo/agachados con la hoz/y la zoqueta en la mano.

Mientras duraba la siega/se dormían en el campo/recostados sobre la mies/expuestos a las tormentas/algún que otro picotazo/y al amanecer el día/dispuestos para el trabajo".

Los imprescindibles

El escudo

Sobre campo de oro, el metal simboliza la nobleza, generosidad y constancia, un cabrio ondulado, de azul, representa al río Isuela y la colina sobre la que se asienta la localidad, cargada de una corona real abierta.

La cueva Estrecha

Situada en las estribaciones del monte de Monegré, a unos cinco kilómetros del pueblo. Tiene varias galerías y formaciones muy llamativas, pero solamente deben aventurarse en ella exploradores expertos y equipados.

El nombre del pueblo

Aunque hay varias teorías, se cree que viene de una cruenta batalla entre las dos poblaciones vecinas, Arándiga y Mesones de Isuela, entre las tropas de Pedro IV de Aragón y los unionistas; tras la lucha no quedó ‘ni huella’.

-Ver especial de 'Aragón, pueblo a pueblo'.

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