Sopeira: la gran fiesta del tomate y toda una joya románica

La belleza de Sopeira no tiene el eco merecido en Aragón; el monasterio de Alaón, la pared de Sant Cugat que aman los escaladores y el festejo tomatil veraniego pueden y deben cambiar eso.

Roser muestra el suelo del altar mayor de la parroquia en el monasterio de Alaón.
Roser muestra el suelo del altar mayor de la parroquia en el monasterio de Alaón.
Laura Uranga

La localidad de Sopeira, en la alta Ribagorza, es una gran desconocida en Aragón, pero sus escasos habitantes se han empeñado en que esta realidad –la mayoría de los visitantes del pueblo son franceses y catalanes– se revierta más pronto que tarde. Situada bajo el monte de Sant Cugat, su nombre evoca precisamente este rasgo –bajo la piedra– y el agua es fundamental en su paisaje; tiene el embalse de Sopeira a sus pies y la presa de Escales –con su central hidroeléctrica– un poco más arriba. La obvia importancia del agua en el municipio tendrá además un reflejo en el futuro próximo gracias al inminente Museo del Agua, que se construye en un caserón del centro del pueblo. Eso por no hablar de la fuentes de Escadas, en el camino que lleva al monasterio de Alaón; sus propiedades hacen que el desfile de excursionistas con garrafas de 25 litros sea continuo.

Se cuida el turismo. Existen los apartamentos Casa Estasia, de Mario Barrabés, y Casa Pase, de Enrique Ariño y Sandra Altarriba, que abrió hace 18 años un alojamiento de seis habitaciones con el celebrado añadido del restaurante más visitado en muchos kilómetros a la redonda. En verano, Casa Pase organiza además la Fiesta del Tomate, que nada tiene que ver con la Tomatina de Buñol o el Cipotegato turiasonense; aquí el tomate se transforma en productos gourmet, se pesa y se premia; una buena excusa para mostrar las bondades del entorno y organizar una cena que el año pasado reunió a 400 comensales.

La existencia de Casa Pase le da vidilla al pueblo, sobre todo por el restaurante. "El boca a boca funciona, internet también –explica Enrique– y nos apoyamos entre todos. Por ejemplo, la guía del monasterio, Roser, recibe a la gente allá y los manda a comer aquí si le preguntan por un buen sitio para después del paseo, y lo mismo ocurre con los que vienen a escalar en Sant Cugat, y los que vienen a comer se acercan a ver el monasterio".

Lo de Casa Pase tiene un porqué histórico. "Mi tatarabuelo –revela Enrique– cobraba el pase de Escadas a las caballerías, una tasa, a cambio de tener limpio ese trayecto". La historia del negocio tiene un origen eléctrico. "Antes había un bar que nació en la época de construcción de la central, pero lo convertimos en seis habitaciones y un pequeño restaurante. Mi mujer, Sandra Altarriba, es la cocinera; estudió hostelería y se maneja muy bien en este terreno. La gente busca mucho nuestra escudella –sopa concentrada de viandas–, los platos con seta lengua de bou, la crema de ceps, la fabiola que es un pastel muy bueno, los crespillos...".

En Casa Pase hacen conservas a la vieja usanza, y las venden por lotes: uno de mermelada de melocotón, fresa y melón/piña y otro de mermelada de pimiento, escalivada y tomate, con consejos de maridaje; la de escalivada, por ejemplo, con queso de Benabarre y una anchoa. No se vende por la red, solo ‘in situ’.

Al rico tomate

En Sopeira hay un microclima especial; las hortalizas crecen muy bien, y los tomates son algo especial. "Hacer algo en el mes de agosto nos pareció una buena idea para darnos a conocer –explica Enrique– así que pensamos en una feria de productos con el tomate como estrella, y una gran fiesta para celebrarlo el penúltimo viernes de agosto; estamos en el fin del mundo y mucha gente no nos conoce. Empezamos poco a poco, pero este 17 de agosto pasado tuvimos 400 personas a cenar. Damos premios a los tomates más grandes, de 100 al campeón a 50 el segundo y 25 el tercero, y durante la noche se entregan varios regalos, entre ellos el sorteo de un fin de semana en casa rural".

En Sopeira, el turismo francés que llega por el túnel de Viella es fiel, igual que el catalán; el pueblo está a la misma distancia –unas tres horas– de Toulouse que de Barcelona. "Poco a poco viene más gente de Zaragoza, Valencia y Madrid. Además, para lo pocos que somos, hay mucha fiesta; el año pasado celebramos once. La Asociación Amigos de Alaón es la que se encarga de buena parte de ellas, junto a la comisión de fiestas y la asociación de mujeres. San Gregorio es el patrón".

En la zona creen en las alianzas estratégicas. Se esta armando un bus turístico que conectará Benabarre, Montañana y Sopeira, para plantear una alternativa a los poderosos vecinos catalanes, los valles de Arán y Boí.    

El monasterio de Alaón, un tesoro del románico a los pies de la montaña de Sant Cugat

Roser es de Sopeira, jugó en sus calles de pequeña, estudió la secundaria interna en Benabarre y lleva 17 veranos en la caseta de información turística de pueblo. "El contacto con la gente sale de adentro, algo casi vocacional realmente. Andamos ahora mismo por las 45 personas en el pueblo, un alto tanto por ciento es bastante mayor, así que el trabajo hay que buscarlo fuera, aunque duermas aquí. El monasterio de Alaón es nuestro gran tesoro patrimonial, sin duda. Me encargo de las visitas guiadas, que suelen durar una media hora, y el resto del año se pueden pautar por teléfono".

La historia del monasterio se Benabarre se remonta al año 806, cuando el conde francés de Bigón de Tolosa encargó al abad Crisógono la reorganización de Santa María; ahí se hizo la cripta. A finales del siglo XI se construye el monasterio; de hecho, hubo vida monástica desde el año 1123, eran benedictinos y aplicaban el ‘ora et labora’. "Estuvieron hasta 1835, cuando llegó la desamortización de Mendizábal –apunta Roser– y se cree que un monje se quedó en casa Felipa, en el pueblo. El monasterio quedó abocado a la ruina, salvándose la iglesia. En 2007 se desenterró una parte de los cimientos del claustro y algunas dependencias. Este verano ha venido bastante gente; hemos registrado casi 3.000 personas en los tres meses de verano, y durante el resto del año unas 4.000"..

El suelo en el altar mayor está tallado en piedra similar al mármol sin pulir, en rojo, blanco y negro; cada círculo tiene veteado variable. Tras el altar se escenifica el milagro de los panes y los peces. También destaca el ajedrezado jaqués en la fachada.

Los imprescindibles

Las fiestas

Además de la mentada fiesta del tomate el penúltimo viernes de agosto, se celebran las patronales de San Gregorio entre el 7 y el 9 de mayo, con romería a la ermita (foto) y Nuestra Señora María de la O el 18 de diciembre.

Escalada en Sant Cugat

Por detrás del ábside de Alaón hay un caminito de dos o tres minutos hasta un puente que cruza hasta la montaña de Sant Cugat, muy escarpada, con varias cuevas; tiene pradera arriba y robledal. Es muy visitada por los escaladores.

Santorens y Pallerol

Santorens y Pallerol son las dos pedanías que tiene el municipio. En Santorens destaca la ermita románica de Torm, mientras que en Pallerol es de visita obligada la iglesia de San Ramón, que data del siglo XII.

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