Por
  • Guillermo Fatás

La madre del primer rey de Aragón

Un detalle del sarcófago de doña Sancha.
Un detalle del sarcófago de doña Sancha.
HERALDO

El primer rey de Aragón, Ramiro I, tuvo una hija llamada Sancha. Murió en 1097 y su sobrino, el rey Pedro I, dispuso labrar un sarcófago para guardar sus restos. Hasta el siglo XVII estuvo en Santa Cruz de la Serós (‘de las Sorores’, de las monjas) y luego se llevó, para mejor custodia, a Jaca, la primera ciudad aragonesa.

Huesos de tres mujeres

En esta valiosa pieza románica, que guardan las monjas benitas, hay restos de tres mujeres, todas vinculadas a la originaria Casa Real de Aragón. En el rotundo sepulcro, que por sí solo vale una visita, están aún las tres osamentas. Una de esas señoras murió en edad bastante avanzada para entonces y los científicos han podido demostrar, con buenos argumentos que acercan a la plena certeza, que corresponden a Sancha de Aibar, madre de Ramiro I.

Esta adscripción a persona tan concreta tiene motivos sólidos: los investigadores del equipo que ha dirigido Begoña Martínez Jarreta se apoyaron en variadas evidencias directas e indirectas y completaron la larga tarea con recurso a expertos externos, como R. M. Hedges, profesor en Oxford. De ese grupo multidisciplinar de estudiosos han tenido noticia en varias ocasiones los lectores de HERALDO.

Quién yazga en un sarcófago como este no solo se sabe por documentos que pueden quedar desfasados (a veces, los sepulcros son violentados; o revueltos y mezclados sus contenidos), sino que hoy puede certificarse la pertenencia a través de la genética. El ADN –que no siempre se consigue extraer de muestras tan antiguas– ha permitido reconocer los huesos de la madre del primer rey de Aragón: una mujer navarra, de Aibar, que dio a luz al futuro Ramiro I. Lo tuvo del joven rey pamplonés Sancho III, llamado el Mayor.

En el este de Navarra se encontraban el potente monasterio de Leire, la rica Sangüesa y la Val de Aibar, de donde era oriunda la Casa Jimena, que reinó en Pamplona desde el siglo X, tras desplazar al linaje de Íñigo Arista, cuyo legendario emblema figura en el escudo de Aragón. No faltaba, pues, en Aibar la gente de alta cuna.

Suele decirse que Sancho engendró a Ramiro siendo soltero, pero más propio sería decir que su boda no fue un enlace perfectamente en regla.

Bodas y bodas

Es raro que Sancho, soltero, tuviese un hijo no matrimonial de una mujer de casa noble que, además, acabó siendo cabeza de la dinastía aragonesa. El caso lo explica Carlos Laliena, por el método de deshacer los prejuicios anacrónicos, notable y sutil peligro que acecha siempre al buen método histórico, bien porque haga ver ‘naciones’ medievales donde no pudo haberlas, bien porque no considere bodas ciertas uniones que no fueron ilegítimas.

El matrimonio no ha sido siempre como lo consideran hoy los códigos. Solo en 1215 el Concilio IV de Letrán, en su canon 51, prohibió finalmente los matrimonios que no se celebraran "in ecclesiis per presbyteros", para que la Iglesia tuviera constancia y tras amonestaciones públicas en plazo determinado ("termino praefinito"). El caso de Sancha y Ramiro ocurrió dos siglos antes y fue probablemente de otro modo, menos formal, pero no menos genuino. La tesis es que no por eso se consideraba ilegal o irregular, si bien incurría en una circunstancia hoy irrelevante y entonces no: la inferior calidad social de la esposa, que no era hija de soberano.

Acaso esa unión pudo ser una figura cercana a lo que, con ojos de hoy, son figuras socialmente admitidas y con plenos efectos legales, como ciertas modalidades de parejas civiles o de hecho.

Esta circunstancia del rango desigual no se dio en el segundo emparejamiento de Sancho, verificado con una hija del linajudo conde de Castilla. Más que de un vicio legal propiamente dicho, la unión de Ramiro y Sancha tendría, pues, tacha de mera imperfección. En la cristianad medieval hubo numerosas formas válidas de emparejamiento que no encajan en un modelo único de matrimonio. Son precisamente los siglos XI y XII los que ven el perfeccionamiento paulatino del matrimonio canónico. Que no había reproche moral serio que hacer a aquella situación parece probarlo la nula voluntad de ocultación del hecho: temprana y oficialmente aparece Ramiro, aún niño, como ‘regulus’, que puede entenderse como admisión oficial de su linaje regio; y Sancha de Aibar se refiere a sí misma como "madre del rey Ramiro", lo que sería impensable si ello hubiera supuesto tacha para su hijo, ya reinante en Aragón.

Todo está bien explicado en el reciente libro ‘Sancha de Aibar’, editado por el Ayuntamiento de Aibar y el Gobierno de Aragón, con autoría de B. Martínez Jarreta, C. Laliena, A. Burguete, I. Elarre, C. Núñez y M. Baeta.

Es un vínculo histórico más de Aragón con Navarra. La ‘madre Navarra’, podría decirse en Aragón. Navarra es mucha Navarra para ser cosa solo de anexionistas euskalherrianos.