Ordesa, pasado y futuro

La visita del Rey a Ordesa da un “espaldarazo formidable” al parque nacional en su centenario.

Visita del Rey a Ordesa
Visita del Rey a Ordesa
Rafael Gobantes

El rey don Felipe visitó ayer Ordesa en el acto central del centenario del Parque Nacional. Allí afirmó que es una responsabilidad de todos que este privilegiado enclave sea productivo «para los habitantes de la comarca, para los que lo viven día a día y trabajan para él». Esta joya del patrimonio natural español debe mantenerse como un preciado legado asegurando el desarrollo social y económico de una de las comarcas más despobladas de Aragón.

Ordesa es Parque Nacional desde 1918. Los hombres y mujeres de hace un siglo plantearon la defensa de los espacios naturales como si fuesen auténticas obras de arte, en tanto que favorecían la evolución estética de los pueblos. Y, efectivamente, Ordesa es una obra de arte, pero viva. De ahí la necesidad de buscar iniciativas que favorezcan el desarrollo endógeno de la economía local. Para empezar, un buen centro de interpretación en Escalona serviría para que el Parque ampliase su área de influencia al corazón del Sobrarbe y, de paso, favorecer una mejor comunicación con Añisclo. Además, la posible ampliación a través del valle de Bujaruelo debería dar lugar a medidas que reviertan en favor de los que allí habitan. Y en paralelo al proyecto medioambiental y al económico debe avanzar el cultural: aún queda mucha tarea de investigación y divulgación.

Al fin y al cabo, un objetivo fundamental para la segunda centuria que acaba de estrenar el Parque debe ser que los pinos, las hayas, las praderas, las flores, las cascadas y los senderos sean no solo compatibles, sino también favorecedores de un desarrollo equilibrado en los territorios colindantes del viejo Sobrarbe. Uno de los grandes retos para el futuro es, pues, el conjugar la política de conservación con la de desarrollo económico de los municipios del entorno, que continúan perdiendo población en una comarca, el Sobrarbe, que ha sufrido una intensa sangría demográfica.